El Batallón de Zapadores 250 de la División Española de Voluntarios
El bombardeo del Kremlin de Novgorod
4 de julio de 1942 a 3 de febrero de 1943, en Novgorod
Peripecia de una cruz, llamada de Novgorod, que data del siglo XIX, rescatada en territorio soviético durante la Segunda Guerra Mundial por los soldados españoles de la División Española de Voluntarios —popularmente denominada la División Azul— en lucha contra la tiranía comunista y la expansión socialista que detuvimos en España tras mil días de batallar y vencer. Muchos episodios heroicos, hechos de armas y humanitarios, honran, enaltecen y dignifican para siempre a los divisionarios y el nombre de su mítica Unidad, reconocidos también por el enemigo en multitud de informes y testimonios.
Este es el relato de un episodio sentimental.
Durante la Segunda Guerra Mundial, al estabilizarse el frente soviético a orillas del Río Voljov y del Lago Ilmen, a la División Española de Voluntarios, la 250.ª División de Infantería en el organigrama militar alemán, le correspondió desplegar en la ciudad de Novgorod y localidades adyacentes. Al Batallón de Zapadores de la División se le ordenó establecer su Puesto de Mando dentro del Kremlin de Novgorod, una especie de fortaleza o reducto en cuyo interior resaltaba un edificio singular: la catedral de Santa Sofía, el templo de mayor antigüedad en territorio de la Rusia moderna, con cinco cúpulas de bulbo rematadas con sendas cruces. La cúpula central de cobre dorado y las cinco cruces, también doradas, reflejaban la luz del sol como ascuas desde las alturas, iluminando el cielo con su resplandor.
Novgorod
El Ejército Rojo bombardeaba frecuentemente el Kremlin de Novgorod, sin que por fortuna, o mediación divina, los proyectiles alcanzaran Santa Sofía, testimonio secular de la religiosidad del pueblo ruso.
Catedral de Santa Sofía, Novgorod.
El 4 de julio de 1942, día del Corpus Christi, el comandante jefe del Batallón de Zapadores divisionario, don Alfredo Bellod Gómez, convocó a sus jefes de Compañía a una reunión en la Plana Mayor del Batallón, situada en un edificio colindante con la iglesia, a unos 25 ó 30 metros de distancia. En esa circunstancia, uno de los cañones de 20,3 mm. de la Artillería soviética, de gran precisión, emplazados a tal efecto, comenzó a bombardear la catedral. Los dos primeros obuses cayeron dentro del recinto del Kremlin, muy cerca de la catedral; el tercero impactó directamente en ella. A partir de ese certero todos los disparos restantes dieron en el significado edificio.
El intenso bombardeo hundió dos de sus cúpulas, la central y una de las laterales, dañando gravemente las otras tres, lo que provocó la caída de dos cruces y el deterioro de las restantes.
No cabía duda que el objetivo a batir por los artilleros era Santa Sofía, y únicamente conseguido el propósito, la destrucción de la catedral, cesó bombardeo. Fue entonces cuando los zapadores del comandante Bellod recogieron de entre los escombros una de las cruces caídas, visiblemente deteriorada.
Esta cruz recogida entre los restos de la catedral de Novgorod fue reconstruida por el Batallón de Zapadores 250, integrado en la División, y por ellos custodiada el resto de 1942. Al cabo, el Batallón decidió trasladarla a la Academia de Ingenieros de Burgos, puesto que, según escribió el propio comandante Bellod al coronel don Luis Troncoso Sagrado, jefe de la citada Academia: “Los que supieron respetarla y defenderla, quieren ahora conservarla y elevarla de nuevo como símbolo y guía de las futuras generaciones de oficiales“.
El 3 de febrero siguiente, ya en 1943, el comandante Bellod ordenó directamente al brigada don Bernardo Álvarez Iglesias, perteneciente a la 3ª Compañía del Batallón, que trasladase la Cruz hasta Burgos aprovechando su viaje de repatriación a España junto con otros suboficiales y tropa de la unidad.
El brigada Álvarez Iglesias fue repatriado portando la Cruz de Santa Sofía, que iba debidamente despiezada, el 20 de febrero, llegando a la Academia de Ingenieros de Burgos el día 5 de marzo. A las once de la mañana del día siguiente, el brigada se presentó ante el coronel Troncoso, le dio cuenta de la misión encomendada por el comandante Bellod y le comunicó que la Cruz se encontraba depositada en la estación de ferrocarril de Burgos. Nada más recibir la novedad, el coronel ordenó que se efectuase el traslado de la Cruz a la Academia, situada a la sazón en el Convento de los Jesuitas de la Merced.
A las cuatro de la tarde de ese 6 de marzo, el brigada Álvarez Iglesias efectuaba la entrega oficial de la Cruz de Novgorod al coronel Troncoso delante del cuadro de profesores de la Academia de Ingenieros.
Desde ese 6 de marzo de 1943 la Cruz de Novgorod ha dispuesto de un lugar preferente en la capilla de la Academia de Ingenieros, entonces en Burgos; posteriormente en Hoyo de Manzanares, donde se encuentra la Academia hoy en día; y desde el primer momento se convirtió un símbolo moral para todos los Ingenieros militares que entre sus muros se han formado. La Cruz ha sido devuelta recientemente al patriarca de la Iglesia Ortodoxa Alexis II para proceder a su ubicación original en nombre de los españoles que han sabido protegerla y honrarla.