Los españoles, el pueblo español, de 1808 a 1814 se enfrentó al invasor francés, al ejército napoleónico, hasta lograr su derrota y la expulsión de España.
La Real Academia Española define la guerrilla en su segunda acepción como la “Partida de tropa ligera que hace las descubiertas y rompe las primeras escaramuzas”; y en su tercera acepción como la “Partida de paisanos, por lo común no muy numerosas, que al mando de un jefe particular y con poca o ninguna dependencia de los del Ejército, acosa y molesta al enemigo”.
Antonio Moliner Prada, estudioso de la Guerra de la Independencia, la define “más que de frentes fue una guerra irregular, defensiva, guerra nacional porque afectó directamente o indirectamente a todos los españoles, pero también guerra total porque todos los medios de lucha fueron válidos; asimismo fue una guerra popular porque fue mantenida no sólo por el ejército, sino también por la colaboración y el apoyo del pueblo alzado en armas”.
La guerra de guerrillas se extendió por la España peninsular en respuesta, con armas en la mano, a la invasión del ejército napoleónico que previamente había menospreciado a los españoles en sus capacidades defensiva y organizativa. Los guerrilleros nacieron para oponerse activamente, al límite de su fortaleza y recursos, al opresor déspota y brutal que saqueaba a la población civil y a la Nación en su conjunto. Los guerrilleros defendían tierra, familia, bienes, dignidad, orgullo, ante la indeseada autoridad del invasor, su feroz rapiña e insolente superioridad; actuando por sorpresa al asalto y en emboscada, favorecidos por la orografía y la cultura autóctona. El historiador Tito Livio ya dio cuenta de ello: “Hispania non quam Italia modo, sed qua mulla pars terrarum bello reparando aptior erat, locorum bominumque ingeniis”.
Las partidas de guerrilleros nacieron para evitar la muerte física, espiritual y civil de España. Patrióticamente aconteció el levantamiento armado, con las armas al alcance de cada uno, para resistir violentamente al propósito del enemigo.
Miguel Artola Gallego, estudioso de la época que nos ocupa, define así el carácter de la guerrilla: “La guerrilla presupone el carácter nacional de la guerra, manifiesto en la colaboración plena del pueblo que adopta una posición beligerante, sin la cual los guerrilleros estarían condenados a un inmediato exterminio”.
Según el proyecto legislativo de Vicente Alcalá Galiano, titulado Instrucción que Su Majestad se ha dignado aprobar para el Corso Terrestre contra los exércitos franceses, la Junta Suprema Central el 17 de abril de 1809 propone la guerra total trasladando a tierra firme un procedimiento naval y, por ende, equiparando al corsario, que perseguía a piratas y barcos enemigos, con el guerrillero.
Aproximadamente 50.000 fueron los guerrilleros y 600 los jefes de partida durante la Guerra de la Independencia.
El teniente general, ministro de la Guerra y Caballero laureado de San Fernando, Pedro Agustín Girón y de las Casas, IV marqués de las Amarillas y I duque de Ahumada, combatiente en la guerra del Rosellón y de la Independencia española, describió a militares y guerrilleros españoles desde el principio de la contienda: “Militarmente mirada era grave para nosotros aquella ocasión [la invasión del ejército napoleónico]. Tropas que nunca habían visto al enemigo marchaban a pelear contra los soldados más aguerridos de Europa, dirigidos por oficiales veteranos de diez campañas y mandados por generales acostumbrados a la victoria. Pero el amor a la independencia y gloria de la Patria, que tan vivamente se despertó en los pechos españoles, borró toda otra consideración, y, desde el primer jefe al último soldado, todos marchamos contentos a medir nuestras armas con los vencedores de Austerlitz y de Jena. ¡Lucha harto desigual a los ojos del guerrero, pero de un éxito final seguro a los de todo español!”
“Los españoles identificaron su guerra con una cruzada de liberación de todo un pueblo contra el enemigo francés, ateo y revolucionario, que representaba el mal absoluto. Las mujeres fueron invitadas a participar en esta lucha sin piedad, no sólo defendiendo los valores tradicionales de la familia, la religión y la nación, sino también, cuando pudieron, participando directamente en los combates bajo el lema Religión, Rey y Patria.”
Paisajes y personajes de la guerrilla
Andalucía
Juan Aguilar, Juan Becerra, Francisco González, José Valdivia y Andrés Ortiz de Zárate, el Pastor, en Ronda.
