Conspiraciones y neutralizaciones
Iniciado el mes de marzo con el ambiente de guerra en el seno del Frente Popular, la principal actividad del gobierno Negrín —además de preservar a sus miembros, y en especial a su presidente, un futuro cómodo y opulento—, sus aliados y correligionarios, fue la de neutralizar y, a ser posible, anular la del coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, y de Julián Besteiro, con todos sus partidarios conocidos y visibles.
Desde la Posición Yuste en Elda, el cuartel general de Juan Negrín y los comunistas que lo sostienen, el día 2 de marzo son a ella convocados el coronel Segismundo Casado y el general Matallana, el primero en Madrid, en la Posición Jaca, en la Alameda de Osuna, el segundo en Valencia. Antonio Cordón (Trayectoria) y Julián Zugazagoitia (Guerra y vicisitudes de los españoles), además de López Fernández (El general Miaja, defensor de Madrid) y Jesús Pérez Salas (Guerra en España 1936-1939), sitúan en la fecha y lugar citados a jefes militares como Miaja, Casado, Matallana y Buiza, que lo es de la Flota basada en Cartagena, y también, aunque genera dudas, a los comunistas Antonio Cordón, Juan Modesto y el ministro Vicente Uribe.
Coincidente al desarrollo de esta reunión, Enrique Líster, Pedro Checa y los principales militares comunistas y el Buró Político del Partido Comunista se trasladaron a Elda para demostrar su apoyo activo a Negrín e impedir cualquier acción contraria a su persona y su jefatura, a la par que ofrecían una imagen de unidad comunista al resto de las formaciones políticas en descomposición y militares opuestos a la supremacía comunista tanto en su estamento como en el civil.
Casado apareció en la Posición Yuste a las once de la mañana. En el despacho de Negrín figuraban el general Matallana y el coronel Cordón. Juan Negrín expuso a los reunidos su intención de nombrar a Matallana jefe del Estado Mayor Central y a Casado jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra. Tras un cambio de impresiones estéril, y en buena medida protocolario para ganar tiempo y no descubrir más cartas de las ya conocidas, Casado y Matallana viajaron a Valencia para entrevistarse con los generales Miaja y Menéndez, a quienes apremiaron para eliminar al Gobierno antes de éste acabara con ellos.
Llegado esa noche a Madrid, Casado recibió información en la Posición Jaca, su cuartel general, acerca del propósito golpista de Negrín y los comunistas que debía haberse llevado a cabo el día 1, “pero vistas las medidas tomadas por el Ejército del Centro y conocedores de que estaban alertados los partidos políticos y las organizaciones sindicales, no se decidieron y aplazaron el golpe, pues consideraron necesarios algunos cambios en los altos mandos”; escrito por Segismundo Casado (Así cayó Madrid).
El control de los medios oficiales y la propaganda
Una pugna de golpes de Estado se producía entre bastidores. Pero la propaganda, tan cara a la izquierda, esmeradamente manejada por los comunistas en el declive del Frente Popular, y los medios oficiales como el Diario Oficial del Ministerio de Defensa (finalizadas sus publicaciones el 24 de enero de 1939 y reanudadas el 3 de marzo del corriente con el número de orden 22) y la Gaceta de la República (interrumpida su publicación el 14 de enero y reanudada el 12 de febrero, con el número de orden 43), obraban en manos y objetivos del gobierno Negrín y sus aliados comunistas.
Inmersos los antagonistas en la guerra por liquidar a la facción contraria, la Gaceta publicó el 12 de febrero los ascensos a teniente general de José Miaja y Vicente Rojo, para atraerlos a su causa, y lo mismo con el ascenso del coronel Segismundo Casado del día 25, que éste ni aceptó ni reconoció por ser un anzuelo para atraerle a la causa de Negrín y los comunistas. Por decreto, en el mismo número se comunicaba la creación de la Comisaría General de Defensa, organismo que unificaba las del Ejército de Tierra, Aviación y la Flota, siendo su director Bibiano Fernández Ossorio y Tafall, hombre de la confianza de Negrín. Y el día 1 de marzo se daba a conocer el ascenso del coronel Antonio Cordón, comunista.
