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La bondad prevalece sobre la inteligencia. Gregorio Marañón

Médico y ensayista



Una de las figuras relevantes en la ciencia y el pensamiento del siglo XX fue Gregorio Marañón y Posadillo, médico, humanista, escritor, científico, docente e historiador, nacido en Madrid el año 1887.
    Doctorado en Medicina por la Universidad de Madrid en 1910, habiendo sido alumno y discípulo de, entre otras eminencias académicas como los doctores Federico Olóriz, Alejandro San Martín, Juan Madinaveitia, Manuel Alonso Sañudo y, especialmente Santiago Ramón y Cajal, a quien convierte en una referencia intelectual y moral antes y después de la lectura de sus Reglas y consejos; de tal manera que con ocasión de su ingreso en la Academia de Ciencias pronuncia un discurso en honor a él, posteriormente ampliado en formato libro que tituló Cajal, su tiempo y el nuestro.
    Conquistó fama internacional como científico y clínico y por sus estudios históricos y literarios
    Su aportación científica, moral y cultural científico es inmensa y universal, caracterizada de humanismo en su más amplia acepción.

Gregorio Marañón

Imagen de http://www.medicablogs.diariomedico.com

Medicina y Ciencia
Quienes inician a Gregorio Marañón en el ámbito médico de la endocrinología, disciplina pionera en España por aquel entonces (originada en Viena en 1910 con el doctor Artur Biedl), son los doctores Madinaveitia, con el estudio de los síndromes tiroideos, y Sañudo, con el estudio de los síndromes pluriglandulares; y un año de práctica en el laboratorio del premio Nobel de 1908 y estudioso de la infectología, la inmunología y la quimioterapia, Paul Ehrlich, en Frankfurt, entre 1910 y 1911, año en que regresa a España para incorporarse a la plantilla del Hospital General de Madrid.
    Sus estudios preliminares (de la primera época de dedicación) sobre la endocrinología los relató públicamente en La doctrina de las secreciones internas, obra pedagógica a partir de un curso dado en el Ateneo de Madrid en 1915. La siguiente década conoció el desarrollo de la teoría endocrinológica en la obra La edad crítica, de 1919, y en su discurso de ingreso en la Academia de Medicina, pronunciado en 1922, que lleva por título: Problemas actuales de la doctrina de las secreciones internas. Marañón y sus discípulos del Instituto de Patología Médica, fundado por él en 1931, defendían un enfoque amplio de la acción hormonal; asimismo, fue un defensor acérrimo de la organoterapia y un activo partícipe en los trasplantes de cápsulas suprarrenales y gónadas, en colaboración con el doctor, cirujano y académico de la correspondiente León Cardenal y Pujals. Esta misma década detalla otros aspectos dirimentes en la vida del doctor Marañón: el viaje a Francia de 1918 para investigar in situ una gran epidemia de gripe, los nombramientos en 1919 y 1920 como Consejero de Sanidad e Instrucción Pública, respectivamente, y también éste año su visita de estudios a Alemania que sirvió de base para la creación en España del Hospital del Rey, y el viaje con Alfonso XIII a las Hurdes para conocimiento de esa zona aislada en la región extremeña marcada por enfermedades endémicas como el bocio. Esta actividad itinerante fue acompasada por su ingreso en la Real Academia de Medicina en 1922 y la apertura de una consulta privada, complementaria de su trabajo hospitalario, de enorme éxito.
    En el discurso de ingreso en la Academia de Medicina dio repaso a las fases que componen la experiencia científica: precientífica, latencia, crecimiento explosivo, aceptación hiperbólica, movimiento de reacción y período de madurez; advirtiendo, a la par, que la insuficiencia de investigadores perjudicaba la crítica y desarrollo de las teorías científicas.

