La defensa social de la mujer y el encarecido posicionamiento a favor de la dignidad del ser humano con independencia de su condición o sexo, caracterizaron la obra de Mercedes Formica Corsi. Ella ha sufrido en las últimas décadas el silencio y, aún peor, el desprecio de quienes se valen de idearios marxistas, de eslóganes acuñados por las jerarquías aleccionadoras, y de dinero público (el factótum de la moderna revolución), para esgrimir banderas de igualdad y ondear derechos que ante la ignorancia o voluntaria ocultación quedan conculcados.
Mercedes Formica combatió la falsa moral de la misma manera que el exceso, prestando atención y apoyo tanto a los sentimientos como a las consecuencias. Partidaria de responsabilizar al sujeto y al conjunto, su discurso y su práctica calaron en las instancias de gobierno, esas que desde la ley, en letra y espíritu, cambian las normas y los usos.
Nacida en 1916, en Cádiz, fue abogada, cuando apenas había mujeres estudiando en la Universidad, y escritora, cuando la literaria era una actividad casi de plena competencia varonil, Mercedes Formica destacó entre sus pares (hombres y mujeres) dando voz a quienes vivían sometidas a un imperio anacrónico. Al finalizar la última guerra civil (1936-1939) se doctoró en Filosofía y Letras y dirigió la revista cultural Medina. Andando el tiempo, desarrollando sus dotes comunicativas, obtuvo diversos galardones literarios.
Luchó, venció y convenció en todos los frentes que abrió, algo no siempre al alcance de la conquista. Y su reconocimiento traspasó fronteras.
Quizá el divorcio de sus padres condicionó su futuro. Como fuere, se postuló para evitar la discriminación de la mujer en los ámbitos comunes, y dentro del matrimonio para que cediera el dominio del varón, denigrante llevado a extremo legal, y aflorara un derecho básico en la mujer como persona. Tenaz y elocuente, logró modificar sesenta y seis artículos del Código Civil.
Corrían los años cincuenta del siglo XX y ese paso bendijo posteriores, cercanos y lejanos. Oteando el futuro, porque la vida avanza de continuo, recuerda su pasado, el de los miedos y las ilusiones, haciendo gala de coherencia y de una valentía demostrable de ayer a hoy. Temió que su afiliación falangista y su admiración a José Antonio Primo de Rivera, la condujeran a una muerte sectaria, en una checa, ante una tapia o en una cuneta, como sucediera a otros que ella conociera. Luego, superado el enfrentamiento bélico, esa arraigada afinidad y ese perenne convencimiento, podían haber provocado un apartamiento o una censura nada encubierta. Pero no. Su obra y su palabra prosiguieron una marcha imparable, ascendente en la sociedad y sus administradores, que sólo la terrible memoria selectiva y la purga sistemática de quienes nunca creyeron ni creerán en la persona o en la libertad han callado y tapado.
Mercedes Fórmica Corsi
Imagen de http://www.nodulo.org
De su artículo El domicilio conyugal:
“La defensa de la familia cristiana, imprescindible para el logro de una paz duradera, se consigue con la convivencia pacífica, equitativa, en la que cada cónyuge lleve su carga y cumpla con su deber. Es contraproducente para este logro el ejemplo a los hijos de la repetida mala conducta del más fuerte, que lo es sólo porque le mantiene una ley arbitraria. Los señores jueces deberían tener facultades para otorgar la titularidad del domicilio conyugal al cónyuge inocente, en este caso a la esposa, ya que, en definitiva, el domicilio conyugal es la casa de la familia y no ‘la casa del marido’, como dice la ley.”
En 1997 fue entrevistada por Natalia Figueroa, a la que expresó ante el silencio de las feministas adscritas a la progresía tonante:
“Me silenciaron. ¿De buena o de mala fe? No lo sé. Lo cierto es que desde que murió Franco hasta hoy, las personas que han tratado el Derecho privado no han nombrado aquella reforma. Como si no hubiese existido.”
Fallecida Mercedes Formica el año 2002, con ese motivo la misma entrevistadora volvió a escribir:
“Olvidada incomprensiblemente por el movimiento feminista, las mujeres españolas le deben muchos de sus derechos.”