El Imperio en Europa: Operaciones para dominar los territorios rebeldes
Entre finales de 1571 y la primavera de 1572 resurgieron los disturbios protestantes en Flandes y Holanda, alentados por la inglesa Isabel I que apoyaba al príncipe de Orange, Guillermo de Nassau, contra las posesiones españolas y los católicos locales.
Una maniobra conjunta extendió la rebelión por territorios de Güeldres, Zupthen, Holanda, Zelanda y Frisia, al norte, y las ciudades de Mons y Valenciennes al sur, con la alianza para estas dos conquistas del traidor rey católico de Francia, Enrique IV, que recibía el apoyo de España en su lucha contra los hugonotes.
Presionaban los rebeldes de Flesinga la villa de Middleburg, que junto con el fuerte de Ramekin eran entonces las únicas posesiones leales en la isla de Walcheren. En socorro de la villa y el fuerte partió por vía marítima Sancho Dávila sin tener noticia cierta de la situación exacta. No pudo desembarcar su ejército en el puerto más cercano que había sido ocupado por los rebeldes, así que ordenó poner pie en tierra en unas dunas próximas a la villa y pudieron los desembarcados españoles y valones acceder a ella reforzándola ante el previsible ataque. Al día siguiente, una vanguardia de 150 españoles y 200 valones dirigida por el capitán Íñigo de Medinilla salió de la asediada Middleburg a enfrentarse a los sitiadores que de inmediato huyeron en desbandada hacia el lugar donde contaban refuerzos y artillería; pero también allí fueron derrotados. Siguieron retrocediendo en busca de la ciudad de Ramua para ofrecer resistencia tras sus muros; sin embargo, el empuje del ejército de Sancho Dávila los expulsó al asalto logrando, además, tomar la ciudad.
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, duque de Alba, obtuvo el refuerzo de 2.000 infantes al mando del duque de Medinaceli para desalojar a los rebeldes del gran puerto de Enckhuljsen y el resto del territorio de Waterlant, además de las ciudades de Mons y Valenciennes. Ésta fue rápidamente recuperada por la tropa de Juan de Mendoza. Pero en la provincia de Flandes (una de las diecisiete provincias de los Países Bajos que componían el territorio denominado genéricamente Flandes), en esos días la alianza de ingleses y orangistas, sumando 3.000 efectivos, había ocupado las ciudades de Oistburg, Ecloy y Ardemburgh, sin poder hacer lo propio con Brujas ni Gante. El campamento rebelde se hallaba en la provincia de Flesinga. Y aquí, cerca de Ramua (Armua o Arnemuiden) y Middleburg, creyendo los rebeldes ganada la partida, sufrieron una severa derrota a manos de las tropas españolas y valonas.
En Holanda únicamente Amsterdam, como gran ciudad, y dos villas menores permanecían fieles a España. Tampoco es que fuera suficiente la tropa acantonada; no obstante, Rodrigo Zapata con sus 200 soldados hostigaba continuamente a cuantos ejércitos enemigos asomaban por la región.
El duque de Alba consideró urgente recuperar Mons para, además, frenar el avance de los apoyos franceses. Encomendó la tarea a sus dos hijos, Fadrique y Rodrigo, que se acompañaron de la tropa del maestre de campo Chiapino Vitelli y la caballería de Bernardino de Mendoza. Ante esta iniciativa de asedio, el almirante y caudillo protestante Coligny mandó desde Francia a 4.000 hombres con el señor de Genlís al frente.
La derrota que sufrió este ejército francés a manos de la vanguardia de arcabuceros españoles supuso que el duque de Alba pudo trasladarse a Mons a comienzos de septiembre de 1572 para dirigir personalmente las operaciones. Reaccionó el príncipe de Orange, apostado en la frontera con Alemania, acudiendo en socorro de Mons con 11.000 infantes alemanes y 6.000 caballos; pero no pudo evitar el sitio completo de Mons impuesto por el ejército del duque de Alba.
El príncipe de Orange llegó a las cercanías del campamento español el 9 de septiembre, produciéndose de inmediato un duelo artillero. Al día siguiente lanzó su ataque Guillermo de Nassau, siendo rechazado por los arcabuceros; pocos días después, una incursión de los españoles en el campo enemigo le ocasionó 300 muertos.
