Clavados al terreno
Alférez del 2.º Batallón del Regimiento n.º 269 de la División Española de Voluntarios, obtuvo la Cruz Laureada de San Fernando por la defensa de la Posición Intermedia el 27 de diciembre de 1941 en la Campaña de Rusia.
José Rubio Moscoso nació en Granada el año 1914. En julio de 1936 ingresó voluntario en las fuerzas nacionales, alcanzando pronto los empleos de cabo y sargento combatiendo en los frentes de Málaga y Sierra Nevada, y en 1937 el de alférez provisional incorporado al Regimiento de la Victoria.
En 1941 se alistó en la División Española Voluntaria (División Azul) para combatir el comunismo en suelo ruso.
En reconocimiento por el camino desde el río Voljov a la aldea de Lobkovo (donde estaban acantonadas la 5.ª y 6.ª compañías de los capitanes Temprano y González Alba), el coronel José Martínez Esparza, jefe del Regimiento 269, divisó el templo semiderruido conocido por la Capilla Vieja, guarnecido por la sección del alférez José Escobedo Ruiz, y hacia el norte dos colinas peladas dominando los barrancos que discurrían paralelas al río; de inmediato ordenó el establecimiento de posiciones intermedias en las crestas.
Mandaba la denominada Posición Intermedia (que englobaba las dos crestas indicadas) el alférez Rubio, zona clave del despliegue defensivo que debía conservarse a toda costa, guarnecida por una sección de 20 soldados, cuando fue atacada por fuerzas abrumadoramente superiores en número y medios que emplearon al máximo; era una parte de la ofensiva que intentó romper la línea española por Udarnik. El alférez Rubio y su sección apenas habían conseguido cavar unos pocos pozos de tirador y erigir una casamata deficiente y frágil desde que el coronel José Martínez Esparza ordenó que allí se establecieran.
Los soviéticos atacaron simultáneamente el sector de Udarnik, defendido por el comandante Miguel Román, el sector de Miasnoi Bor (Mjasnda Bor), al que acudieron raudos la sección del alférez Pettenghi y las compañías de los capitanes Garzón y Fernández Vallespín, al que acompañaban los veteranos sargentos Luis Nieto García e Hilario Pino, y la carretera Lobkovo-Udarnik, que fue defendida por los efectivos del comandante García Rebull y la artillería del teniente Rodríguez.
El ataque contra Udarnik pudo ser rechazado. Mientras, los defensores de la aislada por el enemigo Posición Intermedia ofrecieron una resistencia tenaz y heroica a los asaltos continuados. Durante la lucha, el alférez Rubio envió un radio a su comandante expresándole su decidida actitud, y la de sus hombres, de mantener la posición hasta el último aliento si fuera preciso. Siguió la lucha y el aumento incontenible de las bajas propias, también y más numerosas las del enemigo como se comprobó después, apreciándose la imposibilidad de resistir la avalancha sin que sucumbieran todos los defensores. Poco antes de morir, contadas 18 bajas de los 20 efectivos, de nuevo comunicó por radio al general de la División, Agustín Muñoz Grandes, su defensa sin vacilaciones, exaltando el comportamiento heroico de su tropa y reiterando su determinación de mantenerse en el puesto. Al cabo, en desigual lucha cuerpo a cuerpo, murieron el alférez Rubio con los últimos hombres útiles a sus órdenes.
Las unidades en auxilio aceleraban la marcha cuanto podían. Cerca de la Posición Intermedia, fue elegido el guripa Mariano Ferrer para enlazar con los asediados, imperando en el ambiente un silencio mortal que presagiaba la tragedia. De vuelta mal herido, Mariano Ferrer informó al capitán España, jefe de la 2.ª compañía de Antitanques, de la ocupación soviética del enclave. De norte a sur avanzando la tropa del comandante Román y de sur a norte la del comandante García Rebull, los veteranos combatientes de la cabeza de puente del río Voljov, de Sitno y Nikitkino, de Dubrovka y Muravji, de Staraya Russa y Tigoda, de Smeissko y Schevelevo, de Ottenskij, Possad y Posselok, sabían a lo que iban y comprendían lo sucedido, y en todos emergía el ansía de revancha. Las dos unidades establecieron contacto a las diez de la mañana del 27 de diciembre de 1941.
En la acción los españoles consumieron todas las municiones, causando más de 200 muertos a los soviéticos, un enemigo iracundo que como represalia clavó en la fría y removida tierra los cadáveres desnudos, acribillados y lacerados de los defensores con las bayonetas y los picos de fortificación.
El heroísmo del alférez Rubio y su abnegada tropa, que prefirió morir antes de entregar la posición al enemigo, tuvo una influencia decisiva en el éxito final del combate, logrando con su sacrificio obstaculizar la progresión del avance enemigo dando tiempo al mando para concentradas velozmente las fuerzas efectuar el contraataque que resultó victorioso.
En auxilio de los defensores de la Posición Intermedia acudieron la columna del comandante Román, por el sur, pasando ante hileras de caídos rusos; la del comandante García Rebull, hacia el norte desde Lobkovo. Ambas unidades, abriéndose camino por la espesa nieve, iban descubriendo cadáveres, armamento y equipo esparcidos por la carretera y el bosque. El cuerpo helado de un cabo fue el primer cadáver español que encontraron, justo enfrente de la doble colina de la Posición Intermedia. Remontando por las laderas batiéndose contra el enemigo que no dejaron avanzar, aparecían rodeando la posición del alférez Moscoso decenas de cadáveres rusos. La patrulla coronó la cresta de la primera colina y entonces sus ojos revelaron la crueldad ejercida en los cuerpos de los españoles: heridos rematados y muertos clavados a la tierra con picos para hielo.
Dolidos en lo más íntimo, furiosos, los españoles persiguieron a los rusos en retirada, también cañoneándolos, hasta acabar con todos los visibles.
El general Muñoz Grandes había pedido a sus soldados que se mantuvieran en las posiciones como clavados al suelo, y tan proféticas resultaron sus palabras que en la defensa de aquella posición intermedia de dos colinas yacían dando ejemplo de valor y disciplina.
Para manifestar su dolor y el de toda la División, Muñoz Grandes redactó la siguiente proclama:
“¡Soldados! La acción iniciada el 24 [diciembre] culminó ayer, 27, con el máximo esfuerzo del enemigo. Con fuerzas enormemente superiores a las nuestras, trató de romper nuestras líneas.
Estoy plenamente satisfecho de vosotros y deseo rendir tributo de gratitud a esos valientes de la Posición Intermedia que cumplieron la orden: ‘Es imposible retirarse; tenéis que resistir como si estuvierais clavados al terreno’. Ninguno se replegó. Durante el breve tiempo que ocuparon la posición, los bárbaros rusos clavaron a nuestros muertos y heridos al suelo con picos. La orden se cumplió al pie de la letra.
Por una vez la bestialidad roja ha servido para hacer aún más sublime la bravura de nuestros soldados.
¡Qué orgullo ser españoles!”
El general Muñoz Grandes escribió una felicitación de Año Nuevo al pueblo español en la que dijo:
“Duro es el enemigo y más duro el invierno ruso; pero más duros aún son mis hombres.”
Artículos complementarios
La cabeza de puente del Voljov