Uno de los principales escultores del Renacimiento, el burgalés Bartolomé Ordóñez López, nacido el año 1490, habiéndose formado en Italia estableció su taller en la ciudad de Carrara, a diferencia de su amigo el escultor Domenico Fancelli que efectuó la mayor parte de sus trabajos en España, siendo el más relevante el sepulcro de los Reyes Católicos en la Capilla Real de la catedral de Granada, y al que completó en sus obras.
Influido por el arte de Miguel Ángel Buonarroti, el de Ordóñez compitió en pie de igualdad en Italia con los artistas locales. Diestro en la técnica sutil del relieve aplanado (schiacciato) para fingir la profundidad espacial, su maestría en la ejecución y el conocimiento del lenguaje clasicista expresado con una gran serenidad, el concepto de la composición monumental, el canon de sus figuras, la plasmación del escorzo renacentista, le confirieron gran prestigio.
Junto con Pedro Machuca, Diego de Siloé y Alonso de Berruguete, constituyen el grupo denominado en España de las Águilas del Renacimiento.
Obra principal
En 1515 realizó la sillería del coro y el trascoro de la catedral de Barcelona, avecindándose para ello en esta ciudad. Colaboraron en la tarea los italianos Vitorio Cogono y Simón de Bellalana, el alemán Juan Petit Monet y probablemente el español Diego de Siloé (también llamado Diego de Siloe). Se representan temas del Antiguo y el Nuevo Testamento más un grupo de Virtudes, con las figuras estilizadas en serpentina o sinusoide (la serpentinatta, composición manierista que organiza las figuras en curva y contracurva) avanzando la estética manierista. El trascoro, en mármol de Carrara, fue trabajado entre 1518 y 1520 con una arquitectura clásica de orden dórico y finos grutescos en el basamento. De Ordóñez son los dos relieves de Santa Eulalia en el trascoro; de gran refinamiento, las calidades de la diferente gradación del relieve y su claridad de composición son prodigiosas.
Bartolomé Ordóñez: Sillería del coro de la catedral de Barcelona
Imagen de catedralbcn.org
Bartolomé Ordóñez: Trascoro de la catedral de Barcelona
Imagen de epdlp.com
En 1518 realizó el retablo de la capilla Caraccioli, en Nápoles, junto a Diego de Siloé. El relieve de la Epifanía (Adoración de los Reyes) presenta un elegante aplanado que se interesa por la profundidad espacial dentro de una composición piramidal.
Bartolomé Ordóñez: Retablo de la capilla Caraccioli
Imagen de alhambra-patronato.es
En 1519, de nuevo en Barcelona, por traspaso de las obras encargadas a Fancelli realizó en mármol el sepulcro de los reyes Felipe y doña Juana, en la Capilla Real granadina. Además de los citados colaboradores intervino Pedro de Carona. Estructura de cama prismática con virtudes en hornacinas columnadas y tondos centrales con escenas adaptadas al marco. Un alto sarcófago presenta a los yacentes idealizados con gran delicadeza en el modelado. En los ángulos aparecen los Santos Juanes, patronos de la reina Juana, y San Miguel y San Andrés, de la casa de Borgoña por el rey Felipe el Hermoso.
Bartolomé Ordóñez: Sepulcro de los reyes Felipe y doña Juana
Imagen de correodeburgos.elmundo.es
En 1519, Francisco Jiménez de Cisneros, el cardenal Cisneros, encargó a Ordóñez su sepulcro en Alcalá de Henares. El sepulcro del cardenal Cisneros sigue una tipología similar al de los reyes Juana y Felipe, con un interés por el retrato en la efigie del prelado. La figura yacente reposa sobre un túmulo de mármol pulido y trabajado de modo que luz y sombra juegan formando un encaje. Medallones con altos relieves, nichos con santos y virtudes ornan los lados del sepulcro, y en las esquinas el paganismo de los grifos mitológicos se conjuga con las imágenes de los Padres de la Iglesia. Son magistrales la imaginación, la delicadeza en el detalle y el estudio anatómico de las figuras. No pudo finalizarlo por fallecer.
Bartolomé Ordóñez: Sepulcro del cardenal Cisneros
Imagen de artehistoria.com
A la muerte de Fancelli, Ordóñez debía terminar los sepulcros de los Fonseca, en la segoviana villa de Coca, que habían sido protectores suyos. Pudo realizar el de Juan Rodríguez de Fonseca, de cama rectangular, con el escudo dentro de una láurea sostenida por ángeles y epitafio.
Destacamos de su obra escultórica San Mateo y el ángel, sita en el Museo del Prado.