Coincidió el sitio de Mons y sus batallas con la noticia de la famosa matanza de Hugonotes en la noche de San Bartolomé, que celebraron los españoles. No iban a recibir más apoyos los de Guillermo de Nassau, por lo que optó por retirarse a Malinas abandonando a su hermano Luis sitiado en Mons. Durante la huida fue su tropa atacada por jinetes españoles que causaron 400 bajas.
El 23 de septiembre capituló la ciudad de Mons. Acto seguido fueron recuperadas las villas de Ooudenarden, Terramunda y Tilemont, y cercada Malinas, refugio del príncipe de Orange que salió a escape; hostigado por Juan de Mendoza, los españoles tomaron la ciudad de Diest impidiendo que el ejército enemigo pudiera hacerse fuerte en ella.
Mientras se desarrollaba el asedio de Mons, con la intención de distraer a las tropas españolas que lo realizaban, los aliados protestantes sitiaron Ter-Gves también con idea de facilitar ayuda al de Orange. La villa estaba defendida por una pequeña guarnición al mando de Isidro Pacheco. Decidió arriesgar el español y salió al encuentro de los que pretendían cercarlos con sus pocos hombres, y así sucesivamente a la par que el enemigo fijaba doce piezas de artillería y cañoneaba sin oposición las murallas. Por si no fuera bastante castigo el artillero y suficiente tropa la del asedio, los atacantes recibieron 2.500 alemanes. A la desesperada, pero con éxito, grupos coordinados de veinte españoles proveían de armas y carne salada a los de Ter-Gves con el fruto de sus requisas en el campo enemigo. Resistían los españoles en tan penosa situación.
El duque de Alba comisionó a los coroneles Sancho Dávila y a Cristóbal de Mondragón el auxilio presto a los españoles sitiados en Ter-Gves. A la cuarta lo consiguieron, una vez localizado en vado que permitió el paso de las tropas. A la mañana siguiente atacaron a los sitiadores que no tardaron en embarcar abandonando el sitio. Dos meses habían resistido valerosamente los de Isidro Pacheco frente a un enemigo superior en número de veinte.
Tomada la ciudad de Malinas por el duque de Alba, el siguiente objetivo era hacer lo propio con Zutphen, ciudad fortificada por los rebeldes. El encargo recayó en don Fadrique; al asalto tomó la ciudad el 16 de noviembre de 1572, y con esta acción se logró que las ciudades y tierras al otro lado del Rin en las provincias de Groninga, Oversissel, Frisia y Utrech se pusieran nuevamente de parte del rey de España Felipe II.
Con este resultado positivo y asegurada la ciudad de Amsterdam, dispuso el duque de Alba a su hijo Fadrique que tomara Haarlem, ciudad donde medraban los rebeldes. Tras conquistar unas villas y pasos intermedios, siendo la principal la plaza de Naerden, ocupada el 30 de noviembre de 1572, los españoles alcanzaron Haarlem el 12 de diciembre aunque con escasa tropa y vituallas, pese a lo bregado en la lucha, para la expugnación. El 18 de diciembre cañonearon las murallas y fue dispuesto un estrecho puente sobre el hielo necesario para culminar el ataque. Pero no había que llevarse a engaño: era remota la posibilidad de tomar la ciudad al asalto, obligándose a un asedio que se figuraba largo y penoso. Seis meses de asaltos fallidos y demás escaramuzas no doblegaban la resistencia de Haarlem, socorrida a distancia por el príncipe de Orange, que intentó personarse cuando aún era factible, dada su importancia estratégica y simbólica. Se acercaba el de Orange con su ejército creyéndose dueño de la situación cuando, enterados de aquella presencia enemiga, los españoles de don Fadrique fueron en su busca causándole 3.000 bajas y capturando todas las banderas, la artillería y más de trescientos carros de municiones, pertrechos y alimentos que aliviaron la penuria en el campamento español. Teniendo noticia del suceso, los sitiados se rindieron incondicionalmente al cabo de tres días. Durante el sitio murieron más de 4.000 hombres de don Fadrique y aproximadamente 13.000 protestantes.
Artículos complementarios
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