“Cuanto más dinero hay menos vale. Lo abundante se abarata.”
Teólogo y canonista, docente y estudioso de la Economía y el Derecho, Martín de Azpilicueta y Jaureguízar nació en la localidad navarra de Barásoain el año 1491, origen que dio lugar a su apelativo de Doctor Navarro. Vinculado a la Escuela de Salamanca (llamada Escuela Española y también Escuela Española de Economía), se le reconoce como un precursor y maestro de la economía clásica.
Martín de Azpilicueta cursó Teología en las universidades de Alcalá de Henares y Toulouse, ordenándose sacerdote en esta última en 1516 y ejerciendo como profesor de Derecho canónico. Durante tres décadas fue docente en Cahors, Salamanca, desde 1524, y a instancias de Carlos I en Coímbra, universidad esta que organizó.
Asesor dilecto de Carlos I, en menor medida de Felipe II, y de los pontífices Pío V, Gregorio XIII y Sixto V gracias a su capacidad oratoria y extraordinarios conocimientos.
El canonista Doctor Navarro expresó adecuadamente el sentido de la Universidad en su época, asumiendo fervientemente el compromiso de dar respuesta doctrinal a las cuestiones planteadas por la dinámica universal del momento, a la sociedad eclesiástica y al poder civil. Sus obras, de las que en líneas posteriores daremos cuenta, tejen continuas referencias a las normas y los criterios doctrinales recibidos del Medievo con idea de seleccionar los criterios de mejor fundamento para las tareas eclesiástica y política y, asimismo, para la formación de las conciencias.
El resultado escrito de su docencia en la Universidad de Salamanca se plasma en una glosa al Decreto de Graciano sobre la penitencia, estudios sobre el jubileo y las indulgencias, comentarios sobre el poder real y las actividades de la sociedad civil, un tratado sobre las rentas de los beneficios eclesiásticos y varios genéricos sobre los cambios y la usura. Temas propios de la Escuela de Salamanca en su devenir histórico y científico.
Trasladado a la Universidad Coímbra en 1538, allí surgieron sus primeras publicaciones, prontamente difundidas por Europa, y su obra más destacada: Manual de confesores, cimiento de la Teología Moral, como disciplina científicamente autónoma, publicado en 1552 y 1553.
Autor prolífico y diverso, original en la estructura de sus obras, con un número importante de ensayos y tratados en los que incluyó datos significativos que ilustraron la esencia doctrinal e histórica en ellos impresa.
Imagen de escolasticos.ufm.edu
Estudios de Economía
Defensor del libre mercado y de la legitimidad del cobro de intereses por los préstamos, los estudios de Martín de Azpilcueta sobre los conceptos económicos de valor y precio postularon su teoría cuantitativa del dinero y la teoría del valor y la escasez.
La teoría cuantitativa del dinero
En 1556 apareció su Comentario resolutorio de cambios, obra donde analiza el incremento de los precios en España debido a la recepción del oro y la plata, principalmente, provenientes del Nuevo Mundo: el alza de los precios responde a la cantidad de dinero circulante. No obstante, con la llegada masiva de estos metales tan cotizados, con su abundancia en el mercado, fueron perdiendo valor en relación con otros bienes que lo ganaron y en consecuencia se generó una fuerte inflación.
Los precios también se veían afectados por la velocidad de circulación del dinero: la velocidad de los movimientos económicos condiciona el aumento de los precios en aviso a una posible situación de escasez futura. En la misma línea. señaló que el aumento de precios no era igual para todos los bienes o servicios adquiribles en el mercado.
La legitimidad del cobro de intereses a los préstamos
Ya que el dinero era una mercancía como cualquiera para comerciar, todo préstamo debía satisfacer unos intereses. En los tratados Comentario resolutorio de cambios y De usuris plasmó este convencimiento: el precio del dinero (el interés debido por el préstamo) era fácilmente determinado si las operaciones se realizaban en un único país y dado que el dinero era una mercancía más, fundamentando su precio en la ley de oferta y demanda. Pero si la operación era de ámbito internacional había que tener en cuenta la oferta de dinero en cada Estado o Nación porque variaría el precio final al entrar en juego, además, factores ineludibles como la distancia de los intercambios, el riesgo y los costes del transporte, y las dificultades de cobro en los pazos estipulados.
Tales razonamientos legitimaban la aplicación de intereses a los préstamos, descartando el concepto de usura.