La línea ferroviaria entre La Habana y Güines
La primera línea ferroviaria de España se inauguró el 19 de noviembre de 1837 en la provincia de Cuba; asimismo fue el primer ferrocarril que circuló en Iberoamérica.
Esta línea pionera que debía unir las localidades isleñas de La Habana y San Julián de los Güines comprendió dos fases, la del trazado de La Habana a Bejucal y desde aquí a la estación término de Güines. Este novedoso paso en los medios de transporte situó a Cuba, provincia de España, en el octavo lugar en la escala de territorios con ferrocarril en uso, por delante de Estados europeos de la importancia de Italia, Holanda y Suiza.
A la metrópoli llegó el ferrocarril en 1848, con la línea entre Barcelona y Mataró, de aproximadamente treinta kilómetros de longitud; a continuación se trazaron la de Madrid a Aranjuez, en 1851, y la de Gijón a Langreo un año después.
La pujante economía cubana, destacable en la producción de azúcar, ron y tabaco, y bien relacionada con las potencias económicas en las dos orillas del océano Atlántico, impulsó el proyecto ferroviario. En torno a 1830, el polifacético pacense Marcelino Calero y Portocarrero, editor e impresor de libros y periódicos político liberal, empresario e inventor, afincado en Londres, ideando proyectos ferroviarios para España, sugirió al gobernador de la Capitanía General de Cuba, Francisco Dionisio Vives, con buen criterio y sólida planificación, el acierto de construir un ferrocarril en la isla por una sociedad anónima, con línea inaugural de La Habana a Güines.
La Real Junta de Fomento, presidida por Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos, II conde de Villanueva, aceptada la propuesta se encargó por sus representantes de contratar al ingeniero norteamericano Benjamin H. Wright en 1833, mandándole redactara la memoria del proyecto de construcción de un ferrocarril entre La Habana y Güines, lo que hizo en colaboración con el español Nicolás Campos, destacado funcionario de la Real Junta de Fomento.
Presentado el proyecto a la reina de España Isabel II, menor de edad, dio su conformidad en la persona de su madre, la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, quien lo sancionó el 12 de octubre de 1834, fecha simbólica donde las haya; era presidente del Consejo de Ministros Francisco Martínez de la Rosa. El 9 de diciembre de 1835 comenzaron las obras, harto dificultosas por las influencias del clima y la orografía, dando lugar a enfermedades tropicales en los operarios y a la perforación del primer túnel en la isla, llamado del Socavón, y el trabajoso puente de sillería sobre el río Almenares.
A principios de otoño de 1837 estaba concluido el primer tramo de la línea, de veinticinco kilómetros, que unía La Habana con Bejucal. Pero la fecha elegida para la inauguración oficial fue la del 19 de noviembre, onomástica de la reina. El siguiente tramo, hasta completar el trazado, cubría otros cuarenta y cinco kilómetros, con final en San Julián de los Güines.