Los vuelos sin escalas del Casa-Breguet 19 TR Bidón Jesús del Gran Poder
Ignacio Jiménez Martín y Francisco Iglesias Brage
El sesquiplano Jesús del Gran Poder, avión preparado para vuelos largos sin escalas, fue bautizado por S.M. Doña Victoria Eugenia el tres de abril de 1928, en ceremonia celebrada en el aeródromo de Tablada en Sevilla. Con esta aeronave, los capitanes Jiménez e Iglesias, de la Aviación Militar, llevaron a cabo un primer intento de batir la plusmarca mundial de distancia el veintinueve de mayo de 1928, cubriendo sin escala alguna el trayecto hasta la India, aunque no lograron su propósito al únicamente recorrer los 5.100 kilómetros que separan Sevilla de Nassiriah, en Iraq, donde tras 27 horas de vuelo ininterrumpido hubieron de tomar tierra a causa de la avería en el motor causada por una tempestad de arena.
Al año siguiente, el 24 de marzo, a las 17 horas y 35 minutos, tripulado por los mismos aviadores, el Jesús del Gran Poder aspiraba a superar la marca mundial de distancia volando de Sevilla a Río de Janeiro en un salto; con navegación a estima y astronómica para evitar más peso del imprescindible. Pero tampoco esta vez acompañó la fortuna a los intrépidos aviadores, obligados a tomar tierra en la ciudad brasileña de Bahía, tras cuarenta y cuatro horas ininterrumpidas de vuelo y cubiertos 6.540 kilómetros del total previsto. De nada sirvió la perfecta navegación y el idóneo funcionamiento del aparato, puesto que la irrupción de fuertes vientos contrarios a partir de la segunda mitad de la ruta forzaron a un consumo imprevisto de combustible.
El objetivo de superar la plusmarca de distancia sin escalas no pudo alcanzarse, sin embargo fue conseguida la mejor marca mundial de duración de un vuelo de avión terrestre (no hidroavión) sobre el mar y la segunda marca absoluta de duración de un vuelo.
Prosiguió el viaje del Jesús del Gran Poder y los capitanes Jiménez e Iglesias felizmente desde el aeródromo de Cassamary en Bahía a Río de Janeiro, y de ahí volaron sucesivamente a las ciudades hispanoamericanas de Montevideo, Buenos Aires, Santiago de Chile, Arica, Lima, Patía, Colón, Managua, Guatemala y La Habana, donde llegaron el 17 de mayo de 1929 habiendo recorrido un total de 22.000 km durante 121 horas de vuelo, y siendo el primer avión español en sobrevolar los Andes en sentido Buenos Aires a Santiago de Chile. De ésta última capital partieron los militares españoles con la misión diplomática, solicitada por el presidente chileno, de entregar a su homólogo peruano el documento que zanjaba la cuestión de Tacna y Arica, que unos años antes había ensangrentado el continente.
Concluido el periplo de visitas y honores, el 7 de junio regresaban a España por vía marítima embarcados en el crucero Almirante Cervera.
Como recompensa a esta hazaña les fue concedida a los capitanes Jiménez e Iglesias la Medalla Aérea.
Los capitanes Ignacio Jiménez Martín y Francisco Iglesias Brage, junto al Jesús del Gran Poder.
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Casa-Breguet TR19, Jesús del Gran Poder, en el Museo del Aire.
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Ignacio Jiménez Martín
Nacido en Ávila en 1898, Ignacio Jiménez Martín ingresó en la Academia de Infantería a los dieciséis años. Promovido a alférez en 1917, fue destinado al Grupo de Regulares Indígenas n.º 4 de la Comandancia General de Larache, participando en numerosas acciones de las que se destacan las habidas en la cuenca del río Lucus en febrero de 1919.
En octubre de 1929 se incorporó al aeródromo de Cuatro Vientos, en Madrid, para realizar el curso de observador aéreo, y en diciembre el de piloto; titulado en mayo de 1920 se trasladó al aeródromo de Sania Ramel, en Tetuán, con destino en la escuadrilla de los aviones De Havilland DH-4, para misiones de reconocimiento y bombardeo, por las que fue destacado y felicitado.
En 1921 ingresa en la Escuela de Tablada, en Sevilla, como profesor de vuelo; y a finales de 1922 regresa a Marruecos para integrarse en el 4.º Grupo de aviones De Havilland DH-9 en misiones de bombardeo, actuando como piloto y observador alternativamente.
En 1923 pasa a la base de hidroaviones de El Atalayón, próximo a Melilla.
Con el empleo de capitán, en 1925 efectuó un vuelo de doce horas ininterrumpidas, lo que supuso una plusmarca nacional, batida dos días después al añadir una hora más en el aire. Este año también participó en el desembarco de Alhucemas a bordo de hidroaviones Dornier Wal.
Impelido del espíritu que provoca superar grandes desafíos, entre 1926 y 1927 formó parte de la Patrulla Atlántida, a las órdenes del comandante Rafael Llorente, en la aventura (raid aéreo) que voló en formación de tres Dornier Wal desde Melilla a Bata, en la Guinea española, en un recorrido de ida y vuelta que sumó 15.000 kilómetros. A continuación, tuvo lugar la hazaña del Jesús del Gran Poder con el capitán Iglesias.
Ya en 1931, tiempo ha finalizada la campaña de Marruecos, representó a España en el Congreso de Aviadores Transoceánicos celebrado en Roma.
Francisco Iglesias Brage
Nacido en El Ferrol, provincia de La Coruña, en 1900, Francisco Iglesias Brage ingresó en la Academia Militar de Ingenieros, y promovido a teniente en 1923. Su primer destino fue la Comandancia de Ingenieros de Ceuta, en servicio de fortificaciones y defensa de las mismas, con destacada actuación el año 1924.
En 1925 realizó el curso de observador de aeroplano, y al cabo regresó a las escuadrillas de Melilla en misiones de reconocimiento y bombardeo, además de participar en el desembarco de Alhucemas.
Ya piloto y ascendido a capitán, junto al capitán Jiménez emprendió el desafío del Jesús del Gran Poder.
La comisión creada por la Sociedad de Naciones (con sede en Ginebra, Suiza, germen de la futura Organización de Naciones Unidas), llamada Trapecio de Leticia, territorio en litigio de la cuenca del Amazonas comprendido entre Perú y Colombia, le nombró miembro; ocasión que aprovechó para realizar vuelos y navegaciones fluviales que sirvieron a su inquietud científica para acopiar información y muestras relativas a la cultura, flora y fauna de aquella zona, consiguiendo notorias colecciones.
En 1939 desempeñó la Secretaría General del Ministerio del Aire y desde 1947, colaborando en el equipo de César Gómez Lucía, ayudó al desarrollo de las líneas aéreas españolas.