Benito Lorenzo Benítez, Mariano Gómez Zamalloa y Simón Hernández Sagrado
Una fase de la batalla del Jarama
Febrero y marzo de 1937
El postrer esfuerzo de la batalla del Jarama (entre el 6 y el 27 de febrero de 1937) tuvo como protagonista el vértice Pingarrón, monte homónimo de aproximadamente 700 metros de altura, buena atalaya de una vasta extensión de terreno sobre la orilla oriental del río Jarama y las vías de acceso a la carretera de Valencia y hacia el Noreste el corredor del Henares.
El 12 de febrero las tropas nacionales conquistan este vértice, que defendía la XV Brigada Internacional (conocida también como Brigada Abraham Lincoln), al servicio del Frente Popular de la República, y se asientan en él, dominando desde su altura la carretera en dirección a Morata de Tajuña. Vencida la resistencia de los brigadistas, el mando frentepopulista intenta recuperar y sostener la posición el día 18 con el envío de una nueva brigada de la División de Enrique Líster, la número 11.
El Pingarrón se había convertido en el enclave más codiciado por ambos contendientes.
Entre el 19 y el 27, fecha final de la batalla del Jarama, dada la superioridad de las fuerzas frentepopulistas, parecía imposible aguantar sus acometidas por los nacionales; no obstante, éstos consiguen repeler los sucesivos y continuos ataques. El principal acaeció el día 23, lanzando los frentepopulistas una masa de combate mixta, con infantería, carros y refuerzo artillero de preparación y cobertura, que tras una jornada pavorosa dejó intacta la situación, pero con un número de bajas impresionante en el balance final que permitió a los nacionales una ganancia de veinte quilómetros de profundidad en un sector de veinticinco de Noroeste a Sureste.
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Cruces Laureadas de San Fernando en el combate del vértice Pingarrón
Benito Lorenzo Benítez. Soldado del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1. Laureado en la defensa del vértice Pingarrón, provincia de Madrid, el 23 de febrero de 1937, durante la batalla del Jarama.
Nacido el año 1917 en el municipio toledano de Fuensalida, dedicándose al pastoreo del ganado familiar, una vez liberada la localidad, Benito Lorenzo se incorporó voluntariamente a la campaña, ingresando en el 1.ª Tabor de Regulares.
En diciembre de 1936, acantonado el Tabor en Torrijos, se licenció a las milicias, pero él se presentó al capitán de su compañía para continuar en acción alegando que era un patriota y no podía regresar a su pueblo con dignidad si se le licenciaba. Accedida su demanda, permaneció en el Tabor destinado a la Compañía de Ametralladoras.
El 23 de febrero de 1937, en curso la llamada Batalla del Jarama, con motivo del refuerzo enviado a la posición del Pingarrón (vértice Pingarrón), el soldado Benito Lorenzo con la máquina en la que figuraba como sirviente fue agregado a la 2.ª Compañía.
Sobre el Pingarrón llovía una preparación artillera iniciada a las 8,30 horas que logró desorganizar las obras de fortificación, destruir trincheras y casamatas, mermando a las compañías allí destacadas que sufrirán la baja de la totalidad de los oficiales. Perdido el vértice por tres veces, será recuperado definitivamente a costa de un cuantioso tributo de sangre y del refuerzo de al menos seis compañías. Los ataques a pie dieron comienzo a las 9 horas, en oleadas, y éstos y los contrataques fueron continuos a lo largo del día con numerosas bajas por ambas partes. El I Tabor de Tetuán se hallaba en reserva y tuvo que entrar en acción ante la enorme acometida, enviando al vértice una compañía a las 9,30 horas con el enemigo en situación ventajosa. La artillería nacional batió las posiciones enemigas que acabaron replegando efectivos ante este fuego y el avance de otra compañía de Tetuán y una sección de ametralladoras.
Poco después de situarse en el emplazamiento asignado y a consecuencia de la explosión de un proyectil de artillería de los muchos que caían sobre el vértice, murió el cabo de la máquina y quedaron heridos varios de sus sirvientes, incluido él, que se negó a ser evacuado ni curado, además de sufrir daños irreparables entonces la ametralladora. Motivo por el que Benito Lorenzo y otros compañeros fueron agregados a otra útil.
Poco tardó Benito Lorenzo en dirigirse con gran valor y entereza al lugar donde se encontraba la máquina averiada, y aunque batido el camino y la pieza con toda clase de fuego, la retiró completa trasladándola a un emplazamiento seguro. Acto seguido volvió a salir de batida para recoger, pese al incesante fuego enemigo, el fusil, la dotación y dos granadas de mano de un cadáver allí cerca. Ambos gestos provocaron la admiración de jefes y compañeros.
