El Imperio en Mesoamérica: En busca de nuevas rutas marítimas
El contable y descubridor Gil González Dávila, abulense nacido en 1498, buscando el continente asiático, en concreto China, dio con las actuales naciones centroamericanas de Honduras y Nicaragua.
Hidalgo y jurista de la Casa Real, llegó al Nuevo Mundo en 1509 embarcado en la flota que llevaba al virrey Diego Colón a la isla La Española.
Ejerció de contador en la citada isla, realizando el censo de nativos encomendado a Diego Colón, hasta su regreso a España en 1515. Al cabo de tres años, junto con el piloto Andrés Niño y Andrés de Cereceda, obtuvo de la Corona una capitulación para explorar la costa del océano Pacífico en Mesoamérica (América central), hacia la latitud de la península de Florida.
Uno de los objetivos de Gil González era el de encontrar un paso interoceánico al norte del istmo de Panamá, una ruta hacia China. Al mando de una flota de tres navíos y con doscientos hombres a bordo, arribó al puerto de Acla, en Panamá, el año 1520. La zona del Darién, el istmo de Panamá, virreinato de Castilla del Oro, estaba gobernada por Pedrarias Dávila, a quien Gil González convirtió en socio de la capitulación. En 1522 la flota se adentró en el océano Pacífico con rumbo norte, desembarcando luego en los dominios de los caciques Nicoya y Nicarao. Poco después, en descubierta terrestre Gil González descubrió un gran lago situado a tres leguas del Mar del Sur (océano Pacífico), que exploró imaginándolo el anhelado paso hacia Asia; el lago en cuestión es el de Nicaragua.
Entretanto, el piloto Andrés Niño cruzó por el golfo de Nicoya, en la costa pacífica al sur del lago de Nicaragua y al norte de Costa Rica, arribando al puerto de la Posesión; allí bautizó el golfo de Fonseca, nombre que se conserva, un extraordinario puerto natural en Honduras que limita al noroeste con El Salvador y al sureste con Nicaragua.
Reunidos Gil González y Andrés Niño, optaron por la vuelta a Panamá, donde llegaron en 1523. Una vez enterados de los descubrimientos en esos territorios, tanto Pedrarias, desde Castilla del Oro, como Hernán Cortés, desde Nueva España, quisieron poner su huella. Cortés envió a Pedro de Alvarado y Cristóbal de Olid a proteger los derechos novohispanos, mientras que Pedrarias mandó para proteger los suyos a Francisco Hernández de Córdoba.
Pero anticipándose a esta controversia de poder, Gil González por su cuenta había desembarcado en Honduras, al norte de Nicaragua y al sur de El Salvador, fundando la población de San Gil de Buenavista en 1524 y posteriormente alcanzando el valle de Olancho.