El primer mapa conocido del Himalaya
Los viajes y estudios de Antonio de Montserrat
Se llamaba Antonio de Montserrat (puede que José Antonio de Montserrat) y había nacido en la barcelonesa localidad de Vic allá por 1536, fue misionero jesuita, explorador y cartógrafo, un aventurero evangelizador cuyo principal logro en la historia universal es el de haber elaborado el primer mapa del que se tiene noticia fidedigna de la cordillera del Himalaya. Para ello, y unido a tal hazaña, viajó a pie por los incógnitos territorios del Tíbet, de Afganistán, a lomos de un elefante, y del Yemen, donde sufrió cautiverio y esclavitud.
Su extraordinario periplo viajero comenzó en 1574 al ser trasladado a Goa, en la India. En este lugar recibió el encargo de presentarse ante Akbar el Grande, gran mogol de la India, quien manifestó el deseo de instruir en el cristianismo a su corte de Fatehpur Sikri y a él mismo. Convencidos de la veracidad de la pretensión, los jesuitas organizaron una misión encabezada por Antonio de Montserrat con el traductor, converso persa, Francisco Henríquez.
El 13 de diciembre de 1579 figura como fecha de partida desde el puerto de Daman en dirección a Surat y desde allí al interior del territorio mogol. A finales de febrero y principios de marzo de 1580, tras una visita a Agra, en el Indostán islámico, la embajada docente arribó a destino.
La tarea misionera y educadora, en la que destacaba la tutoría sobre Murad, el hijo de Akbar, abrió un paréntesis a petición de éste para que De Montserrat lo acompañara en la campaña militar que se desarrollaba en territorio afgano. Gracias a este hecho de armas acaecido durante 1581, el misionero pudo explorar las regiones del Punjab y el Indo, amplios territorios de Afganistán y Pakistán, la antigua y regia ciudad de Delhi; y en las faldas meridionales de la imponente cordillera del Himalaya, recorrer diversas poblaciones del Tíbet y Cachemira.
Esta experiencia viajera facultó a De Montserrat la realización de una cartografía incipiente y pionera, pero de una precisión encomiable e indiscutida hasta pasados tres siglos, del Himalaya y de las cadenas montañosas aledañas del Karakorum, Hindu Kush, Parir y Suleimán, y de vastas regiones de los citados Pakistán, Afganistán e India.
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Tiempo después de esta impresionante aventura orlada de estudio, Antonio de Montserrat fue encomendado por el rey Felipe II para viajar a Etiopía, el reino del mítico preste Juan, con el propósito de establecer contactos con el emperador de Abisinia y vincular a los cristianos de la región con la Iglesia católica.
A su lado iba el también jesuita Pedro Páez, quien a la postre descubriría las fuentes del Nilo Azul.
Simulando la nacionalidad armenia y dedicarse al comercio, ambos recorrieron en barco el estrecho de Ormuz y la ruta del incienso por las costas de Omán hasta desembarcar en Dhojar. Aquí empezó un calvario. Denunciados por el capitán árabe que los había transportado, fueron entregados como prisioneros a un sultán del inhóspito territorio del Yemen; aunque la terrible peripecia les permitió descubrir la infusión de la planta del café en la ciudad de Haymin. Una vez liberados se dirigieron a Sana andando caminos nunca antes hollados por europeos, pero sin abandonar Yemen volvieron a ser detenidos en Mokka, encarcelados y durante años cautivos y esclavos remeros.
Antonio de Montserrat cayó gravemente enfermo, por lo que fue liberado para cobrar el rescate demandado por el sultán; Páez, más joven, soportó mejor las penalidades. Llegó por el mar el salvador rescate y ambos, maltrechos, recuperaron la libertad, y tras siete años arribaron a Goa en agosto de 1596. Pedro Páez, tal y como se ha citado, continuaría explorando por el continente africano, pero Antonio de Montserrat sucumbiría en la India a unas fiebres el año 1600.