El Imperio en Norteamérica: las primeras expediciones a Tejas-Texas
A mediados del siglo XVIII, la zona costera septentrional del virreinato de Nueva España, desde el río Pánuco a la bahía del Espíritu Santo, territorio actualmente del Estado de Texas en los Estados Unidos de Norteamérica, permanecía sin colonizar a excepción de las pequeñas y escasas misiones que apenas podían sostenerse.
La primera penetración española en Tejas-Texas correspondió a Alonso de León. Había nacido en Nuevo León, territorio al noroeste de México cuya capital hoy es Monterrey, en 1639; a los diez años se le envió a España donde se enroló como cadete en la Real Armada, cumpliendo tres años de servicio, y en 1660 estaba de regreso en el virreinato de Nueva España.
Entre 1686 y 1689, Alonso de León tuvo que dirigir cuatro expediciones a la zona que habían ocupado colonos y soldados franceses. En la primera, 1686, exploró detalladamente la confluencia del río San Juan con el Río Grande, luego descendió más allá del río de las Palmas (posteriormente lugar de Soto de la Marina fundado por José de Escandón); en la segunda, 1687, cruzó el Río Grande y llegó por la orilla izquierda hasta el mar y al cabo remontó por la costa tejana también sin encontrar rastro de franceses; la tercera expedición, 1688, reveló la presencia de un hombre blanco, francés para más señas, desnudo y enfermo, en un ranchería; de ahí que la cuarta expedición, 1689, al mando de 114 hombres, por fin halló restos de un establecimiento europeo en la orilla de Garcitas Creek: Fort St. Louis.
Alonso de León, gobernador de Nuevo León desde 1687, habiendo completado la orden de averiguar la presencia extranjera y en su caso anularla, junto con los franciscanos españoles Damián Massanet y Francisco Hidalgo, el 1 de junio de 1690 fundó la misión de San Francisco de los Tejas, en honor de San Francisco de Asís, en tierras del más occidental de los pueblos indígenas de la confederación Hasinai y próxima al derruido establecimiento de Fort St. Louis.
El rey Carlos II instó a las acciones para mantener alejados a las potencias extranjeras de las costas tejanas, lo que aseguraba las fronteras de Nuevo México. En 1691, Domingo Terán fue nombrado gobernador de Cohauila; se le asignaron cincuenta soldados y siete misioneros para fundar misiones (la segunda fundada se llamó Santísimo Nombre de María) y proteger los nuevos puestos que debían ser colonizados en el territorio comprendido entre los ríos Rojo y Guadalupe. Pero la enorme distancia entre las misiones y el centro de poder español en la región dificultaba el éxito de la encomienda. Al extremo de que en 1693 toda la región fue abandonada ante la imposibilidad, por ataques y pérdida de cosechas, de mantener una población estable.
Pese a estos inconvenientes por aquel entonces insalvables, ese 1693 quedó establecida la misión de San Juan Bautista en la orilla derecha del Río Grande. La misión se había convertido en un excelente puesto de avanzada y observación y a su lado se edificó un presidio que con el tiempo inauguraría la ruta conocida como la Vieja Carretera de San Antonio.
Al iniciarse el siglo XVIII no había posición española alguna en Tejas. Sólo la ciudad de El Paso, en la ruta del Camino Real de Tierra Adentro, trazado por Juan de Oñate, se mantenía habitada y pujante, por su comercio con los indios y el de las minas de plata de Santa Fe además de las pieles provenientes de Taos; pero en esa época no se consideraba integrada en Tejas, a diferencia de hoy.
Hasta 1715 España no volvió a Tejas. El virrey de Nueva España, Fernando de Alencastre Noroña y Silva, II duque de Linares, retomó el plan de ocupación de Tejas, para lo que comisionó al capitán Domingo Ramón marchar con una compañía de soldados presidiales y unos religiosos al interior de la gran provincia con el propósito de establecer nuevas misiones y algún puesto militar. El capitán Domingo Ramón se mostró como un organizador eficaz y un diplomático de valía que los nativos acogieron con agrado y al que ayudaron en su trabajo. José de Azlor y Virto de Vera, marqués de San Miguel de Aguayo, gobernador de Coahuila, territorio tejano al norte del río Medina, y Nueva Extremadura, se dirigió a Tejas para supervisar el progreso de las actividades españolas y con su inteligente estrategia alivió el este de Tejas del acecho de Francia sin necesidad de una guerra.