Norberto Alcalde y Acisclo Uribe, en las provincias de Jaén y Granada
Joaquín Bielsa, Pedro Alcalde y Antonio Calvache, en la provincia de Jaén.
Diego del Castillo, Antonio Muñoz, el Cura de Riogordo, asimilado a capitán, José Serrano Valdenebro, María García la Tinajera y Juan Peralta, párroco de Cortes de la Frontera, en la provincia de Málaga.
Lorenzo Díaz, el Cojo, Ana Cirujano y Juan de la Torre, alcalde de Montoro, en la provincia de Córdoba.
Juan Fernández Cañas, alcalde de Otívar, asimilado a coronel, y el padre Rienda, en la provincia de Granada.
Ignacio Fonnegra, en Rota.
Nicolás García y Juan Mármol, en Vélez Rubio.
Guillermo Mena y Gabriel Villalobos, en las Alpujarras.
Jerónimo Moreno, en la provincia de Jaén.
Mariano Moreno, en las provincias de Jaén, Granada y Murcia.
Salvador Sierra, en la provincia de Sevilla.
Fray Mariano de Sevilla, gobernador militar de Cádiz por voluntad popular, ayudado por los frailes Rafael de Castro y Santiago de Cervera.
Pedro Valdivia, en la provincia de Cádiz.
Aragón
Felipe Perena Casayús, abogado ascendido a general, que también actuó en Navarra, sur de Francia y Cataluña.
Anselmo Alegre, el Cantarero.
Manuel Alegre, el pequeño Cantarero.
Pedro Berot, Miró.
Sebastián Fernández, Dos Pelos.
Antonio La Oliva, Oliva.
Francisco Sarto, el Pastor.
Mariano Larrodé, el Pesoduro.
Francisco Gracia, el Manco.
José Tris, el Malcarado.
Francisco Javier Alegría, Joaquín Andreu Claver, Pedro Antón Juárez, Benigno Arévalo, Mariano Aznar, Lorenzo Barber, Juan Blas Gastón, Pablo Cabaños, José Cebollero, José de Sangenís Torres, Miguel Romper, Fermín Echarri, Alonso Escobedo, Ramón y Mariano Gayán Díaz, Braulio Foz Burges, Fernando García Marín, José María Gurrea, Manuel Gurrea, Pedro Gurrea, Miguel María Iribarren, Domingo Josué, Domingo Lobera, José Mallén, Ginés Marcos, Juan Rafael Marraco, el cura Antonio Mombiola, Agustín Mora, Marcelino Oráa, Antonio Oro, Fermín Ornat, Casta Álvarez, José Paúl, Juan Pedrosa, Pedro Perena, Pedro María Ric y Montserrat, Joaquín Sánchez Cutanda, Felipe Sanclemente Romeo, Manuel Sangenía, Antonio Sarasa, Manuel Solano, Joaquín Villacampa, Pedro Villacampa de Laguarta, fray Teobaldo Rodríguez, Pedro Villarroya, Agustina Zaragoza Doménech (Agustina de Aragón), Manuela Sancho, María Agustín, Consolación Domitila Azlor y Villavicencio, condesa de Bureta, Manuela Vicente, Josefa Amar y Borbón, sor María Ràfols y Benita Portolés.
Asturias
Bernardo Álvarez, Pedro Bárcena, Federico Castaño y Gregorio Piquero.
Castilla la Nueva
Juan Palarea y Blanes, el Médico. Actuó por las dos Castillas al mando del Batallón de Cazadores Numantinos, posteriormente Regimiento de Húsares Numantinos, alcanzando el grado de brigadier; al final de la guerra fue nombrado gobernador de Toledo.
Francisco Abad Moreno, Chaleco. Alcanzó el grado de coronel del Regimiento Cazadores de la Mancha.
Juan Vaca, de la partida de Francisco Abad.
Juana Galana, la Galana.
Manuel Hernández, el Abuelo.
Fray Juan Martín, ascendido a cabo.
Toribio Bustamante y su sobrina Catalina Martín, ascendida a alférez de Caballería, y Francisca de la Puerta, actuando también en Extremadura.
Miguel Díaz, Ventura Jiménez, Juan Antonio Orovio, Eugenio Velasco.
Clara del Rey Calvo, Manuela Malasaña, María Josefa Alonso Pimentel, condesa-duquesa de Benavente, Catalina Martínez López y Diego Antonio de León, marqués de las Atalayuelas.
Castilla la Vieja y León
Juan Martín Díaz el Empecinado, labrador, militar voluntario desde 1793, brigadier durante la Guerra de la Independencia. También operó en Castilla la Nueva y Aragón.