Habiendo trasladado esto también al parapeto, reanudó su marcha enseguida con el propósito de ir “a por los rojos, que eran unos cobardes”, según respondió a la pregunta de adónde iba. Dando vivas a España se lanzó contra el enemigo arrojando granas de mano que ocasionaron bajas y la huida de un grupo próximo; aunque le costó la vida. El gesto levantó el ánimo de sus compañeros y sirvió de ejemplo para resistir hasta que finalizó el combate.
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Mariano Gómez Zamalloa y Quirce. Comandante del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Ceuta n.º 3. Laureado en la defensa del vértice Pingarrón, provincia de Madrid, el 23 de febrero de 1937, durante la batalla del Jarama.
Nació en La Coruña en 1897. Militar.
Al mando de una Compañía de Regulares de Ceuta y un Escuadrón pie a tierra de Regulares de Alhucemas, reforzó y mantuvo la posición de El Pingarrón (vértice Pingarrón), atacada intensamente por un enemigo en número aproximado de siete mil infantes apoyados por más de doscientos carros de combate y varias baterías, que tras una preparación artillera en la que arrojaron sobre la posición más de 3.000 granadas, se lanzaron al ataque por los flancos con idea de rebasarla.
El comandante Zamalloa fue herido a las 7 horas del día 23 de febrero y posteriormente dos veces más, una de ellas gravemente en el vientre, negándose a ser evacuado por estimar necesaria su presencia para contener al enemigo que incrementaba por momentos los asaltos; hasta que a las 10 horas, alcanzado por un disparo de carro de combate, desfallecido tuvo que ser evacuado una vez fracasado el intento enemigo. En el puesto de urgencia se apreciaron al comandante Gómez Zamalloa nueve heridas, y que la del vientre requería de inmediata cirugía al haberse agravado por su permanencia en el frente durante tres horas.
El número de bajas de los defensores superó el cincuenta por ciento.
Previamente a esta acción por la que le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando, el 19 de febrero y también en el vértice Pingarrón, el comandante Gómez Zamalloa ganó la Medalla Militar Individual. El siguiente texto reproduce los méritos para esta concesión:
“Con motivo de un ataque violentísimo del enemigo [Brigadas Internacionales en proporción aplastante y con el mayor derroche de armas automáticas modernas con fuego a discreción] en las primeras horas del día 19 de febrero a la posición del Pingarrón, a resultas del cual se perdieron algunas trincheras, le fue ordenado al comandante Gómez Zamalloa por el coronel Asensio fuera a tomar el mando de aquélla. Hecho cargo de la situación adoptó tan acertadas medidas que con el sólo refuerzo de la 1.ª Compañía del 2.ª Tabor del Grupo de Regulares de Ceuta, que hubo de lanzarse tres veces al asalto, logró recuperar las trincheras perdidas, levantó el espíritu de sus fuerzas y dirigió el combate que culminó en contraataque, tan brillante que de su rudeza da idea el hecho de que dicha Compañía sufrió el 80 por ciento de bajas.”
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Simón Hernández Sagrado. Alférez provisional del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Tetuán n.º 1. Cruz Laureada de San Fernando concedida por el asalto a una posición dominante y fortificada en el vértice Pingarrón el 13 de marzo de 1937.
Nacido en Aldeadávila de la Ribera, provincia de Salamanca. Titulado en magisterio y políglota, se alistó voluntario en agosto de 1936, en calidad de soldado, en el 1.º Tabor de Regulares de Tetuán; posteriormente se formó como alférez provisional en la Academia de Xauen.
Al frente de su sección y enfilado por las armas numerosas y automáticas del enemigo apostado, inició el asalto de una posición del vértice Pingarrón situada a doscientos metros de las trincheras propias y grandemente fortificada. En el primer impulso del asalto el alférez Hernández Sagrado fue herido en el brazo, sin que ello le detuviera ni en el avance ni en el mando; ante la línea defensiva recibió, esta vez en el pecho, otra herida, considerada muy grave, que no le arredró un ápice, incrementando el ánimo de su tropa; ya dentro de la posición que había conseguido ocupar, desalojando al enemigo, sufrió una tercera herida, mortal, en el vientre.
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Fuentes
José Luis Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando (Infantería), Tomo I, Volúmenes 1 y 2. Ministerio de Defensa.
José Manuel Martínez Bande, La lucha en torno a Madrid. Monografías de la Guerra de España n.º 2. Servicio Histórico Militar. Ed San Martín.