El Imperio en el mar: Descubiertas transoceánicas
Marino, cartógrafo y cosmógrafo, Francisco Gali, cuyo lugar de nacimiento es desconocido, pero se sabe que nació el año 1539, elevó la carta náutica de la región costera entre Punta Gorda y el monte Minzapa en el virreinato de Nueva España.
Pero la fama como navegante y explorador deriva de sus viajes transpacíficos: exploró las islas del archipiélago de Hawái, la costa de California y la bahía de San Francisco, siendo el primer europeo que la avistó, aunque sin cruzarla, razón por la cual se atribuye el descubrimiento a Gaspar de Portolá en 1769 y a Juan de Ayala, que fue el primero en cruzar la bahía en su goleta el 5 de agosto de 1775.
En la primera mitad de 1580 Francisco Gali se encontraba viajando a través del estrecho de Tehuantepec en ruta por tierra de la costa atlántica hasta la pacífica con propósito de realizar un viaje en misión oficial al Lejano Oriente, que no sería el único. Fue durante este viaje cuando aprovechando su paso por varias poblaciones ribereñas en las que sus alcaldes estaban ocupados tratando de responder a las preguntas del cuestionario de las Relaciones Geográficas, le encargaron al experto marino y cartógrafo la realización de los mapas de sus regiones. Fueron tres las Relaciones Geográficas en las que Gali intervino como cartógrafo: Tlacotalpa, en febrero de 1580; Coatzacoalcos, en abril de 1580; y quizá Tehuantepec, entre septiembre y octubre de 1580, mapa que no lleva su firma.
Con este aval náutico, en marzo de 1582, a instancia del arzobispo de México y virrey interino de Nueva España, Pedro Moya de Contreras, Francisco Gali partió con dos navíos de Acapulco hacia Manila, las naos San Juan Bautista y Santa María de Jesús. Llegó a Manila en junio y tras permanecer en Filipinas un año, en junio de 1583 partió a bordo del galeón San Juan rumbo a Macao, en la costa sur de China, y desde allí, el 29 de julio, inició el viaje de regreso hacia Nueva España, desembarcando en el puerto de partida, Acapulco, el 17 de diciembre de 1584. Habló entonces Gali de la noticia que le diera un piloto chino sobre unas islas, a levante de Japón, llamadas del Armenio (Rica de Oro y Rica de Plata), que pudieran servir como apostadero para las naves españolas en la travesía de Manila a Acapulco y viceversa. En vista del buen resultado de la navegación, Pedro Moya de Contreras, le comisionó para explorar la costa noroccidental del Pacífico, en aras a su cartografía, el área oceánica al norte de las islas Marianas, encontrar un puerto que sirviera de apostadero a los barcos procedentes de Manila y que luego se dirigían al Perú, y, además, comprobar si la costa de América estaba unida a la de Asia por el mítico estrecho de Anián (Paso Noroeste, actual estrecho de Bering).
A tal fin Gali zarpó nuevamente de Acapulco en marzo de 1585 llegando a Manila el 20 de junio. Allí, a la espera de órdenes virreinales para el regreso, procurando encontrar las islas del Armenio, se propuso construir unas naves más adecuadas para la travesía, impidiéndolo su fallecimiento.
En 1585 había escrito Viaje, descubrimientos y observaciones desde Acapulco a Filipinas, desde Filipinas a Macao y desde Macao a Acapulco. El manuscrito fue remitido al virrey, pero en vez de a su destinatario llegó a manos del holandés Jan Huygen van Linschoten que lo publicó en su idioma con el título Derrota de las Indias; a continuación se publicaron traducciones al inglés, alemán, latín y francés.
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Debido al fallecimiento de Francisco Gali, el gobernador de Filipinas, Santiago de Vera, nombró al capitán Pedro de Unamuno nuevo general de la jornada. Su misión era la de confirmar para el virrey Pedro de Moya los informes remitidos por Francisco Gali en sus navegaciones.
Para cuando Pedro de Unamuno zarpó de Manila a emprender la campaña, la titularidad del virreinato de Nueva España había recaído en Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villa Manrique. La crónica de la campaña quedó escrita en la Relación del viaje y descubrimiento que hizo el capitán Pedro de Unamuno desde los puertos de Macán y Cantín hasta el de Acapulco.
Pedro de Unamuno partió de Manila, que en aquellos momentos estaba bajo la jurisdicción del virreinato de Nueva España, en el segundo semestre de 1586, con una nao y una fragata y rumbo a Macao (Ciudad de Nombre de Dios), isla, ciudad y puerto lusitano que como todo Portugal pertenecía entonces a la Corona de España, aunque con autonomía para aceptar o rechazar la admisión de barcos y mercancías. Hubo conflicto a extremo de ser incautada la flotilla; luego de la intervención del enviado del gobernador de Filipinas, Juan de Argumedo, los dos barcos regresaron a Filipinas, pero Unamuno, tenaz, leal y valiente, compró en Macao una fragata y en ella embarcó con sus tripulantes, entre ellos varios frailes y el piloto Alonso Gómez, para efectuar el encargo del virrey.
El 12 de julio de 1587 zarpó de la isla Macarera, al sur de Macao, la fragata Nuestra Señora de Buena Esperanza. Aproadas las islas filipinas de Babuyanes, al norte de Luzón, Unamuno fue en busca de las islas del Armenio y de Rica de Oro y Rica de Plata. A 450 leguas al nordeste de las Babuyanes avistaron el 28 de julio dos islas pequeñas separadas por una legua y media; dadas sus características las bautizó Sin Provecho. Probablemente estas islas correspondieran con el grupo de Volcano, para los japoneses Kazan Retto, ya descubiertas en 1543 por Bernardo de la Torre. De allí siguió la fragata en demanda de Rica de Oro y Rica de Playa, que “hechas las diligencias posibles no se pudieron hallar, a cuya causa no la debe de haber, sino que alguno por oídas la mandaría pintar en su carta”. No existían tales islas. “Se procuró su vista con mucho cuidado, con las diligencias posibles, y no se pudieron hallar, y se entiende no las hay”.
En un viaje accidentado que cumplía el segundo mandato de la descubierta pacífica, el 17 de octubre vislumbraron la ribera californiana. Hallaron de inmediato dos islillas cercanas a la costa que no figuraban en las cartas de navegación, y al día siguiente vieron una gran bahía que “mostraba tener puerto en ella”, a la que llamaron San Lucas (actual bahía del Morro, un poco al norte de San Luis Obispo). Unamuno registró las excelentes condiciones del puerto y la tierra, que situó a 35º y medio, para estación de navegantes transpacíficos, tomando posesión del lugar “como cosa de la demarcación y corona del rey D. Felipe, nuestro señor”.
Arribaron a Acapulco el 22 de noviembre de 1587 con las noticias aquí relatadas.