A la edad de veinticinco años, el zaragozano de Frasno, Pedro Cubero Sebastián, nacido en 1645, partió de la capital aragonesa en calidad de predicador apostólico para emprender un viaje singular y audaz que durante nueve años le llevó a dar la vuelta al mundo a la inversa de la que había realizado Juan Sebastián Elcano en la primera circunnavegación del planeta. Fue pionero en el siglo XVII.
De Zaragoza a París y después a Roma. En la península itálica visitó Venecia antes de ir a Viena, para luego dirigirse a Constantinopla y a continuación a Varsovia, antes de adentrarse en territorio ruso y alcanzar Moscú. Abandonó Europa por la ruta de Astracán y Carbin, y ya en Asia recorrió Persia hasta la ciudad de Ispahán; siguió por Shiraz para adentrarse en la India occidental visitando Bombay y Goa. Embarcó rumbo a la isla de Ceilán, para después, costeando el golfo de Bengala, alcanzar la península de Malaca, frente a Sumatra (Indonesia), y dirigirse a Filipinas. Subió a bordo del Galeón de Manila para atravesar el océano Pacífico y arribar al puerto mejicano de Acapulco en el virreinato de Nueva España; prosiguió por tierra hasta la región oriental llegando a Veracruz. Tras una escala en La Habana, regresó a España completando la vuelta al mundo contra el caminar del Sol.
La crónica de un viaje fascinante por mundos diferentes y costumbres extraordinarias, quedó escrita de su propia mano en Breve relación del viaje hecho por la mayor parte del mundo por Don Pedro Cubero Sebastián; obra donde se limitó a narrar cuanto veía, constituyendo un documento de gran valor para el conocimiento del mundo en el siglo XVII.
Otra obra de su puño y letra que merece recordarse es Peregrinación del mundo, de carácter misionero.