El Imperio en el Pacífico y Asia: El tornaviaje de Manila a Acapulco
Del 1 de junio al 8 de octubre de 1565 navegando el océano Pacífico
Marino, explorador y cosmógrafo, fray Andrés de Urdaneta, natural de la localidad guipuzcoana de Villafranca de Oria, donde había nacido en 1508, ó 1510, descubrió el camino de retorno náutico desde Asia a América, el célebre tornaviaje. Fue en 1565 cuando este largamente perseguido hallazgo facilitó la creación de una ruta comercial estable denominada del Galeón de Manila, vigente hasta 1815.
A la temprana edad de 17 años, Andrés de Urdaneta se había embarcado en la segunda expedición transpacífica española para arribar a las Molucas, a Cipango y a Japón, iniciada en 1525 y al mando de García Jofre de Loaysa, en calidad de criado y asistente del veterano piloto mayor Juan Sebastián Elcano, en la que ambos fallecieron: Loaysa entre julio y agosto de 1527. Tras estas muertes, Urdaneta permaneció en la isla de Gilolo (hoy Halmahera), en el archipiélago de las Molucas, dedicado a la reparación y construcción de naves y a la lucha contra los portugueses establecidos en algunas islas limítrofes, contando con el posterior apoyo de la expedición de Álvaro de Saavedra, arribada en 1528; hasta que por la firma del Tratado de Zaragoza, en 1529, el emperador Carlos dio por finalizada la presencia española en tales territorios.
No obstante, Urdaneta continuó en la región, hasta sumar once años de estancia, ampliando sus conocimientos de geografía, navegación y sobre los pueblos allí habitantes y sus lenguas, de futura utilidad. En 1535 emprendió el regreso a España a través de Malaca y Cochín, por lo que en un año dio la vuelta al mundo atracando en Lisboa; y aunque en esta ciudad le fueron requisados la documentación y materiales recopilados durante esos años en el Pacífico, pudo entregar a Carlos I una Relación escrita de los sucesos de la armada del comendador Loaisa desde el 24 de julio de 1525 hasta el año de 1535.
Retrato de Andrés de Urdaneta por Víctor Villán, siglo XIX.
Imagen de http://www.museo-oriental.es
Instalado en México, en 1538 preparó junto a Pedro de Alvarado una expedición que por el fallecimiento de éste en 1541 no pudo llevarse a cabo. No obstante, desempeñó varios cargos administrativos, de justicia y ejerció como corregidor en el Virreinato de Nueva España con el virrey Antonio de Mendoza, hasta su ingreso en la Orden de los Agustinos en 1553, siendo nombrado maestro de novicios en uno de sus establecimientos mejicanos.
A instancia de Felipe II, que había aceptado la sugerencia del virrey de Nueva España, Luis de Velasco, Urdaneta preparó una nueva expedición al Pacífico occidental con el propósito de reconocer el archipiélago de San Lázaro, posteriormente denominado, en honor del rey, de las Filipinas, y de “que se vea que es cierta la vuelta”, en palabras del rey al virrey, escribiendo un Derrotero de la navegación que debía hacerse desde Acapulco para las islas de Poniente, dirigiendo la construcción de la flota, contratando a sus tripulaciones y eligiendo como capitán al guipuzcoano Miguel López de Legazpi, que había sido escribano y alcalde ordinario de la ciudad de México. Otra muerte, esta vez la del virrey, retrasó los preparativos cinco años.
Hasta la expedición de Urdaneta los intentos por dar con la ruta de vuelta a América habían fracasado: en 1522 por Gonzalo Gómez de Espinosa, en la nave Trinidad, desde la isla de Tidore hasta Panamá navegando el Pacífico hacia el Este; los dos intentos de Álvaro de Saavedra, desde el mismo lugar, en las conflictivas por disputadas islas Molucas, con la nave Florida en 1528 y 1529, viéndose obligado a regresar al puerto de partida habiendo recorrido por aguas de Nueva Guinea, las islas Carolinas, las Marianas y las Filipinas; en 1544 Ruy López de Villalobos, otras dos veces, con la nave San Juan, en 1544, al mando de Bernardo de la Torre, y en 1545, al mando de Íñigo Ortiz de Retes.
Los últimos dos intentos fueron el de Miguel López de Legazpi, con el patache San Lucas, mandado por Alonso de Arellano y separado de la expedición de Legazpi en el viaje de ida regresó desde la isla filipina de Mindanao el 22 de abril de 1565 y llegó a Acapulco el 17 de junio, completando la primera travesía del Pacífico en dirección Oeste-Este; pero su conducta insolidaria y el atribuir gran parte del mérito al azar (“hicieron la navegación a punta de milagros”) descalificaron este intento acertado en favor del de Urdaneta.
