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Campañas en los Países Bajos de 1574 a 1576

A finales de 1573 el duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, traspasó los poderes de Gobernador de los Países Bajos al Comendador Mayor de Castilla, Luis de Requesens, en cuya acreditación figuraba haber sido gobernador de Milán, embajador en Roma y lugarteniente de don Juan de Austria en la batalla de Lepanto.

    La primera medida adoptada por Luis de Requesens fue la de socorrer a las villas de la provincia de Zelanda; pero las acciones emprendidas, aunque meritorias, devinieron en fracaso.

Asedio de Maastricht (Mastrique)

El gobernador Requesens sólo contaba a principios de 1574 en Zelanda con nueve compañías al mando de Julián Romero y no llegaba a dos de caballería; situación favorable para una ofensiva de los rebeldes protestantes que les proporcionara varias de las ciudades de esa provincia que era, a la sazón, donde se gobernaba los Países Bajos.

    De modo que Luis de Nassau entró en Brabante con tres mil caballos y seis mil infantes para establecer el 21 de febrero de 1574 un campamento a legua y media de la plaza de Maastricht, defendida por una guarnición de trescientos alemanas al servicio de España.

    El gobernador Requesens ordenó que se movilizaran hacia la plaza sitiada todas las compañías cercanas; la primera en presentarse fue la de caballería de Bernardino de Mendoza, que de inmediato hostigó al enemigo, después llegaron trescientos arcabuceros del Tercio Viejo de Sicilia y setecientos valones.

    Ante las acometidas, los protestantes optaron por buscar un emplazamiento más próximo a la ciudad, una aldea a un cuarto de legua, y fortificarse.

    Continuaron los días siguientes los ataques y emboscadas de las tropas españolas, hasta provocar el 21 de marzo el levantamiento del sitio. Los protestantes marcharon a resguardarse en los castillos que dominaban en la provincia para minorar en daño que recibían.

Batalla de Mook

la batalla de Mook supuso la máxima hazaña durante el gobierno de Luis de Requesens y ocasionó la muerte de dos hermanos de Guillermo de Orange.

    El 3 de abril de 1574 llegó desde la provincia de Holanda, donde tenían sitiada la plaza de Leiden, a Maastricht los maestres de campo Hernando de Toledo y Gonzalo de Bracamonte con 25 banderas de los Tercios Viejos de Nápoles, Lombardía y Flandes. El despliegue empujó a los rebeldes protestantes a las orillas del Mosa en busca del ejército reclutado por Guillermo de Orange. Y al hilo de este movimiento, los españoles al mando de Sancho Dávila, y como segundo Bernardino de Mendoza, fueron a cortar el camino a la vanguardia enemiga, que mandaba Luis de Nassau, a marchas forzadas y luego cruzando el río para completar la sorpresa.

    Tras una serie de escaramuzas los días 13 y 14 de abril, el 15 los piqueros, arcabuceros y escuadras españoles con el apoyo de los valones al mando de Cristóbal de Mondragón rompieron la unidad del ejército enemigo, al que causaron tres mil muertos, incluidos sus tres jefes, Luis de Nassau, Enrique de Nassau, ambos hermanos del cabecilla de la rebelión Guillermo de Nassau, príncipe de Orange, y el duque Palatino, por cincuenta propios entre muertos y heridos.

Campañas en la provincia de Holanda

Era imprescindible reconquistar Buren, Utrecht, Amsterdam y Haarlem para que la provincia de Holanda, y en su conjunto los Países Bajos al cabo, volviera a dominio español. Lo cual exigió atacar por varias partes de la misma.

    La villa y el castillo de Buren, situados en el camino hacia Utrecht, fueron las primeras acciones consumadas en junio de 1575.

    El coronel Cristóbal de Mondragón consiguió tomar la isla de Finart, frontera con la provincia de Brabante y enlace con otras islas de Holanda.

    En la ruta de Utrecht también figuraba como objetivo las villas de Oudewater y Schoonhoven, a orillas del Rin, separadas por tres leguas, aunque pequeñas bien fortificadas y guarnecidas por tropas francesas, inglesas y holandesas. Correspondió tomarlas al maestre de campo Fernando de Toledo, secundado por los coroneles Julián Romero y Francisco Valdés, los tres al frente de sus Tercios Viejos, tomarlas en agosto de 1575; los defensores se rindieron sin condiciones. En días sucesivos se tomaron dos fuertes cercanos situados a dos leguas de Schoonhoven.

