Francisco de Goya y Lucientes, nacido en la zaragozana villa de Fuendetodos en 1746, pintor, grabador y dibujante, es el primer gran maestro de la pintura moderna.
Autorretrato (1815).
El pintor José Luzán, en cuyo taller entró como aprendiz Goya, fue quien lo inició en los principios del dibujo. Superada esta fase, en 1763 y 1766 se presentó a sendos concursos en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, para obtener una pensión de estudios en Italia; y aunque no obtuvo premio, en 1770 viajó a Italia, costeándose la estancia, para formarse como pintor. Periodo breve, apenas un año y de vuelta a Zaragoza donde, a lo largo de 1771, pintó una serie de frescos para el coreto de la basílica del Pilar, en los que evidenció notables dotes de colorista y gran habilidad para componer escenas con técnicas audaces como la de los libres linealismos y las deformaciones. De regreso a Madrid la corona le encargó la pintura de uno de los grandes altares para la basílica de San Francisco el Grande, con la imagen de San Bernardino de Siena predicando ante Alfonso V de Aragón.
Entre los últimos trabajos realizados en la capital aragonesa destaca el espléndido ciclo mural sobre la Vida de la Virgen, en la cartuja de Aula Dei, cuya monumentalidad y riqueza cromática sitúan a Goya en la cima de los pintores españoles del siglo XVIII.
Cristo en la cruz
Santas Justa y Rufina
Residiendo en Madrid, por mediación de su cuñado, Francisco Bayeu, trabajó como cartonista en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, localizada en la capital de España; durante diecisiete años se ocupó de tales labores, costumbristas ellas, y forjó el carácter principal de su primera etapa artística.
En 1780 ingresó en la Academia de San Fernando, el 1786 obtuvo el nombramiento de pintor de cámara del rey Carlos III y tres años después el mismo cargo con su sucesor, Carlos IV.
Entre 1787 y 1788, Goya alterna el tema religioso, con las tres soberbias pinturas para la iglesia de Santa Ana en Valladolid y los dos grandes lienzos de la catedral de Valencia dedicados a san Francisco de Borja, con los paramentos decorativos para La Alameda de los duques de Osuna, inspirados por temas costumbristas y anecdóticos, con cartones de tapices que acabaron obteniendo fama mundial: La pradera de San Isidro y La gallina ciega.
Pero la felicidad y prestigio de ese tiempo en la corte quedaron truncados en el invierno de 1792-93 por la enfermedad que lo dejó sordo. La tara física lo aisló hacia su mundo interior, bullente de sensaciones particulares y cognitivas a las que se sumaron las ideas de la Ilustración; nacía en Goya un compromiso social que cristalizó unos años más tarde en su primera serie de grabados, titulada Caprichos.
Capricho 39
Caprichos: Ensayos
En 1793, o acaso a finales de 1792, en Sevilla, Francisco de Goya contrae una enfermedad grave que arrastra su ánimo. Pero ya a mediados de 1793 vuelve a Madrid y a sentarse en la Academia de San Fernando. A principios de 1794, el 4 de enero, escribe una carta a Bernardo de Iriarte en la que manifiesta su estado de salud y avance de sus trabajos: “Para ocupar la imaginación mortificada en la consideración de mis males y para resarcir, en parte, los grandes dispendios que me han ocasionado, me dediqué a pintar un juego de cuadros de gabinete en que he logrado hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas y en que el capricho y la invención no tienen ensanche. He pensado remitirlas a la Academia para todos los fines que V. S. I. conoce”.
Debieron formar parte de los “Cuadros de gabinete” obras tales como Corral de locos, Cómicos ambulantes, El incendio (El incendio de noche), El incendio del hospital, El naufragio y Bandidos asaltando un coche.
Es de suponer que en esta misma época Goya pintó una serie de cuadros con asuntos de brujería y de temática fantasiosa, que vendió a los duques de Osuna en 1798.
En paralelo al proceso mental y social, su carrera continuaba ascendente. En 1795 recibió el nombramiento de director de pintura de la Academia de San Fernando, puesto del que dimitió a los dos años pues estaba en contra de la formación académica en la educación artística.
En 1795 Goya realizó una importante obra de tema religioso, los tres Lunetos de la Santa Cueva de Cádiz. En 1797 se anunció la edición de los Caprichos, publicada al cabo de dos años, con 80 estampas precedidas de un Autorretrato al aguafuerte.
En 1798, año decisivo en la trayectoria artística de Goya, aparte de una serie de admirables retratos, decora al fresco la ermita de San Antonio de la Florida, refundiendo en esta obra ímpetu y grandiosidad barroca, ciertos efectos de gracia rococó y un expresionismo peculiar con deformaciones y simplificaciones inauditas en esa época.
Corría el año 1799, pleno de contradicciones su sentir, cuando fue nombrado primer pintor de cámara de Carlos IV. Su labor como retratista volvió a intensificarse, dando en cada obra una lección de sabiduría pictórica y penetración psicológica. Entre las obras de este periodo citamos: La condesa de Chinchón y Familia de Carlos IV, ambas de 1800, la serie de retratos de la duquesa de Alba y las Majas desnuda y vestida (1803-1806).
Frescos en la ermita de San Antonio de la Florida
La maja desnuda
La maja vestida
La condesa de Chinchón
Retrato de la marquesa de Santa Cruz
Llegamos a 1808. La guerra del pueblo español contra el invasor francés produce honda impresión en Goya, que ya cuenta con sesenta y dos años y sigue atosigado por sus contradicciones y las dudas que se ciernen ante cada reflexión sobre la vida propia y ajena.
