El escritor, académico y religioso Luis Coloma Roldán, nacido en Jerez de la Frontera en 1841, debe su fama popular a un cuento que ha trascendido el ámbito de la narración para alcanzar el de modo de comportamiento.
Antes de consolidar su carrera literaria, iniciada en Sevilla bajo la influencia de Fernán Caballero (seudónimo de la escritora Cecilia Böhl de Faber), decisiva en sus cuentos, había ingresado en la Escuela Naval. Duró poco este periodo, pues en breve decidió cursar Leyes en la Universidad de la capital hispalense. Una vez concluidos sus estudios se estableció en Madrid y allí, frecuentando tertulias de opinión y reuniones de copete, tomó partido para activamente impulsar la restauración borbónica patrocinada de manera destacada por el político liberal-conservador Antonio Cánovas del Castillo.
Sus asiduos contactos, las ganas de conocer y trasladar al lector futuro los distintos ambientes de la sociedad madrileña y una innata traza para la comunicación, lo afirmaron en el periodismo.
En 1874, a los veintitrés años de edad, tras una crisis profunda motivada por un grave accidente que le obligó a replantearse la vida, ingresó en la Compañía de Jesús. Tal circunstancia, al cabo de diecisiete años, permitió al padre Coloma conocer a quien sería ilustre pensador, José Ortega y Gasset, en Málaga y en lecciones de griego, y en él descubrir al personaje.
En 1908 ingresa en la Real Academia Española. Su discurso de aceptación versó sobre el padre Isla, como él religioso, novelista, docente y, también, traductor.
Luis Coloma perseveró en las narraciones cortas, en los cuentos de carácter folclórico y en las novelas con trasfondo social e histórico. En sus relatos, de un realismo que trascendió al siglo XX, descuella la combinación de espiritualidad de carácter religioso y mundanidad, de conocimiento cierto de la vida en público y de las costumbres.
Para mejor pintar con letras los cuadros que le llamaban la atención adoptó las técnicas naturalistas, defensoras del objetivismo del autor, el determinismo de la conducta de los personajes y su indagación psicológica.
Todo ello plasmado en sus obras entre 1884 y 1914. Así en Lecturas recreativas, el costumbrismo; la sátira social en Pequeñeces, su gran éxito, describiendo un mundo de vicios y debilidades, Juan Miseria, cuadro de costumbres populares, y Boy, novela de madurez con los mismos ingredientes pero atemperada la crítica; la historia y la ejemplaridad de las conductas en Jeromín, crónica de la vida y hechos de don Juan de Austria, obra muy popular, La reina mártir, donde exalta la figura de María Estuardo, el marqués de Mora, biografía de un ilustrado español, y Fray Francisco, recreación de la vida del cardenal Cisneros; el moralismo en Retratos de antaño; y la memoria en Recuerdos de Fernán Caballero.
Gran parte de su obra ha sido traducida a varios idiomas, y algunos títulos adaptados al cine.
Luis Coloma Roldán
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Los cuentos infantiles deben reconocimiento al ingenio de Luis Coloma. Periquillo sin miedo, La Gorriona, Pelusa, en el compendio de sus Cuentos para niños, y en especial el famoso e imperecedero Ratón Pérez.
El ratoncito Pérez se convirtió en emisario de satisfacción y obsequio tras la desdicha y el dolor. Cuando a un niño se le cae un diente el ratoncito Pérez, diligente y generoso, acude con un regalo que deposita bajo la almohada y que se descubre al siguiente amanecer.
El cuento fue un encargo, o una petición expresa motivado por la caída de un diente del infante Alfonso XIII, futuro rey de España, que contaba entonces ocho años. Recogiendo la esencia y los protagonistas de diversas tradiciones, el padre Coloma dio vida literaria a un protagonista singular que de inmediato caló en padres y niños. La primera aparición del ratón Pérez fue en 1902 y en la revista Nuevas lecturas, junto a otros relatos; y ya en 1911 el simpático roedor accedió al olimpo de la fama con la publicación independiente de su exclusiva misión, ilustrada por Mariano Pedrero.