Por su parte, la reanudación de las publicaciones del Diario Oficial del Ministerio de Defensa, causó un tremendo revuelo (nada más allá de lo previsible, en realidad) entre los contrarios al gobierno de Negrín, que intentaron impedir su difusión (el ejemplar consultado por José Manuel Martínez Bande se halla en la Hemeroteca Municipal de Madrid). Casado escribe (en su obra citada anteriormente) que lo decretado en este número 22 del 3 de marzo de 1939 “transformaría el Ejército en un instrumento ciego en poder del doctor Negrín y del Partido Comunista, pero por segunda vez, por indecisión, no se atrevieron a lanzar el plan completo […]. En este Boletín se publicaba el ascenso a general del coronel de milicias Modesto [Juan Modesto Guilloto], miembro del Partido Comunista, y el nombramiento de los tenientes coroneles Etelvino Vega y Tagüeña [Manuel Tagüeña], nombrándoles comandantes militares de Murcia y Alicante [los últimos territorios controlados por Negrín y los comunistas], y al teniente coronel Galán [Francisco Galán], jefe de la base naval de Cartagena. Todos del partido comunista”.
En las disposiciones del Diario de 3 de marzo, consta un decreto firmado por Juan Negrín como ministro de Defensa que dice: “Se asciende a general del Ejército al coronel de Infantería, procedente de Milicias, don Juan Modesto Guilloto, con fecha 27 de febrero, como recompensa a su distinguido comportamiento en diversas operaciones de guerra durante la actual campaña”. Además, publicaba varias circulares del propio Negrín, siendo la principal la de disolver “el actual Grupo de Ejércitos de la Región Centro-Sur”, en virtud de lo cual los Ejércitos del Grupo (Centro, Levante, Andalucía y Extremadura) y los que pudieran constituirse en lo sucesivo, dependerían directamente del ministro de Defensa, a la sazón Juan Negrín, “por intermedio del Estado Mayor Central”. Otra circular nombraba a Antonio Cordón secretario general del Ministerio de Defensa, del que ya era subsecretario; y otras ascendían coroneles a los tenientes coroneles Emilio Bueno Núñez de Prado, Luis Barceló Jover, José Pérez Gazzolo, Francisco Galán Rodríguez, Manuel Márquez Sánchez y Aurelio Matilla. En el mismo número del Diario, Antonio Cordón firmaba circulares con los ascensos a coronel de Infantería de los tenientes coroneles Enrique Líster Forján, procedente de Milicias, y José Luis Coello de Portugal Maisonave, del Estado Mayor; el teniente coronel Garijo quedaba “a las inmediatas órdenes del inspector general de los Ejércitos de Mar, Tierra y Aire, teniente general don José Miaja Menant”; el coronel del Grupo Uniformado de Seguridad, Francisco Galán Rodríguez, quedaba al mando de la Base Naval de Cartagena en cuanto hubiera cesado al general Bernal; el general Matallana quedaba nombrado interinamente jefe del Estado Mayor Central; y eran designados comandantes militares de Alicante, Murcia y Albacete, respectivamente, el teniente coronel procedente de Milicias Etelvino Vega, el teniente coronel de Aviación Leocadio Mendiola Núñez y el mayor también de Aviación Inocencia Curto.
El anarquista José García Pradas (en Cómo terminó la guerra de España) escribe que respecto a los nombramientos citados en el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa (sic) “pudimos evitar su publicación apoderándonos de noche de la imprenta en que editaba el Boletín”.
Máximo dirigente comunista, el ministro de Instrucción Pública Jesús Hernández Tomás (en Hombres made in Moscú), a propósito de los nombramientos explica que: “La serie de medidas adoptadas por Negrín produjeron una impresión terrible en los conspiradores. Sabotearon su publicación en el Diario Oficial del Grupo de Ejércitos, y Casado se negó a radiarlas desde la emisora nacional que se encontraba en Madrid Dijeron que era apócrifo el Diario Oficial del Ministerio de Defensa, que se trataba de un golpe de Estado comunista”.
Segismundo Casado corrobora en sus memorias (Así cayó Madrid) el “golpe de Estado negrinista y comunista”. Concreta que Antonio Cordón, coronel de Infantería, de afiliación comunista, mano derecha de Juan Negrín y hombre de confianza de la Unión Soviética, quedó como jefe supremo de los Ejércitos de Tierra, Mar y Aire, mientras que Juan Modesto, Enrique Líster, Valentín González el campesino y Manuel Tagüeña, todos comunistas, quedaban al mando respectivo de los Ejércitos del Centro, Levante, Extremadura y Andalucía. De este modo, con la inclusión de jefes comunistas, el golpe homónimo se apoderaba de la zona Centro-Sur (la que restaba a la República del Frente Popular), con sus Ejércitos, y de las comandancias de Murcia, Albacete y Alicante más la Base Naval de Cartagena. Casado recibía información del golpe que preparaba Negrín con los comunistas también por medio del Gobernador Civil de Madrid, el socialista José Gómez Ossorio, afecto a él y anticomunista y del comisario de la imprenta del Diario Oficial del Ministerio de Defensa, el asimismo socialista, antinegrinista y casadista.
