Pero Niño, I Conde de Buelna, nació en 1378 probablemente en Valladolid, hijo del almirante Juan Niño.
Su primera acción de armas fue en el cerco de Gijón el año 1394; la siguiente, ya como marino, el año 1395 lo situó en la escuadra al mando del Almirante Mayor de Castilla, Diego Hurtado de Mendoza, combatiendo a berberiscos y lusos. En 1403 se le encomendó el mando de la Escuadra de Castilla a la caza y captura de corsarios berberiscos en el mar Mediterráneo; la flota, compuesta por dos galeras y una nao zarpó de Sevilla en 1404. El rey Enrique el Doliente, que había enviado a Ruy González de Clavijo a una embajada en Samarcanda, confío en Pero Niño para la resolución de empresas difíciles.
Campaña en Francia
La flota española de cuarenta naos al mando Martín Ruiz de Avendaño, acudió en apoyo de los vecinos franceses en su lucha contra los ingleses en 1405. Pero Niño capitaneaba tres galeras: la suya y las de Fernando Niño y Gonzalo Gutiérrez Calleja, con la misión de llegar a la costa inglesa de Cornualles (Cornwall), con otras dos galeras francesas, para incendiar los barcos surtos en los puertos y desembarcar en tierra con demostración de fuerza. Primero arribó la flota de Pero Niño a La Rochela y a Tallamont, en la costa francesa, y una vez en la zona propuso atacar Burdeos que estaba en poder de los ingleses.
Y así lo hizo, remontando el río Garona con sus tres galeras y dos chalupas que embarcaron a ballesteros y flecheros autóctonos. La incursión resultó un éxito.
Primera campaña en Inglaterra
De regreso a La Rochela, preparando la incursión a la costa inglesa, Pero Niño conoció a Charles de Savoisy que mandaba dos galeras. Antes de que las cinco naves pusieron rumbo a Inglaterra, atacaron la ciudad de Cherburgo, también bajo dominación inglesa, cosechando un triunfo sonoro. El primer objetivo de la flota era la localidad de Saint Ives, en la región de Cornualles, que sufrió el poderío incursor; a continuación le tocó el turno de ataque a Portland, y aquí terminó momentáneamente la alianza. Pero Niño y sus hombres prosiguieron solos a por el feudo del corsario inglés Harry Paye, aunque la operación no salió a pleno gusto de los atacantes por encontrar una gran resistencia en número y ser ellos muy pocos para contrarrestarla.
Segunda campaña en Inglaterra
Pero Niño y Charles de Savoisy, con sus respectivas tripulaciones, invernaron en la localidad gala de Barfleur, donde fue agasajado por el Almirante de Francia. Pasado el invierno decidió atacar la costa inglesa nuevamente, pero esta vez al norte de la desembocadura del río Támesis.
El enemigo que salió a su encuentro fueron los temporales, eterno aliado británico, hasta que mejorado el tiempo la flota hispanofrancesa divisó una escuadra de barcos ligeros y pesados ingleses que mandaba, precisamente, el detestado corsario Harry Paye (que los españoles bautizaron Arrypay). Con reticencias por parte del galo, previendo un cambio en las condiciones meteorológicas, y con total determinación por el castellano, los aliados atacaron a los ingleses causando mucho daño y desorden hasta que, como predijo Savoisy, mejor conocedor del clima en aquella latitud, una temporal acudió en auxilio del corsario y los aliados tuvieron que refugiarse en el cercano puerto franco de Gravelinas, con guarnición española para protegerlos.
Aquello indispuso sobremanera a Pero Niño. Había que sacar partido del valor derrochado, de manera que sin demora más allá de la obligada por los meteoros, los aliados zarparon con la proa hacia la isla de Jersey, en el canal de la Mancha, fortificada y guarnecida por los ingleses; aunque sobrados de intención navegaban escasos de provisiones.
Era una tarea de gigantes el desembarcar en Jersey con tan pequeña flota, así que solicitando refuerzo a los bretones sumaron barcos a una expedición de guerra que aclamaba como jefe a Pero Niño.
Efectuado el desembarco, la resistencia fue mayor de lo esperado. Pero el ingenio acompañado de audacia del soldado español solventó la dificultad actuando contra el grupo que defendía el pendón de San Jorge; en cuanto cayó el portaestandarte y el pendón cambió de dueño se acabó la batalla: huyeron los ingleses y descansaron, hartos de lucha, los aliados en la invasión. El botín mereció la pena, además de la satisfacción por la victoria y la imposición de normas a los habitantes.
El valeroso Pero Niño regresó a España con honores. El rey Juan II le mandó ir a Granada, escenario de los últimos episodios de la Reconquista, para el 30 de mayo de 1431 nombrarle caballero y concederle el título de conde de Buelna y Señor de dicho valle cántabro. Su biografía la escribió su alférez, Gutierre Díaz de Games, con el título El Victorial o Crónica de Don Pero Niño.
Artículos complementarios
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