Nacido en Medina del Campo (o en Valladolid capital) en 1528, estudió en la Universidad de Salamanca, ingresó en la Orden de los Dominicos en 1547 y fue profesor de prima de teología en dicha universidad durante veinte años aproximadamente.
Domingo Báñez es autor de comentarios a la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino, de comentarios a Aristóteles y de varios tratados teológicos y filosóficos. La orientación general es la tomista, pero dentro de ella defendió varias opiniones personales, en particular relativas a la naturaleza de la causación propia (sólo material, a su entender) de las formas creadas.
El teólogo y filósofo Báñez es sobre todo conocido por su defensa de la noción de premoción física (o predeterminación física), hasta el punto de que algunos autores lo consideran el autor de la misma y, en todo caso, es usual identificar sistema de la premoción física con sistema bañeciano.
En el orden sobrenatural, Domingo Báñez afirma que la gracia de Dios precede toda acción meritoria y que la predestinación a la salvación es decidida por Dios independientemente de los méritos de la criatura.
Domingo Báñez
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Premoción física (predeterminación física)
El conflicto entre las exigencias de la omnipotencia divina y del libre albedrío humano recibió, entre otras soluciones, una que ejerció gran influencia: la doctrina de la premotio physica elaborada por el tomismo (sistema filosófico-teológico de Santo Tomás de Aquino y sus seguidores) en estrecha relación con su teoría causal: la influencia de la causalidad divina no se limita a una determinación formal de las acciones de la criatura, sino que determina su estructura física. Según esta doctrina, Dios promueve intrínsecamente y físicamente las causas segundas para la acción sin que con ello se suprima el libre albedrío de estas causas que dependen de la causalidad de la primera causa en toda su operación. El llamado influjo físico previo de Dios se considera entonces necesario, y el vocablo premoción expresa tal condición de este influjo. La premotio physica no admite la teoría del influjo extrínseco y del concurso simultáneo, y, por consiguiente, se opone a la solución del molinismo (del jesuita Luis de Molina) y la solución ocasionalista (que acentúa en demasía la causa primera en detrimento de las causas segundas).