    El factor sorpresa, el arrojo y la eficaz combinación de las distintas armas en los asaltos suplieron el menor número de efectivos.

    Pero estas victorias aún no eran suficientes para contrarrestar la fuerte ofensiva que habían desencadenado los protestantes rebeldes y sus aliados en las provincias que formaban el territorio de Flandes.

Campañas en la provincia de Zelanda

Quería el gobernador Requesens disponer de algún puerto en Zelanda que facilitara la llegada de una armada española. Con esta ventaja podría someterse la provincia y por extensión derrotar a los rebeldes. El objetivo trazado fue la isla de Zierickzee, que contaba con un puerto capaz de acoger esa armada.

    El 28 de septiembre de 1575 ordenó el gobernador que una tropa ocupara la isla de Philipislandt, vadeara la lengua de agua que la separaba de la isla de Duvelandt y desde esta, por idéntica vía, alcanzaran la de Zierickzee. Una vez en esta codiciada isla, la tropa debía establecer las condiciones favorables para proteger el desembarco de nuevas tropas que, como la vanguardia, tenía que cruzar el agua por el vado en fila de a uno con el agua al pecho y los brazos en alto cargando las diversas armas: picas, arcabuces, espadas. Guiaba a los soldados de la vanguardia en el difícil paso el capitán Juan Osorio de Ulloa.

    Los soldados en el vado sufrieron el cañoneo y los arcabuzazos de la flota rebelde, practicando sus tiros sobre unos blancos indefensos. Pese a ello, Juan Osorio atacó y conquistó el dique en Duvelandt con sólo quince hombres, la extrema vanguardia, logrando a la primera descarga de arcabuces que la guarnición de la isla saliera huyendo; a continuación estos mismos hombres tomaron el resto de fuertes en la isla.

    Partiendo ahora de Duvelandt, los soldados de los coroneles Sancho Dávila y Cristóbal de Mondragón, nuevamente con Juan Osorio al frente, vadearon a pie la legua y media de mar que les separaba de la isla de Zierickzee, y como anteriormente, aquí también hicieron correr a los quinientos hombres de la guarnición, y se posesionaron de los fuertes menos el principal, llamado de Bommenze, en la villa que daba nombre a la isla.

    Pretendieron los holandeses a cargo de la defensa del fuerte posponer, si no anular, el ataque español, con idea de romper algunos diques que posibilitaran el acceso de barcos para su auxilio. Pero los españoles no concedieron espacio para las maniobras atacando el 23 de octubre. Este primer asalto resultó fallido, así que dos días después se produjo el segundo. Y hubiera corrido el asalto la misma mala suerte de no ser por una brava determinación de un mosquetero, apellidado Toledo, que se lanzó sobre la muralla y los enemigos armado con una rodela, seguido en el acto por sus compañeros que en conjunto ganaron el fuerte.

    No obstante la victoria y la posesión, durante meses hubo que rechazar las incursiones de barcos rebeldes por los diques rotos.

    El 5 de marzo de 1576 murió de peste en Bruselas el gobernador y capitán general Luis de Requesens. Del gobierno de Flandes se hizo cargo el Consejo de Estado, mientras que el mando del Ejército correspondía al conde de Mansfeld, Pedro Ernesto de Mansfeld. El rey Felipe II confirmó al Consejo de Estado, formado por naturales de los Países Bajos, y al mando militar.

    A todo eso, los españoles proseguían el asedio de la ciudad de Zierickzee para dominar por completo la isla. En vano intentó Guillermo de Orange quebrar el bloqueo para socorrer a los sitiados, de modo que a finales de junio los sitiados optaron por la rendición.

Venciendo a la estrategia de la traición

El príncipe Guillermo de Orange aprovechó la oportunidad que le ofrecía la muerte de Luis de Requesens para entablar conversaciones con miembros del Consejo de Estado y gobernadores de villas principales, con el objetivo de organizar una revuelta generalizada también armando a los civiles. Enterados los mandos españoles de tales movimientos, decidieron concentrar sus fuerzas en la provincia de Brabante, situada en el centro de la actual Bélgica y con capital en Bruselas.

