Religioso y metalúrgico nacido en la onubense localidad de Lepe el año 1569, Álvaro Alonso Barba es autor de Arte de los metales, obra sobre la amalgamación de los minerales publicada en Madrid el año 1640, traducida a varios idiomas con gran resonancia en los siglos XVII, XVIII y XIX en la que describe con detalle la riqueza argentífera de la región boliviana y expone el verdadero beneficio del oro y la plata amalgamados por azogue, el modo de fundirlos, separarlos y refinarlos y su “método de cazo”, fundamental para la explotación de la plata.
Entre 1585 y 1592 estudió Artes y Teología en la Universidad de Sevilla.
Desembarcó en el Nuevo Mundo ordenado sacerdote hacia 1608. Se le destinó al territorio de la Real Audiencia de Charcas, a localidades de tradición minera donde sucesivamente fue manifestando su doble vocación de religioso y minero; desde Tarabuco, un pueblo indio cerca de La Plata, actualmente la ciudad de Sucre, donde él mismo escribe que descubrió en 1609 el método “de cazo y cocimiento” hasta La Plata en 1644, pasando por Tiwuanaku, Chuquisaca, Lipes, Porco, Pacajes, Oruro, Potosí y Chocaya. Con su experiencia de cinco décadas y las reflexiones teóricas aparejadas compuso Arte de los metales.
De regreso a España en 1657, Álvaro Alonso Barba puso en práctica sus descubrimientos en los yacimientos de plata de Niebla, en la provincia de Huelva; y posteriormente recorrió las sierras de Madrid y Huelva para finalizar su periplo en las minas de Riotinto, donde ensayó un procedimiento para el tratamiento de las aguas cobrizas y la cementación artificial por precipitación con hierro.
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Arte de los metales
La obra está dividida en cinco libros, de carácter enciclopédico por la exposición del conocimiento metalúrgico de la época en las vertientes de las técnicas extractivas y de los procesos utilizados en la amalgamación de la plata por azogue e innovadora por su hallazgo hacia 1590 del procedimiento de amalgamación de la plata en caliente por cazo y cocimiento, perfeccionado mediante sucesivos ensayos entre 1609 y 1617, empleando cazos de cobre en lugar de hierro lo que supuso aminorar los costes y la pérdida de azogue.
En el primer libro presenta ideas alquímicas en lo que se refiere a la formación de los metales, su transmutación, la oposición caliente-frío y la clasificación de los productos del reino mineral.
El segundo libro está dedicado a la descripción de los procedimientos entonces utilizados para amalgamar la plata con mercurio, según las diferentes clases de minerales, a las dificultades que pueden presentarse y a las formas de superarlas. También aporta mejoras a los procesos en curso de la metalurgia de la plata.
En el tercer libro describe el proceso de su invención: la amalgamación en caliente por cazo y cocimiento. Que no significaba una modificación del método introducido por Bartolomé de Medina, sino un procedimiento totalmente nuevo y original para extraer la plata: un cazo o caldera de cobre, mercurio y agua hirviendo, eliminándose así el recurso a cualquier otro ingrediente y sólo en los minerales de más difícil amalgamación, como los sulfuros o los negrillos no sometidos previamente a tostación se hacía preciso añadir otros materiales, como sal, alumbre, caparrosa o agua fuerte.
Dedica el libro cuarto al beneficio de los minerales de plata por fundición, exponiendo los diferentes tipos de hornos, tanto para fundición, castellanos y de reverbero, como para ensaye y calcinación, y detallando los procedimientos para su erección.
Trata el quinto libro de la separación de plata y oro con relación a otros metales, la copelación y la descripción de las copelas. La separación de la plata del cobre le permite describir la fundición de panes de licuación y los procedimientos a que es indispensable someter a éstos, así como la cementación, beneficio aplicado en Riotinto, y la preparación del agua fuerte para separar el oro de la plata, proceso donde aporta la invención de las retortas tabuladas de barro.
El reconocimiento absoluto al método de Barba llegó a finales del siglo XVIII, cuando comienza a practicarse en varios reales de minas de Nueva España: Pachuca, Sierra de Pinos, Baja California, y en el virreinato de Perú: Oruro y Potosí; y en Europa, venciendo definitivamente todas las reticencias de unos científicos ignorantes de la evolución. Ya en el siglo XIX, el método de Barba obtuvo otro refrendo con su aplicación en las minas de Comstock en el Estado norteamericano de Nevada.
Artículos complementarios
La expedición Malaspina-Bustamante