En la citada obra La edad crítica y en otras posteriores, Marañón aseguró que el envejecimiento y el declive de las funciones sexuales estaban muy ligados, y que aquél podía ser descrito con la terminología de éstas. Debido a su interés por la dualidad antagónica envejecimiento-rejuvenecimiento, compartida con Cardenal, ambos pueden considerarse los que sentaron las bases médicas, e incluso sociales, de la gerontología en España.
    A estas dedicaciones específicas del gran ámbito de la medicina, unió Marañón su aproximación al psicoanálisis y a la figura, en persona, de Sigmund Freud; de modo que sus opiniones y trabajos recibieron la atención y el reconocimiento de los psicoanalistas. Su obra más destacada al respecto, fechada en 1930, es La evolución de la sexualidad y de los estados intersexuales, donde expone que cada ser humano estaba dotado con características de ambos sexos y que éstos están más diferenciados a medida que se avanza en la escala filogenética. La libido, que Marañón define como “hambre sexual”, es un impulso primario, una energía específica originada químicamente por la irrupción en la sangre de las secreciones internas de las gónadas. Aserción validada por Freud pese a rechazar como relevante para su teoría psicoanalítica el origen químico de la libido. Profundizando filosóficamente en los campos de la endocrinología y el psicoanálisis, Marañón los evaluó complementarios desde una perspectiva humanista, e inició el camino de la medicina psicosomática tan relevante para el diagnóstico de enfermedades como para su adecuado tratamiento.
    Aunque involucrado en el psicoanálisis, el campo de la sexualidad obtuvo su atención científica reflejada en la obra Tres Ensayos sobre la vida sexual, de 1926, en la que planteó conceptos de diferenciación sexual e intersexualidad y ofreciendo su panorama científico de la sexualidad; a la anterior se añade la obra Amor, conveniencia y eugenesia (1929), donde asienta teóricamente la constitución familiar y los roles en la sociedad en función de la edad y del sexo.

Destacadas fueron también sus investigaciones sobre los comportamientos asociados a las glándulas tiroides, paratiroides, pituitaria y suprarrenales, en las que demostró por vez primera la frecuenta aparición de hipertrofia muscular en las piernas de los niños con mixedema e inyectó, experimentalmente, adrenalina para conseguir un estado hipermetabólico en casos de disfunción tiroidea. En la obra Gordos y flacos, publicada en 1926, evaluó el problema endocrino de la obesidad y la relación entre peso, constitución morfológica y psicología; y asimismo analizó la implicación de los factores mentales relacionados con la anorexia.

Pero la biografía científica de Gregorio Marañón quedaría incompleta y adulterada sin el detalle, sustancial y permanente, de su actitud personal en la práctica médica como facultativo e intérprete del paciente. Es precisamente su relación con los pacientes lo que a continuación destacamos: escuchaba, atendía, incitaba a contar al enfermo; erra fundamental para su conciencia humanista el trato directo, sincero y espontáneo con el paciente. Por medio de esta comunicación íntima penetraba en el sentimiento y las sensaciones del paciente ante la enfermedad; y a partir de esta relación de confianza, el médico se convertía en el primer e indispensable remedio sanador; nunca la tecnología suplió el esmerado trato personal, a la vieja, querida y familiar usanza.

Obras médicas
Coautor del primer Tratado de Medicina Interna en España, junto con el eminente doctor Teófilo Hernando Ortega (médico, científico, escritor, pensador, investigador farmacológico y académico), Gregorio Marañón invitó a participar en él a cuantos clínicos españoles lo desearon para conseguir una obra de referencia vinculada efectivamente al ejercicio de la profesión.
    Aunque su obra más conocida internacionalmente fue Manual de diagnóstico etiológico, de 1946, novedosa en su época y aún vigente al haberse confirmado la mayoría de sus observaciones y aceptado el enfoque y metodología para el estudio de las enfermedades.
    Abordó por escrito las patologías tiroidea (la patogenia autoinmune) y suprarrenal (la enfermedad de Addison, el hipercorticismo), la diabetes y el estudio de las alteraciones neurovegetativas, el síndrome adiposo-Basedow-distermia, y el bocio endémico; las manifestaciones personales, sociales e históricas de la diferenciación sexual; los estados prediabéticos, la obesidad con relación a la nutrición y el metabolismo; las técnicas diagnósticas en las enfermedades infecciosas; el tratamiento de enfermedades como la sífilis, el tifus, la viruela, el tétanos, y la hidatidosis; y los problemas sociales derivados en patología, campo inédito hasta entonces al que abrió una senda que se continúa recorriendo. Aspectos, en definitiva, que subrayan el aspecto humanista en el pensamiento y la obra del doctor Marañón.