Aunque Negrín, desde Elda, manejaba el arma de la Gaceta y el Diario Oficial, y que el periódico El Socialista, de Madrid, órgano de los dirigentes de la ejecutiva socialista partidarios de Negrín, el 1 de marzo sostenía aún la proclama del gran aliado soviético y la admirable juventud soviética, encontraba serios impedimentos para ejecutar el plan de los comunistas. Pero con la disolución vía decreto gubernamental del Grupo de Ejércitos se desbarataba la fuerza de los sublevados casadistas, con Miaja y Matallana incluidos pese a su irrelevancia.
La cita rechazada
Oídos sordos, u ojos cerrados, los de Segismundo Casado ante la nueva y desesperada tentativa de Juan Negrín para atraerlo a la trampa de la “Posición Yuste”. La madrugada del 3 de marzo recibe Casado la citación del jefe de Gobierno para que se persone en la Posición Yuste el día siguiente.
Negrín intenta sofocar una sublevación en tres frentes: Cartagena, Madrid y Valencia, contra la que serán estériles los decretos de organización y ascensos. La triple sublevación (que es única, en realidad) cuenta con un cabecilla y unos apoyos tangibles y sólidos que, al parecer, son todos los mandos de la Flota, la Aviación y el Ejército; demasiado enemigo para ignorarlo o suponerlo negociable. Negrín quiere detener a esta cúpula sublevada y retirarla de cualquier posición decisoria e influyente; por eso la convoca a su cuartel general rodeado de la guardia comunista. Temiendo la sublevación inmediata de la Flota, envía al ministro de la Gobernación, Paulino Gómez, correligionario del comisario naval Bruno Alonso, a la Base cartagenera para advertir a los conjurados que el gobierno está al tanto de lo que se proponen y acabará con ello. Complementando esta acción, y por iniciativa de los comunistas Antonio Cordón y Pedro Checa, de los estamentos militar y civil, respectivamente, Negrín ese día 3 también ordena que marchen sobre Cartagena destacamentos de carros y blindados de la base murciana de Archena en apoyo de las brigadas comunistas de la 10ª División, al mando de Víctor de Frutos, cuya vanguardia la forma la brigada 206, acantonada cerca de Valencia, al mando de Artemio Precioso Ugarte, que se dirige de noche según dispuso el jefe del Estado Mayor del Ejército de Levante, Francisco Ciutat.
La respuesta de Casado a esta convocatoria, a la que no piensa acudir, es la de formar un Consejo Nacional de Defensa, destinado a liquidar al Gobierno de Negrín y acordar la paz con los nacionales. Se lo comunicó a su jefe de Estado Mayor y a los de Sección, y luego al coronel Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo, única Gran Unidad fiable en las circunstancias presentes, al general Martínez Cabrera, Gobernador Militar de Madrid, a Vicente Girauta, Director General de Seguridad, y al jefe del S.I.M. en Madrid, Ángel Pedrero.
El 3 de marzo, los cuatro centros neurálgicos todavía en poder de la República que es del Frente Popular y que a la vez pretende romper con el Frente Popular soviético: La Posición Jaca, en Madrid, la Posición Yuste, cerca de Elda, la Presidencia de las Cortes, en París y la Base Naval de Cartagena, presagian el estallido inmediato que acontecerá las tres siguientes jornadas.
Estos días 3 y 4 de marzo de 1939, Negrín telefonea a Casado instándole a que viaje a Elda; pero Casado alega motivos de salud para no desplazarse; Negrín le envía su avión para el traslado rápido; pero Casado niega la conveniencia del viaje para su salud; Negrín insiste por teléfono y Casado también en su declinada postura.
El tira y afloja concluyó con Casado quedándose en Madrid. A las trece y treinta horas, éste avisa a los partidos políticos y organizaciones sociales afines, a Julián Besteiro, al Gobernador Militar y al Director General de Seguridad para que sigan las instrucciones que les fueron remitidas para iniciar la sublevación a las veintidós horas del día 5. A las quince treinta, Casado se reúne en el Gobierno Civil con los ministros que permanecen en Madrid para comunicarles que él se queda en la capital. A las dieciocho horas aterriza en Barajas el avión procedente de Monóvar que ha de trasladar a los ministros y a Casado a Elda. Los ministros volaron al cuartel general del jefe de Gobierno y Casado permaneció en Madrid engañando sobre su actividad.
El último intento de Negrín por atraer a Casado a la Posición Yuste se produjo a las diecisiete horas por teléfono, ordenándole que viajara; otra vez se negó con excusas Casado.
