El misionero dominico Tomás Martínez Goínez, obispo Tomás de Berlanga en el futuro, nacido en la villa soriana de Berlanga de Duero el año 1487, descubrió las islas Galápagos en el viaje que le llevaba desde Panamá a Perú. En la Universidad de Salamanca obtuvo el grado de maestro en Santa Teología y en 1510 inició su tarea evangelizadora en el Nuevo Mundo. A él se debe el transporte de simientes de plátano canario que al cabo se extendieron generosamente por todo el dominio español.
En 1531, residiendo en Panamá, se le consagró como prelado superior de Santa María la Antigua del Darién, en Tierra Firme o, también, Castilla del Oro; rango eclesiástico equivalente al de obispo, el primero de ese territorio.
Establecidos en junio de 1529 los límites de las gobernaciones de Nueva Castilla, asignada a Francisco Pizarro, y de Nueva Toledo, asignada a Diego de Almagro, por provisión real con fecha de julio de 1534, el obispo Berlanga debía comprobar los límites de cada cual y, en su caso, acatar lo dispuesto si no se cumplían debidamente.
El 23 de febrero de 1535 el obispo Tomás de Berlanga embarcó en Panamá para una travesía marítima hasta Perú con la misión específica citada y, al hilo, analizar la política del gobernador Francisco Pizarro en relación con las capitulaciones otorgadas y las actuaciones de los encomenderos para con los indígenas. Recordemos que el 26 de junio de 1529 la emperatriz Isabel, por ausencia del emperador Carlos que por aquel entonces presidía las Cortés de Monzón, firmó en Toledo las capitulaciones que concertaban a Francisco Pizarro con la Corona de España en la conquista del Perú.
A los siete días de navegación costeando, frente a la ecuatoriana Punta Galera, el viento remitió y las fuertes corrientes arrastraron el barco muy lejos mar adentro. El 10 de marzo divisaron una isla, la primera del luego denominado archipiélago de las Galápagos; de inmediato hollaron esa tierra desconocida para los europeos donde vivían confiadas unas grandes tortugas que los españoles llamaron galápagos junto a iguanas, aves nunca vistas y leones marinos igualmente tranquilos ante la presencia curiosa de los humanos.
Fray Tomás de Berlanga
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La denominación oficial del archipiélago de la Galápagos a partir del siglo XIX es Archipiélago de Colón, integrado por quince islas mayores —las principales: Isabela, Fernandina, Santa Cruz, San Salvador y San Cristóbal— y cuarenta menores, y en sólo la de San Salvador, también llamada de Santiago, abunda el agua potable.
En 1546 el capitán español Diego de Rivadeneira, en travesía a Guatemala desde Perú, vio las mismas islas que llamó Encantadas, pues le parecieron volcanes que flotaban con un aspecto desolado sobre el océano.