El Imperio en Europa: la reconquista de Flandes
A la muerte del gobernador Luis de Requesens, en Milán recibió la orden don Juan de Austria para hacerse cargo del gobierno de los Países Bajos. Habiendo sido anteriormente reforzada la defensa de Amberes, pero harto complicada la situación en las diecisiete provincias, los soldados españoles acogieron con alegría este nombramiento.
Juan de Austria llegó a Luxemburgo cumpliendo el encargo de su hermano el rey Felipe II. Bien No seguro de lo que se le proponía, se vio obligado a firmar el documento que se llamó Edicto Perpetuo el 17 de febrero de 1577; y no le faltaba razón para desconfiar de aquel acuerdo con un Consejo de Estado de los Países Bajos afecto o proclive o tendente a la causa de los enemigos de España. Según este edicto los soldados españoles, los famosos Tercios, debían abandonar el territorio de las diecisiete provincias dejándolas, en consecuencia, a merced de los partidarios del príncipe de Orange y sus aliados franceses y británicos.
Dada la inercia de abandono, también la ciudad de Amberes cambió de manos quedando vacías las de España en Flandes. Y eso que el gobernador admitido era Juan de Austria, un gobernador sin ejército ni apoyos.
Pesquisas ulteriores confirmaron el temor de Juan de Austria; el príncipe de Orange maniobraba para sustituir al gobernador español por Matías de Austria, una figura títere que aceptó el cargo. Con este movimiento la guerra iba a reiniciarse., por lo que Juan de Austria pidió el regresó a sus compañeros de los Tercios Viejos de Italia.
La reconquista de Flandes
Valga recordar que se denomina Flandes al conjunto de las diecisiete provincias que componían los Países Bajos, y no sólo a la de este nombre.
A finales de 1577 llegaron a Luxemburgo seis mil hombres de los Tercios Viejos con Alejandro Farnesio, sobrino de Juan de Austria. En vista del despliegue, los rebeldes holandeses corrieron a pedir ayuda a Francia, Inglaterra y Alemania. Junto a Alejandro Farnesio se hallaban varios de los generales más prestigiosos y temidos de Europa: Cristóbal de Mondragón, Bernardino de Mendoza, Octavio Gonzaga, Pedro Ernesto de Mansfeld, Curcio Martinengo, Juan Bautista de Monte, Enrique Vienni y Fernando de Toledo.
La intención de los holandeses y aliados fue la de presentar batallas inmediatamente a los Tercios, con muchas leguas a cuestas, en Namur, pero al conocer que era el ejército español el que acudía rápido a su encuentro optaron por retirarse escalonadamente a posiciones teóricamente seguras. Los españoles se apoderaron de Namur en su avance hacia el enemigo en fuga, incorporando al ejército tropas locales y mercenarios extranjeros hasta sumar diecisiete mil efectivos; que se enfrentaron a veinticinco mil en la batalla de Gembloux el 31 de enero de 1578. A esta localidad fortificada, hoy belga, fueron a parar en desorden, perseguidos por jinetes e infantes de los Tercios, las tropas de Guillermo de Orange, apodado el taciturno, arrastradas hacia la fuga. Pero de nada sirvió la fortaleza ni la agrupación de tropas. La victoria española fue aplastante, al extremo de aniquilar al ejército que habían formado los Estados Generales de los Países Bajos. La moral de los rebeldes quedó deshecha.
Avanzaron victoriosos los Tercios por la provincia de Brabante, rindiéndose sucesivamente las plazas de Boubignes, Tillemont, Lovaina, Arschot a Octavio Gonzaga, y Sitchen, que ofreció alguna resistencia, se entregó a Alejandro Farnesio; que a continuación tomó Diestem y Leyva.
Para la toma de Nivelles, lugar estratégico, se unieron las tropas de don Juan y Farnesio. Rendida esta plaza, las siguientes fueron Malbodio, Sabis, Reulx, Bellomont, Soigniac, Barlamont y Cimay. Philippesville requirió mayor empeño, si cabe expresarlo así, debido a sus impresionantes fortificaciones. En cuestión de siete meses se habían recuperado las provincias de Henao, Luxemburgo y Namur.
En este momento de la campaña don Juan mandó a Farnesio que prosiguiera la guerra. De modo que acometió contra Limburgo, capital y provincia, logrando la sumisión de la totalidad salvo Dalhem, que también acabó rendida a manos del enviado por Farnesio al efecto Enrique Vienni.
Entretanto, el aterrado Guillermo de Orange se dedicaba a intrigar, además de implorar el apoyo de alemanes, franceses e ingleses, dado que por las armas nada podía.
Se juntaron las tropas aliadas en la proximidad de Malinas para enfrentarse a los españoles de don Juan y Farnesio en un intento por frenar los avances. El 7 de agosto de 1578 se dieron vista los ejércitos enemigos, superior nuevamente en número el de los aliados al español en una proporción de casi cuatro a uno sumando infantería, caballería y piezas artilleras. El primer embate quedó en tablas, equiparando las bajas en ambos contendientes; pero el segundo propuesto por los españoles no llegó a producirse, abandonando el campo de batalla los aliados.
A la par, en el sur de Flandes los españoles, valones y tudescos de los Tercios detuvieron al ejército francés que iba infiltrándose en Flandes.
Como no podía vencer ni intrigar con éxito, Isabel I de Inglaterra envió dos altos representantes a parlamentar con el gobernador Juan de Austria. Pero la verdadera intención de la reina era la de asesinar a don Juan. Bernardino de Mendoza, embajador en Londres, remitió una carta ilustrada a don Juan informando de la maniobra criminal y advirtiendo del personaje que la ejecutaría, un asesino a sueldo apellidado Racleff que viajaba con los delegados y un amigo y su mujer e hijos para no despertar sospecha. Don Juan descubrió al asesino y frustró el plan eliminándolo de la nómina de los vivos.
Enfermo desde tiempo atrás, Juan de Austria falleció el 1 de octubre de 1578, no sin antes nombrar sustituto en el gobierno de Flandes a Alejandro Farnesio para evitar el inconveniente vacío de poder.
El nuncio del papa en Flandes, Guido Bentivoglio, autor de la crónica Guerras de Flandes, resume en el siguiente texto la vida de don Juan de Austria: “Ilustró su nombre en la profesión militar con tres nobles empresas. En la primera enfrentó el atrevimiento morisco; en la segunda el orgullo mahometano; en la tercera el furor flamenco. En cada una con los sucesos sobrepujó con grandes ventajas la edad: porque venció a los moros apenas salido de la infancia; humilló a los trucos apenas entrado en la flor de la juventud, y reprimió a los belgas con tal maestría de guerra que un vejo y consumado capitán no la podría mostrar mayor”.
Artículos complementarios
Duelo de estrategias en los ríos de Flandes
Victorias en Groningen y Jemmingen
Operaciones en Flandes el año 1572
Los sitios de Amberes y Maastricht
Campañas en los Países Bajos entre 1574 y 1576