Simultáneamente, en Valencia preside José Miaja una reunión militar del más alto nivel. Antonio López Fernández, en su obra citada, describe la reunión como “una junta de jefes de Ejército, en el mayor secreto, para proceder a la declaración de ilegalidad del Gobierno del doctor Negrín y a la formación de un instrumento de gobierno que permitiera la paz”. A la convocatoria acudieron los generales Matallana, Menéndez y Aranguren, éste en su calidad de Comandante Militar de Valencia, el capitán López Fernández, el coronel auditor del Grupo de Ejércitos de la Región Centro (G.E.R.C.) y el ministro comunista Uribe como notario de la entrevista; al menos el general Matallana fue detenido.
La Diputación Permanente el 3 de marzo de 1939
Ya se ha comentado en la entrada precedente, Memoria recobrada XXXVI, que el 3 de marzo se reunió la Diputación Permanente de las Cortes en un restaurante parisino (clandestinamente porque Francia había reconocido el día 27 de febrero al Gobierno Nacional de Burgos), con Martínez Barrio como presidente y los altos cargos del Frente Popular ahora cuestionado y con ganas de abolirlo para limpiarlo de comunistas y socialistas unificados: Zugazagoitia, Fernández Clérigo, Araquistáin, Prat, Albornoz y Jáuregui.
Juan Negrín insistía telegráficamente sobre Martínez Barrio para que junto al general Rojo viajaran a España y así ofrecer una imagen de unión, legalidad vigente y firmeza en absoluto real. Vicente Rojo y Diego Martínez Barrio hicieron oídos sordos, cada uno a su manera, a la demanda de Negrín.
En la reunión de la Diputación Permanente citada se aprueba una propuesta de Jáuregui, diputado vasco, por la que ésta acepta la dimisión de Azaña y delega en Martínez Barrio, su presidente, las acciones para “liquidar con el menor daño y sacrificio posibles y en función de un servicio humanitario, la situación de los españoles”. Pero Martínez Barrio se niega a jurar el cargo (algo que le era indeseable) hasta que Negrín, en situación jurídica y política de ilegalidad, responda a un radiograma urgente en el que se le pide acepte las condiciones explicitadas en la reunión parisina. Por su parte, el desesperado y quimérico Negrín no contesta al requerimiento.
La Posición Yuste el 4 de marzo de 1939
Al mediodía del 4 de marzo se presentó en la Posición Yuste, cuartel general de Negrín, el coronel Francisco Galán, aún ignorante de su reciente nombramiento como jefe de la Base Naval de Cartagena. Para recibir instrucciones. Se las dio el propio Negrín en presencia del flamante general Antonio Cordón, secretario y subsecretario de Defensa a la vez, el exministro comunista Jesús Hernández Tomás, ahora desempeñando el cargo de comisario inspector de las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire, y el delegado de la Comintern, el hombre de Moscú, Palmiro Togliatti alias Alfredo.
Galán ha de salir de inmediatamente hacia Cartagena para tomar el mando unificado de la Base Naval y la plaza; debe impedir a toda costa la huida de la Flota. Se le anunció que coincidiría su llegada con las tropas mandadas desde Murcia; pero no fue así.
El comisario de la Flota, Bruno Alonso, después de entrevistarse con el comisario general de Defensa, Bibiano Fernández Ossorio y Tafall, en Cartagena, enviado anticipadamente por Negrín para allanar el terreno, con el almirante Buiza presente, se desplazó a Murcia junto con Ossorio para reunirse con los comunistas Enrique Líster, Pedro Checa, Artemio Precioso y el recién llegado de Elda, Posición Yuste, Francisco Galán. Los informes que traían de Cartagena eran más que preocupantes, así que Galán no esperó a encomendarse a la protección de la tropa comunista a la que faltaban horas para llegar a Murcia capital.
Ese 4 de marzo no cabía duda en Negrín que la sublevación en Cartagena y Madrid, con Buiza y Casado respectivamente, estaba a punto de producirse. Por lo menos en Cartagena, pensaba, podría anticiparse o evitarla.
Fuentes
Ricardo de la Cierva y Hoces, La victoria y el caos. Ed. Fénix
José Manuel Martínez Bande, La lucha por la victoria. Vol. II. Monografías de la Guerra de España n.º 18. Servicio Histórico Militar. El final de la Guerra Civil. Monografías de la Guerra de España n.º 17. Servicio Histórico Militar.
Luis Suárez Fernández, Franco. Crónica de un tiempo. Tomo. I. Ed. Actas
Pío Moa Rodríguez, Los mitos de la guerra civil. Ed. La esfera de los libros.
César Vidal Manzanares, La guerra que ganó Franco. Ed. Planeta.