    Además de las acciones coordinadas por los rebeldes protestantes, sus aliados de Inglaterra y Francia, y los traidores a la Corona de España, las guarniciones con tropas valonas y alemanas de los fuertes leales a España se adhirieron con inusitada rapidez a la estrategia de Guillermo de Orange.

    Previsor por naturaleza y oficio, Sancho Dávila almacenó provisiones en el castillo de Amberes para dotar de sustento a los cuatrocientos españoles que lo guardaban. Únicamente quedaban con guarnición española las plazas de Liere, Maastricht, Utrecht, Viennen, Gante, Alost (con tropas españolas amotinadas, no obstante) y Valenciennes; un total de seis mil soldados leales desperdigados para contener una revuelta que tan solo dejaba de afectar a la provincia de Luxemburgo. El cambio de bando de los nobles flamencos había sido generalizado.

    Confiados en la superioridad abrumadora, las huestes de Guillermo de Orange preparaban el asedio de Gante, defendido por una exigua dotación de ciento cuarenta españoles, a mediados de septiembre de 1576. En eso tuvo lugar una, en principio, escaramuza entre un cuerpo de ejército y los escasos hombres a disposición de Bernardino de Mendoza en las inmediaciones de Lovaina, con resultado de notable victoria para los españoles.

    En Maastricht los rebeldes sobornaron a las tropas alemanas de guarnición, teniendo que hacerse fuertes los pocos españoles presentes en la plaza en dos torreones del castillo; pero como su resistencia fue en grado heroico, permitieron que el enemigo fuera derrotado, y, por ende, conservada la plaza, al llegar a la carrera el auxilio de las tropas de Fernando de Toledo y Martín de Ayala el 20 de octubre de 1567.

    Los de Orange apretaron el cerco sobre Gante, ya escasos de pólvora y vituallas los defensores.

    También acometieron los rebeldes el asedio a la ciudad de Amberes, para cuya defensa se ordenó venir desde la isla de Zierickzee a cuatro compañías del coronel Cristóbal de Mondragón debido a que las pocas tropas al servicio leal de la Corona española en Brabante no daban abasto al estar casi todas las villas de la provincia en rebelión y los caminos en poder del enemigo. Los soldados de Andrés Hurtado de Mendoza guerreaban continuamente en la provincia de brabante logrando frenar el avance rebelde. Aun así, el 3 de octubre invadía Amberes el ejército de Guillermo de Orange y sus aliados al acordarlo con los gobernadores de la ciudad. Otra traición que sumar a las muchas cometidas. Sancho Dávila con sus hombres se mantuvo firme en el castillo observando las tareas de zapa y fortificación que los rebeldes emprendieron en las calles que daban al castillo para facilitar su asedio.

    Ascendían a veinte mil los sitiadores, entre soldados y civiles armados, una desproporción abrumadora que, sin embargo, no arredró a Sancho Dávila. De inmediato, la primera noche del sitio, efectuaron los españoles una salida para reconocer las fortificaciones, matando a cincuenta enemigos. Al día siguiente se pudo escuchar a gran distancia el duelo artillero protagonizado por atacantes y defensores, lo que impulsó a los españoles amotinados en Alost a deponer su actitud y dirigirse raudos en auxilio de sus compatriotas de Amberes. Los soldados provenientes de Alost se unieron a los destacamentos de Julián Romero y Alonso de Vargas, un total de seiscientos hombres, que acudían a reforzar a los sitiados. En tropel entraron en el castillo de Amberes para satisfacción y alivio de Sancho Dávila. Ya eran dos mil doscientos los infantes españoles, con ochocientos alemanes y quinientos caballos con los que afrontar una nueva salida. Corría el 4 de noviembre de 1576 cuando se produjo, forzando a retirarse de sus posiciones a los rebeldes sitiadores. Sucedieron incendios al avance de unos y la huida de otros, pereciendo al final del combate catorce españoles por dos mil quinientos holandeses.

    El dominio de la importante ciudad de Amberes culminó los dos años de campaña.

Artículos complementarios

    Bernardino de Mendoza

    La Trinidad de Flandes

    Batallas de Groningen y Jemmingen

    Operaciones contra los protestantes en 1572

    Duelo de estrategias en los ríos de Flandes 

    Los Tercios regresan a Flandes


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