Siglo de Oro: Escuelas del barroco literario
Dos son las escuelas o movimientos que constituyen el barroco literario: el conceptismo y el culteranismo o gongorismo; con Francisco de Quevedo y Baltasar Gracián como eximios representantes del primero, y Luis de Góngora, también dándole nombre, del segundo.
Ambos aspectos de la literatura barroca tienden al uso constante del ingenio y al juego de ideas con el propósito de impresionar y realzar el lenguaje, hasta el virtuosismo.
El estilo conceptista se basa casi exclusivamente en el concepto, pero no entendido éste como un pensamiento profundo sino en el sentido de una manifestación del ingenio, de quien lo tiene y de él se sirve; como un acto que expresa la correspondencia de un objeto con otro. El concepto pretende ser un medio de acrecentar el mundo intelectual de lo nombrado, y su esencia radica en la relación de semejanza y diferencia entre dos términos.
El barroco literario español propende al estilo conceptuoso, a una alambicada manera de expresarse que exige del lector, y del preciso destinatario elegido por el genio poético y narrativo, una capacidad fuera de lo común.
La riqueza de metáforas, la propensión al cultismo y la complejidad sintáctica son adyacentes al abuso. Pero un deleite, y también un desafío, para la inteligencia
El conceptismo rompe el equilibrio existente entre la forma y el contenido, provocando que éste se desarrolle a costa de aquélla. El ideal de los escritores conceptistas es decir el máximo con pocas palabras, polisémicas ellas, en un prodigio de síntesis e interpretación del significado.
El culteranismo, a su vez, deriva hacia el préstamo lingüístico, directamente del latín o del griego, referencias ineludibles de la cúspide expresiva, sin sufrir cambios de consideración, o ninguno, en el traslado al idioma de entendimiento; y sin que tal escritura sea exactamente un paseo en verso o prosa por el registro más elevado de la lengua, aunque a menudo conciten una evidente relación.
Ambas escuelas forman parte inextricable de la estética barroca. De ahí que sea inconveniente, también inapropiado, señalar una oposición nítida entre conceptismo y culteranismo o gongorismo, puesto que la esencia del estilo literario barroco radica en el uso extremado del concepto.