Sociedad y política
 Su actividad dentro de la sociedad viene determinada por su carácter altruista y de cumplimiento del deber, implicado, además, intelectual y sentimentalmente, en los avatares desencadenados en España en el primer tercio de siglo.
    Desde 1917, fecha de la Revolución bolchevique en Rusia, publicó artículos relacionados con las actitudes sociales y el desempeño de la política, sin descuidar su encomiable tarea médica y científica. Denunciaba los totalitarismos y advertía del peligro comunista en ciernes.
    En 1931 fue elegido diputado en las primeras Cortes de la reciente II República que ayudó a instaurar junto a José Ortega y Gasset, entre otros destacados nombres, y de la que abjuró pronto, tanto como se inició la quema y destrucción de edificios religiosos y culturales, proliferaron los desmanes con independencia del motivo, y se practicó con anuencia gubernamental la persecución y anulación de los considerados “elementos desafectos”, igual que Ortega y otros destacados intelectos, haciendo suya la frase de éste: “¡No es esto!” En 1932 obtuvo la cátedra de Endocrinología, que tan meritoriamente le correspondía. En 1933 se le concedió el Doctorado Honoris Causa de la universidad parisina de La Sorbona. En 1934 fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua y, en 1936, de la de Historia.
    Instalado momentáneamente en París tras el estallido de la guerra en España, dio a conocer que “la mayoría del profesorado (un 88% indicó) de Madrid, Barcelona y Valencia, tuvo que huir al extranjero por temor a ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos eran considerados como hombres de izquierda”.
    Transcurrido un lustro de periplo extranjero, principalmente en Hispanoamérica, impartiendo magisterio, prosiguió en España su actividad docente previa y recibió el prestigioso nombramiento de vocal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas en representación del Patronato Santiago Ramón y Cajal, en 1946; y a petición propia, este Consejo creó en 1948 el Instituto de Endocrinología Experimental, posteriormente integrado en el Centro de Investigaciones Biológicas. En 1947 fue elegido miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y en 1956 de la Real Academia de Bellas Artes.

Liberal y humanista, condensa su pensamiento en la frase: “La bondad prevalece sobre la inteligencia”. Definía el liberalismo como una conducta que predispone a entenderse con el discrepante, siempre que el contrario demuestre inteligencia y cuente con argumentos veraces, y que jamás admite que el fin justifica los medios.
   Gregorio Marañón ingresó en cinco de las ocho Reales Academias Españolas: Real Academia Nacional de Medicina en 1922, Real Academia Española en 1934, Real Academia de la Historia en 1936 (durante la II República la denominación fue únicamente de Academia), Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1947, y Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1956.

Historia y literatura
Gregorio Marañón es médico y científico y es, en el mismo grado de compromiso y erudición, ensayista, biógrafo e historiógrafo, con un acendrado estilo literario. De todo ello resultan obras de indudable valor literario y pedagógico en cada uno de los citados campos. En los ensayos (“ensayos biológicos”): Las ideas biológicas del padre Feijoo (1934), Vocación y ética (1935) y El médico y su ejercicio profesional en nuestro tiempo (1952) y Don Juan. Ensayos sobre el origen de su leyenda (1940). En las biografías de personajes históricos, emblemas de su época y prototipos de carácter psíquico y fisiopatológico que Marañón expone a través de sus pasiones: Enrique IV de Castilla y su tiempo (1930, reeditado en 1941 como Estudio biológico sobre Enrique IV de Castilla); Amiel. Un estudio sobre la timidez (1932); El Conde-duque de Olivares (la pasión de mandar) (1936); Tiberio. Historia de un resentimiento (1939); Luis Vives (Un español fuera de España) (1942); Antonio Pérez (El hombre, el drama, la época) (1947); Cajal: su tiempo y el nuestro (1950) y El Greco y Toledo (1956), y la póstuma Juan Maragall y su tiempo (1963).

Una obra la de Gregorio Marañón que incluye 125 libros, 500 monografías, 1.800 artículos, 146 discursos, 336 conferencias y un número superior a 230 prólogos; traducida en su mayor parte a diversos idiomas, con lo que se ha convertido en uno de los españoles más citados en el campo científico y humanista del mundo.

Reconocimientos
Gregorio Marañón falleció en 1960 en Madrid. El cortejo fúnebre que acompañó su sepelio estuvo formado por una multitud espontánea de humildes e ilustres, de personas anónimas y de renombre, admirados y agradecidos a su vida y obra. Había sido médico de la Casa Real y de altas personalidades y a la vez ejercía una ingente tarea benéfica atendiendo a los pobres en el mayor hospital de Madrid, el Hospital Provincial, que hoy lleva su nombre al igual que una plaza, una estación de Metro, y numerosas calles e instituciones educativas en toda España. La Fundación Gregorio Marañón se fusionó con la Fundación Ortega y Gasset en 2010.


Artículos complementarios

    La transmisión del impulso nervioso

    José Ortega y Gasset

    Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

    El primer hospital del mundo para enfermos mentales



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