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Dirán mejor quién he sido por la cruz de mi apellido y con la cruz de mi espada. Álvaro de Bazán y Guzmán

El Imperio en Europa: El invencible Álvaro de Bazán



El almirante de la Armada Española, Álvaro de Bazán y Guzmán, nacido en Granada en 1526, jamás sufrió una derrota en sus muchos combates. Fue el más ilustre de una célebre estirpe de capitanes al servicio de España iniciada con su padre Álvaro, apodado el viejo, Capitán general de las Galeras de España, y su hermano Alonso, y continuada luego por sus hijos Enrique y Álvaro y su sobrino Francisco Diego.
    La extraordinaria figura de Álvaro de Bazán comenzó a brillar a los ocho años de edad, cuando a instancias de su padre fue nombrado Alcaide del Castillo de Gibraltar por el emperador Carlos I; a los nueve ya embarcaba con su padre para aprenderlo todo desde el humilde desempeño de grumete; e instruido por su tutor, Pedro González de Simancas, conoció de letras, ciencias y humanidades.

Estatua de Álvaro de Bazán en Madrid.

Imagen de abc.es

Dieciocho años tan solo contaba Álvaro de Bazán cuando participó junto a su padre en la victoria naval contra la armada francés enfrente de la ría de Muros el 25 de julio de 1543, festividad del apóstol Santiago.
    Pasada una década de este notable episodio, Álvaro de Bazán asumió el mando en la protección de las rutas comerciales españolas con el Nuevo Mundo, constantemente amenazadas por ingleses y franceses, piratas y corsarios alternados, y de las rutas de avituallamiento y defensa con las plazas africanas. Como por ejemplo la de Orán, a la que con su flota e infantería a bordo libró del asedio musulmán en 1563, y el Peñón de Vélez de la Gomera, acto seguido, recuperado al expulsar a los moros que en él se habían asentado para ejercer desde allí la piratería y el control de la navegación en esa zona del Mediterráneo. Una tercera acción de mérito y trascendencia en aguas mediterráneas fue la de socorrer la isla de Malta en 1565, pequeña en extensión pero grande en situación estratégica, a la que el imperio otomano, castigado por las citadas derrotas, quiso someter y utilizar como punto de partida para la conquista de Sicilia; la flota de Piali Bajá (o Pachá) conoció la resistencia de los malteses a ser invadidos y después el arrojo de Álvaro de Bazán, entonces lugarteniente de García Álvarez de Toledo y Osorio, quien motu proprio, desoyendo advertencias y rechazos de cierta parte de la corte de Felipe II, decantó a su favor el resultado propinando un nuevo revés a la causa islámica.
    Al año siguiente, concretamente  en junio de 1566, la misión que cumple el almirante Bazán es la de impedir el transporte de armas a los moros de Fez por dos buques ingleses, fondeadas a la altura del cabo de Aguer y al amparo artillero de su castillo; y de paso destruir una flota de piratas berberiscos allí basada cuya función era el ataque y captura de los pesqueros españoles en aquellas aguas.
    En 1568, nombrado Capitán general de las Galeras de Nápoles, le fue conferido el mando de la flota del reino homónimo. Desde este cargo limpió de piratas las aguas sicilianas y organizó los astilleros napolitanos, desarrollando la construcción de buques de guerra y llevando la fama de los constructores de Nápoles a rivalizar con la de los genoveses. En 1569, por tanto mérito contraído, Felipe II concedió a don Álvaro de Bazán el título de Marqués de Santa Cruz.
    Según una memoria suscrita en 1583 por el duque de Medina Sidonia, la fragata fue inventada en 1562 por Álvaro de Bazán y se utilizaba como escolta de las flotas provenientes de las Indias. Las fragatas eran naos largas fabricadas para la guerra de buen servicio en las islas de barlovento y tierra firme, navegando de ordinario por la bolina, y sin que excedieran las cincuenta toneladas de peso.
Con el mando de la escuadra de reserva, el 7 de octubre de 1571, tuvo una participación decisiva en la batalla de Lepanto, particularmente al acudir en ayuda de las galeras venecianas y de los caballeros de Malta en una fase crítica de la misma. Tras el éxito en el golfo de Lepanto, dos años después Álvaro de Bazán se incorporó a la expedición contra Túnez mandada por Juan de Austria; y en 1576 recibió el nombramiento de Capitán general de las Galeras de España.

El fallecimiento en 1580 de Enrique I, rey de Portugal, suscitó los deseos contrapuestos del rey de España, Felipe II, hijo de Isabel de Portugal y descendiente de Manuel I, y para alcanzar idéntico propósito los de la coalición entre el portugués Antonio, prior de Crato, afirmado personalmente como heredero del trono, la reina regente de Francia, Catalina de Médicis, e Isabel I de Inglaterra. Felipe II organiza una alianza mejor entre Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, y Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, Duque de Alba; éste por tierra y aquél en descenso por las aguas del Tajo hasta Lisboa, obraron la entrada triunfante de Felipe II en 1581.
    Para ampliar la victoria, Alonso de Bazán, hermano de Álvaro, capturó a la flota portuguesa de Indias; aunque para completarla hizo falta doblegar la resistencia de la guarnición de las islas Azores, apoyada por la escuadra francesa de Felipe (Philippe) Strozzi. De solucionar el inconveniente que suponía la utilización de las Azores como base para los barcos enemigos de España que buscaban interceptar las rutas comerciales con América, se encargó Álvaro de Bazán. En un nuevo alarde de genio militar y estrategia, en la llamada batalla de la isla Terceira o de las Azores, fechado en julio de 1582, derrotó a los franceses en el mar (a la altura de la isla de San Miguel), también a una flota inglesa que sumaba en contra de España, y a los portugueses en tierra, con un desembarco de infantes de Marina (los Tercios de Mar y Tierra), en la citada isla Terceira, pionero en la historia. Tras este combate, el poderío naval francés quedó anulado durante mucho tiempo, la actividad de los piratas franceses reducida e incorporado Portugal al reino de España; y Álvaro de Bazán fue nombrado Grande de España y Capitán general del Mar Océano.

Álvaro de Bazán

Imagen de rutaporlahistoria.blogspot.com
* * *

A Don Álvaro debemos que la Armada, sostén de las vías de comunicación del Imperio, fuera dotada con el mejor de los barcos de entonces, el galeón, bien artillado y con gran capacidad de embarque para tropa (marinería e infantes de Marina) y mercancías varias.
    También en su haber cuenta el estudio y realización de la Grande y Felicísima Armada, que él tenía concebida como un arma defensiva y de apoyo más que de ataque, causa a la que se destinó posteriormente a su fallecimiento en febrero de 1588. Valga el recordatorio con que le honró Lope de Vega como homenaje y resumen de una vida pletórica de gestas victoriosas y servicios a España.

El fiero turco en Lepanto,
en la Tercera el francés,
y en todo mar el inglés,
tuvieron de verme espanto.
Rey servido y patria honrada
dirán mejor quién he sido
por la cruz de mi apellido
y con la cruz de mi espada.


Artículos complementarios

    La batalla de Lepanto

    Juan de Austria

    Operaciones anfibias de Los Tercios

    La primera Infantería de Marina del mundo

    Gran Duque de Alba

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