El inventor de la pluma estilográfica, Francisco José Buenaventura de Paula Martí y Mora, valenciano de Játiva nacido en 1761 (o 1762), recomendó el año 1925 en el diario madrileño La Voz “para obtener ahorro de tiempo, el que se pierde mientras se copia un discurso al alargar la mano hasta el tintero, que la tinta fuera dentro de un tubo, al cual se sujetara la pluma”. Es asimismo instructor de la estenografía en España, criptógrafo y dramaturgo.
La pluma mecánica de Francisco de Paula Martí surgió en 1803 y en Madrid, tres décadas antes que en Inglaterra se comercializaran las plumas estilográficas; era un instrumento ideado para facilitar la escritura taquigráfica, asimismo perfeccionada por él. Expuso su invento, la pluma estilográfica, del siguiente tenor: “Se hará un cañón de latón o de plata, que tenga cuatro pulgadas de largo: al extremo superior, cuatro líneas de diámetro, y tres al inferior. Este cañón tendrá una tapa con rosca. En el extremo opuesto, que es el más delgado, tendrá otra rosca y un casquillo de una pulgada y cuatro líneas de largo, que sirve para cubrir la pluma y para poderla llevar en la faltriquera, sin que ésta incomode ni se estropee. A cuatro líneas de distancia de la parte más angosta de dicho tubo se soldará un pedazo del mismo metal de una línea de grueso, el cual tendrá un agujerito que pueda caber por él una aguja gorda de coser, seguido de un cañoncito del mismo diámetro de seis líneas de longitud, al frente de cuyo agujerito estará colocada la parte superior de la pluma.
El grueso del metal o acero de que se haga la pluma será el de la cartulina de naipe, y para que tenga la misma elasticidad que una pluma de ave, se le hará la ranura muy larga y a su extremo un agujero. El cañoncito que tiene el tubo unido al mismo agujerito, que es el que comunica la tinta a la pluma, está compuesto a efecto de que el poso que comúnmente hace la tinta, baje al fondo y no impida el paso de ésta.
Para echar la tinta en el tubo se tendrá puesto el casquillo que cubre la pluma, y se echará por la parte más ancha, para que se contenga en el tubo, y no se quitará el casquillo hasta que esté puesto el tapón de la parte superior; de este modo, como no tiene comunicación el aire, la tinta queda contenida dentro del mismo tubo y no sale de allí sino por medio de la frotación que la pluma hace sobre el granito de papel al tiempo de escribir, lo que llama solamente la tinta necesaria para marcar lo que se escribe”.
Francisco de Paula Martí y Mora
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Una estatua en el madrileño Parque del Retiro homenajea a Francisco de Paula Martí como precursor de la taquigrafía española, pero ignora, al no citarlo expresamente, su invención de la pluma estilográfica.
La taquigrafía es un método o sistema de escritura que posibilita el inmediato registro de un discurso, conferencia, charla o exposición oral. La transcripción se logra a partir de ingeniosas combinaciones de trazos breves y caracteres. Pretendiendo “enseñar a escribir con tanta velocidad como se habla y con la misma claridad que la escritura común”, Francisco de Paula desarrolló variantes en el método de escritura rápida, la taquigrafía, que optimizaron su uso y otorgaron al estilo español la máxima categoría.
Maestro grabador, Francisco de Paula es el fundador y director de la Real Escuela de Taquigrafía, y autor de diversos manuales que sirvieron de práctica para la escritura rápida. Su pasión por la escritura le dirigió a la docencia y al estudio de cuanto supusiera facilitarla, que resultó en la pluma fuente o pluma estilográfica; pero no supo o no quiso dar los dos siguientes pasos imprescindibles para que una invención llegue a todos los destinos: la fabricación en serie y su comercialización.
También destacamos otro de sus inventos, la agenda de bolsillo, que corrió igual infausta desmemoria. Y puestos a completar su biografía, reseñamos su actividad literaria, con la publicación de obras teatrales, y política en favor del liberalismo consagrado en la Constitución de 1812.