Juan Bautista Amor, segundo jefe en la partida de Juan Díaz Porlier.
Rosa Aguado (o Rosa Barreda), la Rosita, actuando en Castilla la Vieja como informadora de Juan Martín.
Saturnino Abuín, el Manco, y el valenciano José Mondedeu, lugartenientes de Juan Martín Díaz.
Blas Perales, Juan García, Manuel Martín Díaz, Vicente Sardina, alcarreño, y el bachiller burgalés Segundo Antonio Verdugo, integrantes de la partida de Juan Martín Díaz.
Jerónimo Merino, cura de Villoviado, el Cura Merino. Alcanzó el grado de brigadier al mando de la División castellana.
Julián Sánchez García, el Charro. Al mando del escuadrón de Lanceros de Castilla con el grado de brigadier, bautizado por el pueblo como Lanceros de Don Julián. Antes de la Guerra de la Independencia combatió en la guerra del Rosellón, en la defensa de Cádiz en 1797 y en la guerra de las Naranjas contra Portugal en 1801.
Juan Díaz Porlier, apodado el Marquesito, marino de la Armada, combatiente en la batalla de Trafalgar, oficial del Ejército ascendido a brigadier. También operó en el sur de Francia.
Pablo Morillo, natural de Zamora, combatiente por toda España alcanzó el grado de general.
Alonso Ignacio el Cuevillas y su esposa Dominica Ruiz.
Fermín Echevarría, fray Armengol y José María Vázquez, el Salamanquino, en la provincia de Salamanca.
Francisco Fernández de Castro, marqués de Barriolucio, en la zona de La Rioja.
Camilo Gómez y fray Julián Délica, el Capuchino, en las provincias de Ávila y Zamora.
Juan Gómez, en la provincia de Soria.
Manuel Pastrana, Chambergo, a las órdenes de Juan Martín. También actuó en Castilla la Nueva.
Tomás Príncipe, Nicolasa Centeno, la Nicolasa, informadora de la partida de Tomás Príncipe, las hermanas Ubón, Damiana Rebolledo y Jerónimo Saornil, en la provincia de Valladolid.
Ramón Romay, en la región leonesa.
Norberto Tapia, párroco en la zona de La Rioja.
Fray Francisco Echevarría, operando en la zona burgalesa de Briviesca.
Lázaro Partierra, canónigo de Ceuta, ascendido a comandante de las guerrillas de la Cruz Roja en Castilla la Vieja.
Francisco Sánchez Fernández, Francisquete, Juan Abril, Presbítero Juan Tapia, Francisco de Roa, asimilado a capitán, y Fermín Saornil.
Cataluña
Francisco Milans del Bosch, militar combatiente en la guerra del Rosellón y la guerra de las Naranjas. Alcanzó el grado de mariscal de campo.
Luis Lacy y Gautier, militar combatiente en la guerra del Rosellón. Durante la guerra de la Independencia alcanzó el grado de mariscal de campo y fue capitán general de Cataluña y de Galicia.
José Manso y Solá, jefe del Batallón de Cazadores de Cataluña.
Francisco Rovira, médico que alcanzó el grado de general, también combatió en el sur de Francia.
Susana Claretona, ascendida a comandante de somatenes.
Lucía Comana y Fitzgerald, María Gabriela Vivern, Ángela Bivern, Raimunda Nouvilas, Ramira Nouvillac y Carmen Custi, cabecillas de la Compañía de Santa Bárbara en los asedios de Gerona.
Francisco Barceló, Juan Fábregas, Lorenzo Gay, Esteban Llovera, Juan Antonio Martínez, Antonio Franch Estalella, Isidro Llusá Casanovas (el tambor del Bruch), Francisco Rivera Balaguer, Pedro Morrall Badía, Sebastián Ramírez, José San Juan, Juan Lladó, mosén Ramón Más, Ramona de las Casas, Magdalena Bofill, Margarita Tona, María Esclopé el Bailet (el muchacho), el canónigo Francisco Rovira, Narciso Gay (o Narciso Cay), Juan Pablo Clarós, Pedro Sarsfield, Joaquín Ibáñez Cuevas y Valonga, barón de Eroles, y Manuel Llauder.
Extremadura
Presbítero Miguel de Quero, José de Ayestaran, Francisco Langedo, María Catalina López, Antonio Temprano, Fernando Cañizares y fray Celedonio Durán.
Galicia
Bernardo González, Cachamuiña.
Cayetano Limia, alcalde de Fragoso.
