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El laringoscopio. Manuel Vicente García

Nacido en Madrid el año 1805, Manuel Vicente García, cuyo nombre completo era Manuel Vicente Patricio Rodríguez Sitches, alcanzó la fama mundial por haber inventado el laringoscopio, aunque antes de tal reconocimiento ya lo era por su actividad musical como cantante de ópera y profesor de canto y su actividad docente como autor de obras musicales y científicas sobre la fisiología de la voz humana.

    La introducción en el mundo de la música de Manuel García vino por la vía de sus padres, primer tenor él en París y soprano ella, y también la influencia de ambos convirtió en cantantes de renombre a sus dos hermanas, María Felicia y Micaela Paulina, más conocidas para el público por sus seudónimos respectivos: Malibrán y Viardot.

Hasta 1814 Manuel García vivió en Madrid con sus abuelos. Desde entonces se trasladó a vivir con sus padres y hermanas a Nápoles donde tomó lecciones de canto con reputados maestros. En 1816 la familia se instaló en París y durante nueve años estudio canto y música en el Conservatorio de la ciudad.

    Corría el año 1825 cuando con motivo de una gira por Estados Unidos, Manuel García debutó en Nueva York interpretando obras de Rossini y Mozart en las voces de barítono y bajo. Al cabo de un año continuó la gira en México y transcurrido otros doce meses, decidió en solitario regresar a París debutando en 1828 en el parisino Teatro de los italianos con la ópera El barbero de Sevilla. A diferencia de lo sucedido en el Nuevo Mundo, en París no triunfó lo esperado, de modo que Manuel se decantó por la docencia del canto y la fisiología de la voz humana en detrimento de la interpretación operística. Se le permitió investigar sobre la laringe en el hospital militar, donde no faltaban casos para investigar. Con la experiencia adquirida escribió Memoria sobre la voz humana, obra que presentó a la Académie des Sciences de París siendo bien acogida.

    Profesor de canto en el Conservatorio parisino, en 1847 publicó en francés Tratado completo del arte del canto, pronto traducido a varios idiomas. Pero debido a la revuelta social de 1848 abandonó París para dirigirse a Londres. Precedido por su fama, aquí ingresó en la Royal Academy of Music, lugar que ocupó hasta su fallecimiento a los 103 años.

    Cabe reseñar que Manuel García, residiendo fuera de España la mayoría de su vida, nunca renunció a su nacionalidad española.

El laringoscopio

El interés de Manuel García por estudiar la fisiología de la laringe como origen de la voz humana, le obligó a inventar un espéculo que complementaba con un manguito móvil y curvo al utilizado por los odontólogos, con una forma adecuada a la garganta y a la incidencia de la luz para revelar la laringe. Sobre sí mismo efectuó las observaciones, y una vez satisfecho presentó en 1855 a la Royal Society de Londres una memoria titulada Observaciones fisiológicas sobre la voz humana, describiendo a la par de los resultados el instrumento de su invención.

    Estudió los movimientos de glotis y laringe junto a la acción de la musculatura del cuello y la influencia de ese conjunto en el timbre y en las variaciones del sonido.

    Y pese a que su trabajo científico no obtuvo un considerable aprecio en la comunidad británica, dada la gran difusión de cuanto se presentaba en la Royal Society, la noticia de sus Observaciones viajó por toda Europa y al cabo el médico austriaco Ludwig Türck aplicó en el Hospital general de Viena el laringoscopio ideado por Manuel García para la exploración de los pacientes afectados de problemas en la laringe. Luego, el checo Johann Czermak introdujo una mejora en el método de iluminación consistente un espejo oftalmoscópico que había sido inventado por Christian G. T. Ruete para las prácticas quirúrgicas.

Manuel Vicente García y su laringoscopio

Imagen de eoi.es

Manuel García recibió importantes homenajes científicos y distinciones académicas en la etapa final de su larga vida, que sumaron al nombramiento de Comendador de la Real Orden Victoriana, a la Gran Medalla de la Ciencia Alemana y a la Gran Cruz de Alfonso XII concedida por el rey de España. La consolidación durante esos años de la Otorrinolaringología como especialidad médico-quirúrgica le proporcionó también una gran popularidad y el reconocimiento como maestro socio-fundador de más de sesenta sociedades laringológicas nacionales e internacionales.

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