Ir al contenido principal

Pionera en la literatura hispana de viajes. Egeria

Una dama recluida voluntariamente en una abadía, nacida en la provincia romana de Gallaecia, en Hispania, cumplió su deseo de viajar a Tierra Santa, pese a todas las dificultades inherentes a la época que le tocó en suerte vivir, entre los años 381 y 384; y para que constara su hazaña y sirviera de ejemplo y estudio, la relató en una crónica titulada Itinerarium ad loca Sancta (Itinerario a los lugares Santos). Se llamaba Egeria.

    Inteligente, observadora, versada en literatura, geografía y griego, valiente y tenaz, gran conocedora de la Biblia y decidida a emprender la aventura, Egeria (también nombrada Aetheria o Echeria por otras fuentes), atravesó el norte de la península ibérica-Hispania, cruzó el sur de la Galia hacia el norte de la península itálica, surcó el mar Adriático hasta desembarcar en el norte de Grecia y siguió ruta hasta Constantinopla, donde llegó el 381. Viajando sola, protegida por escolta militar en aquellos lugares de su itinerario manifiestamente peligrosos.

    Desde la capitalina Constantinopla se dirigió a Tierra Santa, visitando Jerusalén, donde celebró la Cuaresma, Jericó, Nazaret, Cafarnaúm y cuantos lugares principales o secundarios aparecen descritos en la Biblia; luego tomó el camino a Nitria y la Tebaida.

    En 382 navegó a Egipto; allí visitó Alejandría, remontó el Nilo hasta la imperial ciudad de Tebas, se introdujo en el desierto libio de Uadi Natrún para experimentar la vida en los cenobios de los eremitas y ascetas. De Tebas partió a la península del Sinaí navegando el mar Rojo. Ya en Sinaí se encaminó al Monte Horeb y a continuación de nuevo a Jerusalén transitando Gesén, Samaria y con un alto en el Monte Nebo.

    Recorrida Palestina en su casi totalidad, dando por concluido el viaje y su anhelo, inició el camino de vuelta a su tierra natal pasando menos demorada que en el trayecto de ida por Siria, Cilicia, Capadocia, Edesa, Mesopotamia y Bitinia antes de recalar en Constantinopla tras haberle sido negada la entrada en Persia. Corría el verano de 384 y no hubo más noticia de Egeria; su crónica termina en la capital del Imperio Romano de Oriente o Imperio bizantino.

    A lo largo del periplo fue incorporando fieles civiles, militares y eclesiásticos a su séquito.

Egeria transmitió en el Itinerarium ad loca Sancta sus impresiones, bien surtidas de apuntes geográficos, sociales, espirituales, litúrgicos y costumbristas: una completa guía para el viajero de entonces y ahora, salvando la distancia de los aposentos y fondas. Escrito de manera elegante y amena durante su segunda estancia en Constantinopla y en latín vulgar para su mejor difusión.

    En el siglo VII, el abad del El Bierzo, Valerio, escribió una carta en alabanza a Egeria, de la que citamos esta frase: “Hallamos más digna de admiración la constantísima práctica de la virtud en la debilidad de una mujer, cual lo refiere la notabilísima historia de la bienaventurada Egeria, más fuerte que todos los hombres del siglo”.

    Itinerarium ad loca Sancta es el primer libro hispano de viajes y la primera obra literaria escrita por una mujer española de identidad conocida.

Artículos complementarios

    Carmen de Burgos

    Mercedes Formica

    Pedro Páez




Entradas populares de este blog

Las tres vías místicas. San Juan de la Cruz

Siglo de Oro: La mística de san Juan de la Cruz Juan de Yepes y Álvarez, religioso y poeta español, nacido en Fontiveros, provincia de Ávila, el año 1542, estudió con los jesuitas, trabajó como camillero en el hospital de Medina del Campo, e ingresó a los diecinueve años como novicio en el colegio de los carmelitas con el nombre de fray Juan de Santo Matía. Prosiguió sus estudios en Salamanca y en 1567 fue ordenado sacerdote. Regresó entonces a Medina del Campo, donde conoció a santa Teresa de Jesús, quien acababa de fundar el primer convento reformado de la orden carmelita y que tanto le había de influir en el futuro. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús Imagen de stj500.com Juan de la Cruz se hallaba animado de los mismos deseos reformadores de la santa, y había conseguido el permiso de sus superiores para mantenerse en la vieja y austera devoción de su orden.; desde ese momento tomó el nombre de fray Juan de la Cruz y comenzó la reforma del Carmelo masculin

Descubridor del Eritronio-Vanadio. Andrés Manuel del Río

Mineralogista y químico, el madrileño Andrés Manuel del Río Fernández, nacido en 1764, es el descubridor del elemento químico Vanadio. Andrés Manuel del Río Imagen de omnia.ie En su infancia escolar destacó en el aprendizaje de latín y griego, posteriormente se graduó de Bachiller en Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, y en 1781 inició sus estudios de física con el profesor José Solana.     Andrés Manuel del Río fue un alumno modélico en Física y Matemática. El ministro José de Gálvez en 1782 lo incorporó en calidad de pensionado en la Real Academia de Minas de Almadén, para que se instruyera en las materias de mineralogía y geometría subterránea con los maestros internacionales elegidos para el desarrollo científico e industrial de España. En Almadén dio inició su largo periplo por instituciones científicas de prestigio, forjando la actividad profesional que le caracterizaría. El propósito de la Corona por favorecer el desarrollo de la minería y la metalurgia en España y

El Camino Real de Tierra Adentro. Juan de Oñate

El imperio en América del Norte: La ruta hacia Nuevo México El Camino Real de Tierra Adentro era la ruta que llevaba desde la ciudad de México hasta la de Santa Fe de Nuevo México, actualmente capital del Estado homónimo integrado en los Estados Unidos; y durante más de dos siglos fue el cordón umbilical que mantuvo ligada a esta remota provincia del septentrión de la Nueva España. Cada tres años partía la llamara ‘conducta’, una caravana que trasladaba ganados, aperos y gentes, para mantener la colonización española en aquellas tierras. A través del Camino Real de Tierra Adentro penetró la cultura hispana en el Suroeste de Estados Unidos, ejerciendo aquí un papel semejante al del Camino de Santiago en España. El Camino Real de Tierra Adentro Cuando la corona española decide no abandonar la provincia de Nuevo México, ruinosa en todos los sentidos, sino mantenerla por razones de no desamparar a los indios ya cristianizados, el virreinato de Nueva España organiza un sistema