Las cualidades naturales de Miguel Fleta, nacido en la localidad oscense de Albalate de Cinca el año 1893, lo convirtieron en un tenor de grandes cualidades. Una voz bella, poderosa y dúctil, acompañada por un carácter apasionado, le permitía magníficas interpretaciones de los melodramas de la ópera italiana. Su dosificación del aire al respirar (fiato) le hizo célebre al poder emitir una nota a plena voz reduciendo acto seguido el volumen poco a poco hasta transformarlo en un hilo sonoro apenas audible.
Miguel Fleta
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Se inició cantando jotas aragonesas. De aquel éxito popular surgió el interés por descubrir las capacidades de su voz en otras vertientes musicales, para lo que solicitó plaza de estudio en el Liceo de Barcelona. Culminada esta etapa, la siguiente lo llevó a Italia con la maestra Luisa Pierrich, posteriormente su esposa.
Su debut tuvo ocasión el año 1919 en Trieste cantando la ópera Francesca da Rimini de Riccardo Zandonai; y la consagración le llegó en 1920 en Roma con la ópera Tosca de Giacomo Puccini. Fue el inicio de una carrera internacional que le presentó como tenor lírico spinto (mayor potencia de voz que el tenor lírico) y dramático, teniendo en las interpretaciones de Tosca, Aida y Carmen la mejor respuesta del público, asegurándose un lugar entre los grandes tenores del siglo XX.
El momento más brillante en la carrera de Miguel Fleta ocurrió en 1926 cuando Arturo Toscanini le escogió para cantar en La Scala de Milán el papel de Calaf en el estreno póstumo de la ópera Turandot de Puccini.
También abordó a partir de 1928 el repertorio de la Zarzuela y las canciones populares españolas, alcanzando la misma fama que en la ópera.