El molinismo
Nacido en Cuenca en 1535, Luis de Molina fue un reputado teólogo, jurista y filósofo moral en su siglo. Ingresó en la Compañía de Jesús el año 1553. Estudió y profesó Filosofía en el Colegio jesuítico de Coimbra, y después en la Universidad de Évora antes de ser nombrado profesor en el Colegio Imperial de Madrid.
Luis de Molina erigió una doctrina teológica-jurídica planteando la solución al problema de la relación entre la omnipotencia divina y el libre albedrío humano, cuestión promotora de grandes discusiones en el siglo XVII e incluso en la actualidad. La doctrina de Luis de Molina, denominada molinismo, se oponía tanto a la tesis de la premoción física, defendida por el tomismo puro, como a la tesis extrema agustiniana (de san Agustín), tesis basada en diversas interpretaciones del agustinismo.
La doctrina de la premoción física (premotio physica) elaborada por el tomismo partiendo de su teoría causal. Según esta doctrina, Dios promueve intrínseca y físicamente las causas segundas para la acción sin que con ello se suprima el libre albedrío de estas causas. Las causas segundas dependen de la causalidad de la primera causa en toda su operación. El llamado influjo físico previo de Dios se considera entonces necesario, y el vocablo premoción expresa tal condición de este influjo. La premoción física no admite la teoría del influjo extrínseco y del concurso simultáneo, y, por consiguiente, se opone a la solución dada por Luis de Molina, según el cual la causa primera y las segundas son causas parciales coordinadas de acuerdo con la ciencia media.
El propio de la ciencia media es que Dios predetermina los actos por medio de su conocimiento. Dios conoce lo que hará el hombre porque sabe lo que puede hacer en todos los mundos posibles en que esté colocado.
Para Molina no se puede considerar el libre albedrío como algo física e intrínsecamente determinado; la criatura humana, expone, no está determinada completamente para el bien o para el mal, sino que puede decidir si ejerce o no la correspondiente facultad de decisión.
Los partidarios de la tesis de la premoción física combatieron esta doctrina acusándola de excesiva acentuación de la autonomía humana frente a las prerrogativas de la omnipotencia de Dios.
La obra donde Luis de Molina fundamenta sus doctrinas se titula Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis, divina praesciencia, providentia, praedestinatione et reprobatione, ad nonnullos primae partis Divi Thomae Partem, escrita en 1588 y publicada en Cuenca en 1592.
Luis de Molina
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El molinismo
Se denomina molinismo en teología a la corriente inspirada en las doctrinas del jesuita Luis de Molina.
El molinismo intenta conciliar la omnipotencia de la voluntad y de la gracia divinas con la libertad humana y la universalidad de la gracia misma, recurriendo al concepto de ciencia media. Dios no conoce solamente, en su misma esencia, las necesidades o posibilidades puras de las cosas (ciencia natural, de simple inteligencia), ni conoce solamente, en su voluntad, todo cuanto Él determina con la propia libertad (ciencia libre). Conoce, además, aquellas decisiones libres que nunca se tomarán dadas las condiciones que se producirían, pero que bajo condiciones distintas se tomarían (ciencia media).
Mediante la supercomprensión de la ciencia media, Dios conoce un número infinito de posibilidades de ordenamientos de la gracia y de eventuales respuestas libres de las criaturas en cada uno de ellos. Entre este número infinito de ordenamiento, Dios elige uno con absoluta libertad y, consecuentemente, reparte su gracia según la previsión sobre la libre respuesta de la criatura, aunque no con dependencia de ella, pues previamente ha elegido un ordenamiento con absoluta libertad.
También es esencial al molinismo la concepción de la libertad humana no destruida ni lesionada por el pecado original, por lo que el hombre continúa siendo capaz de creer, esperar y amar. Para que los actos de la libertad humana sean capaces de conseguir la salvación se requiere, sin embargo, la gracia sobrenatural que los eleve, confiriéndoles no la existencia sino la cualidad salvadora. A este respecto, Luis de Molina distingue entre gracia suficiente, que pone a la voluntad en condiciones de elegir una acción salvadora, y gracia eficaz, que permite la realización concreta de la acción.
El molinismo fue reprobado contundentemente por el teólogo dominico Domingo Báñez, español, y los teólogos de su escuela, mientras que fue acogido favorablemente por los teólogos jesuitas Francisco Suárez, español, y Roberto Francisco Belarmino, italiano, convirtiéndose en un instrumento para que cierta apologética católica intentara recuperar las instancias de libertad y autonomía congénitas a un espíritu de evolución social.