Ana María de Soto y Alhama fue la primera mujer que ingresó en Infantería de Marina disimulando su condición femenina. Nacida en Aguilar de la Frontera, provincia de Córdoba, el año 1775, transformó su imagen en la de un varón para alistarse en verano de 1793 como un soldado más en la 6.ª compañía del 11.° batallón de Infantería de Marina, destinado en San Fernando, con el nombre de Antonio María de Soto; el de su hermano.
El día 4 de enero de 1794, flamante soldado de Infantería de Marina, embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes; a continuación se le destinó en la fragata Balbina para retornar en septiembre de 1795 a la Nuestra Señora de las Mercedes, permaneciendo a bordo un año aproximadamente. El 18 de diciembre de 1796 embarcó en la fragata Santa Dorotea y el 26 de enero del año siguiente vuelve a la Nuestra Señora de las Mercedes desde la que participará en la defensa de Rosas y en el ataque a la localidad francesa de Banyuls-sur-Mer; ambas acciones contra los franceses. Poco después, el 14 de febrero de 1797, a bordo de la fragata Matilde combatió en la batalla del cabo San Vicente y acto seguido en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa.
La fragata Matilde fue el último barco en el que prestó servicio militar. A causa de unas fiebres persistentes en el verano de 1798 cayó enferma y al someterse al examen médico nada pudo impedir el conocimiento de su verdadero sexo y su auténtica identidad.
La peculiar y no menos extraordinaria historia de Ana María de Soto llegó a oídos del rey, Carlos IV, quien lejos de castigarla por su atrevimiento valoró su actitud y empeño, y asimismo la eficaz labor efectuada siempre cumpliendo órdenes sin dudarlo. Un ejemplo que le valió el empleo honorífico de Sargento Mayor y una pensión vitalicia de 2 reales diarios. Una vez licenciada de su carrera militar, regentó un estanco en la población en la cordobesa localidad de Montilla. De ahí que también se la designe como la soldado estanquera.
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