José Núñez Millaroso, también actuando con su partida en Asturias.
El abad de Cayoso, también actuando en León.
Cosme Seoane, alcalde de Tuy, también actuando con su partida en Asturias y Vascongadas.
Manuel de Acuña, canónigo de la catedral de Santiago.
Juan Rosendo Arias Enríquez, abad de Valladares.
Mariano Troncoso, abad de Couto.
Fray Francisco Carrascón, Ignacio Herbón, José Joaquín Márquez, los hermanos Gregorio y Benito Martínez, Manuel Córdido, los hermanos Juan Bernardo y José Quiroga y Uría, Ignacio Salcedo, Abad Nicolás Alberica.
Navarra
Martín Javier Mina y Larrea, apodado el Mozo. Organizador y primer jefe del Corso Terrestre de Navarra, operando también en el Alto Aragón, Vascongadas y el sur de Francia.
Francisco Espoz Ilundaín, tío carnal de Mina el Mozo, nombrado como Francisco Espoz y Mina. Reconocido por la Regencia de Cádiz como mariscal de campo jefe de la División de Navarra. También operó en el Alto Aragón, Vascongadas y sur de Francia.
Casimiro de Miguel, prior de Ujué. Representante de Navarra en las Cortes de Cádiz.
Juan Hernández, el Pelado o el Tuerto, Gregorio Cruchaga, Félix Sarasa, Lucas y José Górriz, Francisco de Galarza, Fermín de Pildain, Juan Francisco de Plazaola, José de Aguirre, Joaquín de Goenaga y Andrés de Echevarría, Miguel Sádaba, Zabaleta el Negro, Félix Sarasa Cholín, Juan Villanueva Juanito el de la Rochapea, Andrés Ochotorena Buruchurri, Jerónimo Navarro, Domingo Murcia y Tiburcio Górriz.
Santander
El obispo Menéndez de Luarca, Ignacio Campillo, Manuel Collantes y el clérigo Salazar.
Valencia y Murcia
José Martínez de San Martín, médico ascendido a general, actuando entre Valencia y Castilla la Nueva.
Gregorio del Alfalfar, Pep de l’Horta.
Vicente Doménech, el Pelleter.
José Francisco Pelegrín Romeu y Parras, Romeu.
Teófilo Bustamante, Caracol, Josefa Bosch y Catalina Martí, ascendida a alférez e integrada en la partida de Teófilo Bustamante.
Francisca de Paula Puerta, agregada en el estado mayor de la plaza de Cartagena en calidad de alférez de Caballería.
Jaime Alfonso, apodado el Barbudo.
Fray Ascensio Nebot.
José Lamar. Vicente Bonmartí, y Romualdo Aparici.
Vascongadas
Francisco Mariano Renovales, militar. Combatió en el Virreinato de la Plata contra los nativos y los británicos en 1806; durante la Guerra de la Independencia combatió con el grado de capitán en el primer sitio de Zaragoza, en 1808, y con el de coronel en el segundo, en 1809; en el valle del Roncal, en 1809; en Galicia, Asturias y Santander, en 1810; y en Vascongadas desde 1811. Alcanzó el grado de mariscal de campo con el mando de la III División integrada en el VII Ejército.
Gaspar Jáuregui, el Pastor, asimilado al grado de coronel durante la Guerra de la Independencia, y su hombre de confianza Uranga.
Martina Ibaibarriaga, apodada la Vizcaína, ascendida a teniente coronel, y María Ángela Tellería.
Juan Fernández de Echávarri y su partida Compañía del Norte.
Fermín Leguía y su guerrilla.
Joaquín de Pablo, Chapalangarra, y Joaquín Yeregui.
Tomás de Zumalacárregui, estudiante integrado en la partida de Tomás de Jáuregui, que también combatió en Pamplona y Zaragoza.
Francisco Tomás Anchía, Longa, herrero y artesano, ascendido a mariscal de campo durante la Guerra de la Independencia; también operó en Castilla la Vieja.
José Abecia, de la partida de Longa.
Juan José Aróstegui, Bocamorteros, Luis Gil y Vicente Elorday, párroco de Lequeitio.
En Memorias de un soldado francés en la Guerra de la Independencia, obra biográfica escrita por el general Albert-Jean-Michel de Rocca en 1814, cuenta: “No eran fortalezas ni ejércitos los que había que vencer en España, era el espíritu del que estaba animado el pueblo, era el alma de todos y cada uno lo que había que dominar y atrincheramientos de esta clase no se toman ni con balas ni con bayonetas”.