En un plano individual, el rancho fue otra de las grandes instituciones de la frontera en el Nuevo Mundo. De hecho, el modelo de rancho era congénito a la personalidad de los colonos españoles, en importante medida procedentes de las zonas ganaderas de la España meridional, aspirando a convertirse en dueños de una propiedad bajo el lema: “mi rancho y mis animales”. Sin perjuicio del cultivo agrícola, el rancho fue sobre todo un centro ganadero.
La Corona reguló los llamados sitios de ganado menor y sitios de ganado mayor, aptos estos últimos para la ganadería extensiva por disponer de un terreno igual o superior a 4.500 acres (aproximadamente 18.200 metros cuadrados). La concesión a un particular de un terreno para constituir un rancho exigía a éste residir un mínimo de diez años, cultivar la tierra, no ejercer jurisdicción sobre los nativos respetando sus derechos y la integridad de sus propiedades y asimismo evitando que el ganado propio causara daño en los cultivos nativos.
Si el siglo XVII conoció la hacienda, el XVIII correspondió al rancho, de dimensiones menores. El rancho se convirtió en una población en pequeño, el embrión de los futuros pueblos, donde residían una o dos familias cuidando de las huertas y los pastos. Ahora bien, la dispersión de los ranchos no garantizaba su seguridad frente a los ataques indios; por lo que se recomendaba la concentración de colonos en villas y pueblos, pero fue casi en vano dado el carácter individualista de los españoles que, especialmente en Nuevo México, se dispersaron pronto por el vasto territorio. Esta dispersión determinó unas medidas defensivas, de autoprotección, convirtiendo los rancheros sus viviendas, arquitectónica y funcionalmente, en fortines. Los rancheros tendían a la autosuficiencia.
Con el transcurso de los años que vieron la sucesión de ataques a los ranchos, los rancheros optaron por concentrarse en poblados tal y como se les sugirió en su momento.
El rancho como institución, a diferencia del presidio, perduró tras el fin de la época española. Los angloamericanos copiaron exactamente el modelo agrícola y ganadero del Oeste civilizado por España: la acequia, la conducción del ganado y el rodeo anual, su selección y marcado en el anca y las orejas, el vestuario, la jerga ganadera, el manejo del caballo y la relación de cooperación entre los rancheros.
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