Filósofo español nacido en Barcelona, José Ferrater Mora ejerció como docente universitario en Chile hasta 1949, fecha a partir de la cual entra en contacto con la filosofía anglosajona. A partir de la influencia hispana de Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Xabier Zubiri y Eugenio D’Ors, además de otras como la de la escuela fenomenológica, las preocupaciones existenciales y la tradición filosófica genuinamente alemana, sus temas transitarán hacia el lenguaje, la lógica y la ciencia; con incursiones narrativas, poéticas y cinematográficas sobre aspectos de la naturaleza humana como la muerte, la ironía, la espiritualidad y el ansia.
Denomina integracionista a su pensamiento filosófico, y queda principalmente expuesto en tres obras: El Ser y la Muerte: Bosquejo de una Filosofía Integracionista, de 1962; El Ser y el Sentido, de 1967; y De la Materia a la Razón, de 1979.
El Ser y la Muerte propone un pensamiento que aúne los polos entre los cuales oscila el ejercicio del pensar: conciencia-realidad, sujeto-objeto. Los extremos de esta oscilación son los “conceptos límites” entre los cuales acaece una dialéctica incesante que conviene detener en un punto de tránsito de uno a otro para lograr una complementación.
El Ser y el Sentido proyecta su método integracionista hacia una ontología general (la ontología es la parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales; la metafísica es la parte de la filosofía que trata del ser en cuanto tal y de sus propiedades, principios y causas primeras). La realidad es “lo que hay” y el conocimiento de ésta no parte ni del “pensar” ni del “ser”: ambos polos ontológicos pertenecen a la realidad fenoménica y no la trascienden. Tal realidad no es trascendental pero sí inagotable gracias al conocimiento que, al tiempo que la limita, la enriquece.
De la Materia a la Razón aplica el “integracionismo” al campo de la ética. Contra todo dogmatismo y relativismo morales, y desde una perspectiva epistemológica para el análisis de la conducta humana, propone un “realismo crítico”, que prescindiendo de absolutos alcance grados de definición de lo que significa obrar racionalmente (la epistemología es la doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico). Enumera un “sistema racional de preferencias” con tres puntos: 1.º La preferencia de vivir a la de no vivir, que lleva implícita la de convivir por encima de la de aniquilarse mutuamente. 2.º La preferencia de ser libre a ser esclavo. 3.º La de la igualdad por encima de la desigualdad.
Su obra más célebre es el Diccionario de Filosofía, en edición definitiva de 1979. Consta de cuatro volúmenes con carácter monumental en los que historia, interpreta y recopila la tradición filosófica universal.