Cinco fueron los barcos de la flota expedicionaria: nao San Pedro, capitana, nao San Pablo, galeoncete San Juan, patache San Lucas, y un bergantín del que ignoramos el nombre); la tripulación constaba de, aproximadamente, 150 marinos, 200 soldados y 4 frailes agustinos; más la carga de materiales y cabaña animal. Legazpi se encargaba de los aspectos político y militar, asistido por el factor Andrés de Mirandola, su sobrino, mientras que Urdaneta fue nombrado prelado y protector de los indios, además de cosmógrafo y director náutico. Junto a la descubierta de nuevas tierras, la expedición tenía encomendado el dar con el camino de vuelta a América (el tornaviaje), para facilitar la acción española en aquellas regiones.
Tras zarpar el 21 de noviembre de 1564 del Puerto de la Navidad, en Jalisco, y adentrarse en mar abierto unos días, Legazpi abrió el pliego real con las instrucciones para el viaje que ordenaba conquistar y poblar las islas Filipinas. Con rumbo Oeste llegaron a la Micronesia el 9 de enero de 1565, avistando diversas pequeñas islas y atolones, como el que bautizaron De los barbudos. El 22 cruzaron las islas Marianas, ya conocidas por Urdaneta, que llamaban los españoles De los ladrones tocando Guam (Guahan), isla de la que se posesionaron. El 13 de febrero arribaron a la isla de Ybabao (Samar), ya en el archipiélago de las Filipinas, después Leyte, en marzo Bohol y el 27 de abril a Cebú., en el intrincado archipiélago de las Visayas (incluido en las Filipinas). En Cebú Legazpi fundó el primer asentamiento español en Filipinas: la Villa de San Miguel (después llamada del Santísimo Nombre de Jesús y hoy ciudad de Cebú), el 8 de mayo de 1565.
De inmediato, en junio de 1565, Legazpi ordenó a Urdaneta que organizara el regreso a América, la segunda misión del viaje.
Monumento a Andrés de Urdaneta en Ordicia.
Imagen de http://www.reliogionenlibertad.com
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El tornaviaje
Desde la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano se planteó el viaje de vuelta a América y a Europa, el retorno, el tornaviaje, por el océano Pacífico. Cinco fueron los intentos fallidos y sólo el sexto, el de Urdaneta, coronado por el éxito, resumido como sigue.
Al frente de la nave San Pedro, mandada por Felipe de Salcedo, el primero de junio de 1565 Urdaneta inauguró oficialmente la vuelta de Poniente. Abandonó las Filipinas por el estrecho de San Bernardino, entre Samar y Luzón, y salió a mar abierto poniendo rumbo hacia el Noreste. Un mes más tarde se hallaba frente a la isla de Taiwan y el 3 de agosto al norte de Japón, desde donde derivó hacia el Este, evitando la acción de los vientos alisios y aprovechando la corriente marina del Kuro Shivo. Así, el 26 de septiembre avistó tierra americana, el 1 de octubre entraba en el Puerto de la Navidad y el 8 de octubre de 1565 rindió finalmente viaje en el puerto mejicano de Acapulco, tras 130 días de navegación, casi 1.900 leguas recorridas, perfectamente documentadas por los cronistas, y con sólo 18 marineros útiles de los 200 que iniciaron la travesía. Se inauguraba la ruta del Galeón de Manila, de trascendencia histórica, que durante dos siglos y medio seguiría este derrotero trazado por Urdaneta entre Manila y Acapulco.
Mapa del tornaviaje de Urdaneta.
Imagen de http://www.lagazetilla.es
Un año después, en 1566, Urdaneta presentó a Felipe II los resultados de sus descubrimientos: mapas, relaciones de la expedición y libros de navegación; asimismo expuso su parecer documentado sobre la ubicación geográfica de las islas Filipinas y las Molucas para su correspondencia con lo acordado en el Tratado de Zaragoza: Ocho pareceres dados por Andrés de Urdaneta y otros cosmógrafos en 1566 y 1567, sobre si las islas Filipinas estaban comprendidas en el empeño que el emperador había hecho al rey de Portugal, y si las Molucas y otras estaban en la demarcación de Castilla. En 1567 regresó a México donde falleció en 1568.