El virrey Baltasar de Zúñiga y Guzmán, marqués de Valero, aprobó la fundación de una misión y un presidio a finales de 1716, asignando la responsabilidad de la tarea al gobernador de Cohauila y Tejas, Martín de Alarcón. La misión se denominó San Antonio de Valero (célebre en el futuro como El Álamo, misión que dio origen a la ciudad de San Antonio de Béjar), establecida a orillas del río San Antonio, fundada el 1 de mayo de 1717; y el 5 de mayo el Real Presidio de San Antonio de Béjar o Béxar; en 1718 numerosos indígenas se acogieron a la misión. En 1720 y hacia el sur se fundaron por fray Antonio Margil las de San José y San Miguel de Aguayo; en 1722 nació la misión de San Francisco Javier de Nájera (o Náxera), uniéndose en 1726 a la de San Antonio de Valero, que había sido trasladada de ubicación en 1724. Ya en 1731 se fundaron las misiones de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Acuña, San Francisco de la Espada (o La Espada) y San Juan Capistrano.
En 1733 las autoridades españolas decidieron el traslado de la capital sita en Los Adaes a la ubicación de San Antonio. En Los Adaes se había establecido el presidio de Nuestra Señora del Pilar de los Adaes, el área más crítica para la presencia española en Tejas cual era Los Adaes, territorio de la frontera con la pretendida expansión francesa desde Luisiana. El lugar donde estuvo el presidio español de Nuestra Señora del Pilar de Los Adaes ha sido declarado State Historic Site (Lugar histórico del Estado). Entre las actuales ciudades de San Antonio y Houston se edificaron la misión y el presidio de Goliad, conjunto de recintos conocido como La Bahía, y uno de los núcleos de la colonización española en Tejas. La prosperidad ganadera de esta zona fue tal que a Goliad se le considera el origen de la actual y pujante industria ganadera de Texas.
Este vasto territorio que iba poblándose con los colonos españoles y los nativos cristianizados, se denominó oficialmente Nueva Filipinas, pero más allá del año 1744 el nombre por el que era conocido al sur del Río Grande, Tejas o Texas, se impuso definitivamente.
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José de Escandón y Helguera, nacido en Soto de la Marina, provincia de Santander, el año 1700, llevó a cabo por mandato del virrey de Nueva España, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, I Conde de Revillagigedo y Capitán general de Cuba. una gran labor fundadora entre 1748 y 1755, sustentada por la Corona, en aras a consolidar la presencia española y, a la vez, evitar las incursiones de indígenas, con propósito destructivo, y de exploradores de otras naciones europeas, con intención de asentarse. José de Escandón elaboró un proyecto que desplegaba la acción pacificadora y la colonización de una extensa región que fue bautizada con el nombre de Nuevo Santander.
Iniciado su periplo en 1747 con la visita exploratoria a los lugares indígenas de Tula, Palmilla y Jaumave, a continuación fundó la villa de Llera el 25 de diciembre de 1748, el primero de enero de 1749 fundó Güémez y el 6 del mismo mes la villa de Padilla. A estas tres siguieron las fundaciones de Burgos, el 20 de febrero; Camargo, el 5 de marzo; Reinosa, a orillas del Río Grande, el 14 de marzo; San Fernando de Béjar o Béxar, el 19 de marzo; Altamira, el 2 de mayo; Santa Bárbara, hoy Ocampo, el 19 de mayo; y Real de los Infantes, el 26 de mayo.
Pasado un año prosiguió la tarea fundadora con Soto de la Marina (el nombre de su villa natal), el 3 de septiembre de 1750; Aguayo, el 6 de octubre; y Revilla (actual Nueva Ciudad Guerrero), el 10 de octubre.
A estas fundaciones se unieron en 1751 la villa de Escandón, el 15 de marzo; y Hoyos, el 19 de mayo. Entre 1752 y 1753 fundó Santillana y Mier. Por último Laredo, el 15 de mayo de 1755.
En total una veintena de villas que aseguraba el septentrión novohispano con ley, orden y población.
Y a esta ingente labor fundadora en tan solo siete años por un territorio inexplorado y hostil, se suma con todo merecimiento el título de primer vaquero del Oeste, pues a José de Escandón se debe haber introducido importantes partidas de ganado vacuno en la región tejana. Resultó que Tejas-Texas era una tierra excelente para la ganadería extensiva, y el uso ecuestre y ganadero del territorio fue extendiéndose a las regiones vecinas.