Nacido en Sevilla hacia el año 1500, Cristóbal de Morales es uno de los principales músicos del Renacimiento. Maestro de capilla en varias catedrales españolas, por méritos propios accedió a la Capilla Pontificia de Roma donde sus obras fueron escuchadas por los grandes personajes de la época.
Morales llevó el arte musical litúrgico a su cima, convertido en el máximo exponente de la música española en el gran siglo XVI. El legado que de él nos queda es la práctica totalidad de su obra.
Su padre, que era el cantor de la catedral de Sevilla, influyó desde niño en Cristóbal. Su maestro en los estudios musicales fue el de capilla de la catedral sevillana, Pedro Fernández de Castilleja.
Cuando finalizó su aprendizaje ocupó los cargos de Maestro de capilla en las catedrales de Ávila, de 1526 a 1528, y Plasencia, de 1528 a 1531. Tras un breve periodo ejerciendo en la catedral de Salamanca viajó a Roma para allí desarrollar plenamente su carrera de compositor, además de cantor, en la Capilla papal. Enseguida su fama le precedió y con ella la facilidad para potenciar su capacidad al límite de lo extraordinario.
Permaneció en Roma doce años aproximadamente, y en 1545 regresó a España instalándose en Toledo, de cuya catedral fue nombrado Maestro de capilla; al cabo de dos años fijó su residencia en Andalucía, sirviendo primero al duque de Arcos en la localidad sevillana de Marchena y después en la catedral de Málaga también como Maestro de capilla.
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La obra de Cristóbal de Morales es una de las principales de su época en Europa. Lo atestigua la presencia de sus composiciones en las más importantes colecciones de música editadas en Italia, Francia, Alemania, Países Bajos y España. Su estilo polifónico, de carácter español expresivo y austero, influyó en autores posteriores de la talla de Giovanni Pierluigi da Palestrina.
Su producción abarca veintiuna misas polifónicas, dieciséis magnificats, un centenar de motetes y diversos himnos, madrigales y villancicos.
Cabe destacar que su alumno en la escuela andaluza, Francisco Guerrero, amplió el desarrollo del arte litúrgico contrapuntístico que Morales había iniciado satisfactoriamente.