Desde esta fecha tan significada de 1808 hasta la de 1818, concluida la guerra por la independencia nacional, devuelto al trono Fernando VII cuatro años ante, su estilo pierde definitivamente las calidades preciosistas dieciochescas para ejecutar una pintura más directa y elemental, con la elección del negro como el color esencial. Figuran destacadas varias colecciones de grabados con títulos explícitos y definitorios: Los desastres de la guerra, Disparates y Tauromaquia.
De este último periodo son también el retrato del Duque de San Carlos y Autorretrato, ambas obras de 1815; año de notable actividad retratista.
Majas en el balcón
Hacia 1819, ya septuagenario, dio un vigoroso giro artístico con sus “Pinturas negras”, realizadas en 1821 y 1822 en una quinta junto al río Manzanares, llamada popularmente “Quinta del Sordo”; fue una etapa breve. Las Pinturas negras se asemejan por el tema a los Caprichos y por la técnica a Tauromaquia.
Enemigo de la política absolutista de Fernando VII y por ella antes o después perseguido, fue a establecerse en Burdeos el año 1824, a guisa de exiliado, ciudad en la que falleció en abril de 1828.
Disparates 6
Tauromaquia: Otra locura suya
Desastres de la guerra 5
Desastres de la guerra
El primer pintor moderno
El arte de Francisco de Goya, enraizado en las corrientes artísticas de los siglos XVIII y XIX, aparece, no obstante, individualizada y en vanguardia de las mismas.
Iniciado en las elegancias cortesanas del rococó, pero sin abundar en estériles academicismos, posteriormente creó un tipo de pintura más personal, admirada por los románticos, que comportaba libertades técnicas y temáticas.
Admirable colorista y dibujante, fue el movimiento impresionista el heredero de su obra; y fueron los movimientos expresionistas y surrealistas, a su vez, los continuadores de su legado creativo y tensamente vital.
En los sesenta y tres cartones para tapiz, ideal recreación del capricho dieciochesco, recogió puntualmente variadas escenas costumbristas, evocadas con una delicada serenidad en El quitasol (1777), con una festiva despreocupación en La cometa (1778), con una chispeante vivacidad en El cacharrero (1778). Estos cartones, conservados en el Museo Nacional del Prado anuncian con su luminosidad las libertades expresionistas.
En consonancia con estas obras aparecen los retratos de su primera madurez, como el de la Marquesa de Pontejos (1786); de un preciosismo que en sus últimos años abandonó en favor de una mayor calidad expresiva, como en el cuadro Don Ramón Satué (1823).
El quitasol
La gallina ciega
La siega
El ciego de la guitarra
La familia de Carlos IV (1800) es una obra maestra del retrato. Goya trasciende los elementos puramente anecdóticos y circunstanciales del cuadro cortesano y presenta a los personajes en su exacta catadura moral y psicológica. La meditada composición del conjunto y la pintura de intensas veladuras superpuestas elevan el cuadro a la categoría de creación genial.
Familia de Carlos IV
Los sucesos de la Guerra de la Independencia afectaron a Goya decisivamente. A partir de bocetos ha representado los acontecimientos en dos cuadros memorables titulados El dos de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos y Los fusilamientos de la Moncloa, ambos de 1814. El dos de mayo de 1808 en Madrid: la lucha con los mamelucos es una obra de traza romántica por su color, el movimiento y el ímpetu; la escena aparece captada muy de cerca y centrada en personajes principales; la técnica es muy pictórica y fundida, trabando tono y color, y comunicando un verdadero sentimiento de lo inmediato. Los fusilamientos de La Moncloa es una obra más concreta y contrastada, menos matizada, de mayor vigor, caracterizada por el empleo de una solución granulosa que produce una textura arenosa y mate; reducida la gama cromática esencialmente al ocre de la tierra y de algunos trajes, el negro del cielo nocturno, el blanco de las camisas de los fusilados y el rojo de la sangre; la simplificación relativa de la forma apoya la unidad del efecto.
El dos de mayo de 1808 en Madrid. La lucha con los mamelucos
Los fusilamientos de La Moncloa
Las “Pinturas negras” es un ciclo de catorce pinturas murales al óleo en las que predomina el color negro, realizadas entre 1819 y 1923. En ellas denunció, como previamente en los Caprichos, males de la sociedad tales como la superstición, la intolerancia, la ignorancia y la violencia, consiguiendo un efecto visual muy expresivo y tenebrosamente plástico; sintetizan todas y cada una de ellas el sentido de lo terrible que emana del conjunto y muestran a los personajes, ya sea uno o varios, desde un ángulo extravagante, dramático e irracional. Ejemplos señeros de ellas son Saturno devorando a sus hijos, Al aquelarre o Riña a muerte a garrotazos.
Estas magníficas composiciones pictóricas, reflejo del espíritu atormentado y visionario del autor, y que tanto han influido sobre el arte moderno, culminan la trayectoria artística de uno de los grandes maestros de la historia del arte.
Aquelarre
Átropos o Las parcas
El tiempo y las viejas
Saturno devorando a su hijo
El incendio
Debe subrayarse que Goya logró las más convincentes y personales realizaciones de su carrera en su etapa de madurez y de vejez.
Por su grandeza y su carácter, por su sentido de recapitulación final de toda la pintura tradicional. Goya no es un especialista, como los pintores que alumbrará el siglo XIX, sino el último pintor del mundo que todavía tiene la riqueza de cualidades de los supremos maestros que desde finales del cuatrocientos crearon la pintura moderna.