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En busca de horizontes australes. Álvaro de Mendaña

Descubrimiento de las islas Salomón y Marquesas

El Imperio en el Mar del Sur: Las expediciones de Álvaro de Mendaña



Dos fueron las expediciones por el incógnito mar del Sur que encabezó Álvaro de Mendaña y Neira, nacido en Congosto, provincia de León, el año 1542.
    Hombre intrépido en su proceder y dotado para la exploración, Álvaro de Mendaña se vio favorecido con el nombramiento de su tío, Lope García de Castro, como presidente de la Audiencia de Lima con funciones de virrey interino de Perú. Época esta, la del año 1567, en la que Mendaña navegó por primera vez el Pacífico Sur hasta llegar a las islas Salomón. Pero, en realidad, el objetivo para armar una poderosa expedición se cifraba en encontrar la Tierra Austral: la Terra Australis Incognita; o, en su defecto, una nueva ruta de las Especias y de lo que ello derivara. Lope García de Castro confió la expedición a su sobrino de 22 años y nombró a Pedro Sarmiento de Gamboa capitán de una de las naves y cosmógrafo, y a Pedro de Ortega capitán de la otra.
    Mendaña modificó la ruta propuesta por Sarmiento (por recomendación del piloto mayor, Hernán Gallego), lo que desvió la trayectoria hacia las islas Salomón en lugar de la Terra Australis Incognita.
    La siguiente navegación tuvo lugar en 1596, y en ella descubrió un enorme arco de islas que abarcaba desde las Marquesas hasta el confín meridional de las Salomón, determinado por el grupo de las islas Santa Cruz. Entre ambos viajes es probable que aparecieran a la vista las islas Marshall, Nombre de Jesús (con denominación Tuvalu o Niue), Danger y Tokelau.

Primer viaje
Álvaro de Mendaña partió el 19 de noviembre de 1567 con dos naves, Los Reyes y Todos los Santos, recorriendo 1.600 leguas marinas hasta alcanzar la isla de Santa Isabel de la Estrella, primera de las islas Salomón, el 7 de febrero de 1568. A partir de esta isla y hasta la de San Cristóbal, que fue la última del periplo, los españoles exploraron gran parte del archipiélago durante seis meses, pensando Mendaña que podría establecer allí una colonia a pesar de las escasas riquezas que aparecieron. Hastiada la tripulación del viaje, Mendaña decidió regresar convencido de la oportunidad de su vuelta para completar la exploración. El 22 de enero de 1569 desembarcaban en Santiago de Colima, en México.
    El 10 de enero de 1568, según cálculo de Gallego, o el 15 del mismo mes relación de Mendaña, tras dos meses de navegación desde la partida en El Callao, dieron con la pequeña y habitada isla Nombre de Jesús (en las islas Tuvalu o Niue); ciento sesenta o ciento ochenta leguas más allá, superada Ontong Java, la mayor laguna de las Salomón, llegaron a los bajos de la Candelaria (quizá el arrecife Roncador), puerta de las islas Salomón; y a los ochenta días de haber zarpado, avistaron el 7 de febrero de 1568 la importante  isla de Santa Isabel, con trescientos kilómetros de longitud, así bautizada en honor de la patrona de la expedición, donde permanecieron tres meses. Desde Santa Isabel, por iniciativa de Mendaña, los españoles exploraron el archipiélago en el barco allí construido el Santiago, de apenas 30 toneladas pero eficiente en su encomienda; avistando entre otras la isla de Ramos y Guadalcanal.

Imagen de pinterest.es

Segundo viaje   
Se hizo esperar veintisiete años la segunda navegación de Mendaña, que fue mayor que la precedente. Por entonces ya se había casado con Isabel Barreto, (quien alcanzaría por el fallecimiento de su marido, el título de primera mujer almirante de la Real Armada española), que le acompañó junto con un excelente plantel de militares y marinos como Pedro Fernández de Quirós.
    El 16 de junio de 1595 zarparon cuatro barcos con 368 personas a bordo, entre ellas numerosas mujeres, con el propósito de establecer un asentamiento en las Salomón. Los barcos eran: el galeón San Jerónimo, con Mendaña al mando; la nao Santa Isabel, al mando de Lope de Vega; la galeota San Felipe, con el capitán Felipe Corzo; y la fragata Santa Catalina, con el teniente Alonso de Leyva. El mando de los infantes de Marina recayó en el capitán Pedro Merino Manrique.
    Sin embargo, de las islas conocidas en el primer viaje: Santa Isabel, San Cristóbal, Guadalcanal, etcétera, no se obtuvo noticia dando a parar en Santa Cruz, la zona del extremo meridional del archipiélago. Allí la suerte fue adversa; las relaciones con los nativos fracasaron y con ello se dio al traste en el intento de colonizar ese nuevo mundo. Además, Mendaña falleció en la isla, por lo que su mujer tomó el mando y otra deriva a la expedición.
    El 21 de julio de 1595, a una distancia de mil leguas de Lima, llegaron a la isla Magdalena (Fatu Hiva), primera de las islas polinesias que Mendaña bautizó como Marquesas de Mendoza, en honor de su benefactor, el virrey del Perú García Hurtado de Mendoza. Explorando el archipiélago descubrieron y bautizaron las islas Dominica (Hiva Oa), Santa Cristina (Tahuata) y San Pedro (Moho Tani); y continuaron navegación, pero con rumbo incierto, hacia las Salomón para un mayor y mejor recorrido por ellas y sus posibilidades de asentamiento.
    Siete meses errando por el mar incógnito habían agotado la paciencia de las tripulaciones y el agua potable, a lo que se sumó la pérdida de la Santa Isabel y la erupción del volcán Tinakula en los atolones de las hoy islas Reef, integrantes como avanzadilla de las islas Santa Cruz (archipiélago Temotu). Una vez en esta parte extrema de las Salomón, a cuatro o cinco grados de distancia de las islas conocidas y un tanto exploradas en el primer viaje, Santa Isabel, San Cristóbal, Guadalcanal, la relación con los lugareños debía comenzar de cero, pues ni el idioma en la zona meridional, que chapurreaba Mendaña, era el mismo; así que tuvieron que retomar el protocolo de actuación. Durante unos días la comunicación fue amistosa y productiva, pasados los cuales terciaron las escaramuzas violentas con los naturales y las disensiones de régimen interior que Mendaña no lograba aplacar. De hecho, y tras la fundación de un poblado y una iglesia dedicada a San Simeón el Justo, para atraer la voluntad de permanencia de los sufridos navegantes que buscaban un mundo nuevo para vivir y la estabilidad entre los marinos e infantes, estalló la guerra entre los españoles que deseaban regresar a Perú y los que apostaban por continuar la aventura exploradora.
    El 17 de octubre de 1595 fallecía Álvaro de Mendaña sin haber conciliado posturas: su propósito de establecer un acertamiento en el mar del Sur quedó frustrado. Poco antes de morir había nombrado gobernadora a su esposa, Isabel Barreto, quien como jefa de la mal avenida comunidad de navegantes decidió poner rumbo a Filipinas en una travesía harto problemática que, no obstante, finalizó con buen puerto y noticias de cuanto hubo acontecido en la capital Manila.

Imagen de danstopicals.com


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