La primera circunnavegación de la Tierra de un buque de guerra
Campaña del Pacífico a bordo de la fragata acorazada Numancia
Casto Méndez Núñez y Manuel de la Pezuela
Fecha: Del 10-5-1866 al 24-9-1867
“España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra”
A mediados del siglo XIX se diseñó un tipo de nave que iba a revolucionar las marinas de guerra. España se interesó pronto por las nuevas unidades, que eran buques acorazados, incorporando a la Marina en su adquisición.
Pese a que la industria naval hispana carecía de las condiciones precisas para afrontar por sí misma la construcción de navíos blindados, el gobierno español no quiso dejar de dotarse con tales buques; con tal motivo los encargó a los astilleros franceses e ingleses, recientes en la experimentación pero ya con bagaje suficiente.
El 17 de noviembre de 1863 se botó en la factoría La Seyne de Tolón, el casco de la fragata acorazada Numancia, que fue entregada a la Marina española en diciembre de 1864. Desplazaba 7.500 toneladas, y sus dimensiones eran las siguientes: 96 metros de eslora, 17 de manga y 8 de calado. La potencia de máquina era de 1.000 HP, que, accionando una sola hélice, le imprimía una velocidad algo superior a los 12 nudos. Su artillería sumaba 34 cañones de 20 cm. situados en batería, a dos bandas. El casco era de hierro, y la coraza, del mismo metal, tenía un espesor medio de 13 cm. Aparejaba tres palos con un velamen de 1.846 metros cuadrados de lona.
El 24 de diciembre de 1864, pocos días después de su llegada a Cartagena procedente del astillero de origen, el capitán de navío Casto Méndez Núñez tomó el mando de la flamante unidad blindada, siendo su segundo el capitán de fragata Juan Bautista Antequera.
Casto Méndez Núñez
Por aquellas fechas, las relaciones de España con las repúblicas sudamericanas del Pacífico no destacaban por ser cordiales. Fiel a la máxima política, atribuida al almirante Nelson, de que el mejor ministro plenipotenciario es un buen buque de línea, el gobierno español envió la fragata acorazada Numancia al océano Pacífico, para que se uniera a la escuadra que allí operaba a las órdenes del almirante José Manuel Pareja. La fragata zarpó de Cádiz el 4 de febrero de 1865.
Atendiendo a la consideración militar, el envío de la escuadra española al pacífico ha de ser considerado un éxito. Lo avala el hecho de estar operando durante más de un año ante una costa hostil, sin bases de aprovisionamiento, desafiando con gallardía a la poderosa plaza fuerte peruana de El Callao, cuyas defensas fueron reducidas al silencio el 2 de mayo de 1866 tras un combate —denominado Combate de El Callao— en el que los buques españoles, mandados por Méndez Núñez debido al suicidio del almirante Pareja, sufrieron daños de escasa consideración. Casto Méndez Núñez también legó una frase a la historia:
“España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra”.
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Relación de las naves que participaron en el Combate de El Callao
—Fragata acorazada Numancia.—Fragatas de hélice Blanca, Resolución, Berenguela, Villa de Madrid y Almansa.—Corbeta de hélice Vencedora.—Transportes a vapor Marqués de la Victoria, Paquete del Maule, Uncle Sam y Matías Cousiño.—Transportes a vela Mataura, María y Lotta and Mary.
Maqueta de la Fragata acorazada Numancia. Museo Naval, Madrid.
Junto a las acciones de guerra o, incluso, por encima de ellas, el viaje de circunnavegación es el hito que jalona la peripecia náutica de la fragata acorazada Numancia. Desde el Pacífico, a continuación del episodio bélico citado, el día 10 de mayo de 1866 parte la nave rumbo a España atravesando el océano Índico, doblando el cabo de Buena Esperanza y remontando hasta la patria, a la que llegó el 20 de septiembre de 1867.
Cuando la Numancia fue enviada al océano Pacífico, por la única vía existente que era la del estrecho de Magallanes, era creencia generalizada entre la oficialidad más capaz de todas las Marinas, que las nuevas fragatas blindadas no podrían enfrentarse con mares embravecidos y largas navegaciones, pues se las consideraba sólo aptas para operar en aguas costeras. Así que fue la Marina española, a bordo de la galana y gloriosa Numancia la encargada de batir el mito de la incapacidad marinera de las nuevas naves acorazadas.
Finalizado el Combate de El Callao, la escuadra española fondeó en la isla de San Lorenzo, donde reparó averías y se alistó para reemprender el viaje de regreso a España. El 1o de mayo de 1866 la escuadra se hizo a la mar, formada en dos divisiones: la primera integrada por las fragatas no acorazadas Villa de Madrid (insignia de Méndez Núñez), Blanca, Resolución y Almansa, que se dirigió a Río de Janeiro por el cabo de Hornos; la otra división, al mando del capitán de navío Manuel de la Pezuela y Lobo-Cabrilla, estaba compuesta por la fragata acorazada Numancia y la Berenguela, con la goleta Vencedora, los vapores Marqués de la Victoria y Uncle Sam y el velero Mataura. Esta segunda división recibió la orden de aparejar con rumbo a Filipinas, recalando antes en Tahití. Después de la escala en Manila zarpó en dirección a Batavia, Ciudad del Cabo, isla de Santa Elena, Río de Janeiro y Cádiz, donde rindió viaje el 20 de septiembre de 1867.
El 20 de enero de 1868 se acuñó la medalla conmemorativa del primer viaje de vuelta al mundo realizado por un buque acorazado. Reza la inscripción: En loricata navis quae primo terram circuivit. La gesta de la fragata Numancia traspasó fronteras alcanzando su nombre timbres de gloria universal en los anales de la moderna navegación de vapor.