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El descubrimiento de las islas Filipinas. Miguel López de Legazpi

El Imperio en el Pacífico y Asia: Los plenos poderes del Adelantado Legazpi



Nacido en Zumárraga, Guipúzcoa, en 1502, Miguel López de Legazpi fue Gobernador y Capitán general de la islas del Poniente y el primer Adelantado de las Filipinas. Antes de embarcar para el Nuevo Mundo se formó académicamente en leyes, y en virtud de ello pudo desempeñar cargos públicos en su localidad natal y otras cercanas.
    En 1528, con cuarenta años, cruzó el Atlántico para residir en el Virreinato de Nueva España, concretamente en México, donde ejerció de escribano mayor del cabildo municipal y alcalde; también fue escribano de número, secretario del Santo Oficio y escribano en funciones de la Casa de la Moneda.
    Pero nos interesa su faceta de explorador y colonizador. Frisaba los sesenta cuando aceptó embarcar con mando pleno en la expedición naval a Poniente auspiciada por el rey Felipe II y el virrey de Nueva España, Luis de Velasco, con los objetivos de dar con la ruta del tornaviaje (de Filipinas a México), una misión específicamente encomendada al cosmógrafo Andrés de Urdaneta, y establecer asentamientos en aquellos lejanos territorios de Oriente para facilitar y consolidar el dominio español. Del elegido Miguel López de Legazpi relata Andrés de Urdaneta lo siguiente: “Es hijodalgo conocido, es honrado y virtuoso y de buenas costumbres y ejemplo, de muy buen juicio y natural cuerdo y reportado, es hombre que ha dado siempre buena cuenta de las cosas que se le han encomendado del servicio de Su Majestad el rey Felipe II”. La armada de la expedición zarpó el 21 de noviembre de 1564 del Puerto de la Navidad (puerto de Barra de Navidad), en Jalisco; compuesta por las naos San Pedro (capitana) y San Pablo (almiranta), el galeoncete San Juan de Letrán, el patache San Lucas y una fragatilla de remos, embarcando 380 hombres: 150 de mar, 200 soldados, 4 frailes agustinos y varios criados; el piloto mayor de la derrota del viaje a las islas Filipinas era Esteban Rodríguez, y otros pilotos fueron  Jaime Martínez Fortún, Diego Martín, Rodrigo de Espinosa y el francés Pierres Plun.
    La travesía dio inicio con rumbo a Nueva Guinea aún sin conocer las instrucciones reales, entregadas por la Audiencia de México, que fueron leídas al abrir los pliegos en alta mar según la orden recibida el 25 de noviembre; por ellos supieron los navegantes que el destino de la armada era de dirigirse a las islas Filipinas (que así las había bautizado Ruy López de Villalobos en honor al entonces príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos I), y que posteriormente debían encontrarse la ruta del tornaviaje.
    A partir de enero de 1565 fueron sucediéndose descubrimientos de islas como la de los Barbudos (isla Mejit, en la cadena Ratak del archipiélago de Marshall en la actualidad), el 9; de los Placeres, grupo de islas, las de San Pedro y San Pablo, e islotes salpicado de arrecifes, en óvalo (atolón de Ailuk), aproximadamente a 15 leguas de los Barbudos; de los Pájaros (Jemo), pequeña isla solitaria a 8 leguas del atolón; de los Corrales o Hermanas, dos isleos en forma de corral a 50 o 60 leguas de los Pájaros (probablemente el atolón Wotho en la cadena Ratik de las Marshall), descubiertos el día 12; y de los Jardines (atolón Ujelang), el 15, sin que este topónimo corresponda por lo estudiado con las homónimas descubiertas en 1542 por Ruy López de Villalobos, pues esta formación coralífera integrada por islotes y arrecifes circundando un lago interior es el grupo más occidental del archipiélago de las Marshall que no coincide geográficamente con el descubrimiento de Villalobos. Llegaron durante este mes a las islas de los Ladrones (las Marianas) y anclaron en la de Guam (Guahan en lengua nativa y en español Guaján, que pertenece a las Marianas), que Urdaneta había visitado cuarenta años antes con la expedición de García Jofre de Loaysa.
    Doce días de navegación separaban a las Marianas de las Filipinas. El 13 de febrero de ese 1565 recalaron en la fachada oriental de las Filipinas, cumplidos ochenta y cinco días de viaje. Una vez en el intrincado archipiélago, la armada navegó las islas de Cataya, Ibabao (llamada por los españoles Cibabao, y hoy Hilabán), Samar, Homonhon, Manicani, Leyte, Mazagua (Limasawa), Camiguín y Bohol, recalando aquí en la caleta de Loay, sin obtener víveres ni en ésta ni en las recaladas anteriores.
    Continuó la exploración por las islas de Pamalicán, Siquijor, Negros y Cebú, decidiéndose arrumbar la armada a ésta fondeando el 27 de abril de 1566. En la isla de Cebú Legazpi fundó el primer asentamiento español, cual era otra de las misiones del viaje: la Villa de San Miguel, el 8 de mayo de 1565. El que hubiera elegido la isla de Cebú poara sentar su base tiene fundamento geográfico y espiritual: geográfico, porque ya estaba allí y había sometido al rey local Tupas; espiritual, porque uno de sus soldados, Juan de Camuz, en un registro, descubrió a cubierto de choza una imagen del Niño Jesús, regalo de Fernando de Magallanes a la esposa del jefe indígena Humabón. De ahí que en la Villa de San Miguel pasara a denominarse Villa del Santísimo Nombre de Jesús y hoy en día Ciudad de Cebú.

Miguel López de Legazpi

Imagen de mapstor.com

Cumpliendo las instrucciones reales en su segunda parte, por así decir, desde Cebú partió la nao San Pedro, con fray Andrés de Urdaneta y al mando de Felipe de Salcedo, nieto de Legazpi, para averiguar el tornaviaje; lo que así sucedió arribando en octubre al mejicano puerto de Acapulco tras haber recorrido 20.000 kilómetros en poco más de cuatro meses.

Monumento a Legazpi en Cebú.

Imagen de mitramiss.gob.es

En Filipinas, Legazpi y su nieto, Juan de Salcedo, más el maese de campo Mateo del Sanz, los capitanes Martín de Goity y Juan de la Isla, el sargento Luis de la Haya, prosiguieron el recorrido marítimo del archipiélago filipino. Arribaron a las islas de Panay y Mindanao en 1568, volviendo a costear las de Samar y Leyte. En el transcurso de una exploración capitaneada por Juan de la Isla se dio vista al galeón San Jerónimo, que procedente de Acapulco traía la buena nueva del éxito en el tornaviaje de Urdaneta, además de víveres, armas, pertrechos, colonos, frailes y soldados.
    En otra exploración, la nao San Pablo, mandada por Mateo del Sanz entabló imprevisto combate con cinco velas portuguesas que abandonaron de inmediato la ruta, yendo a refugiarse en Mindanao desde donde el comandante de la armada lusa Antonio López de Sequeira escribió a Legazpi pidiendo el abandono español de las Filipinas a lo que Legazpi respondió fortificando adecuadamente el puerto y la villa de San Miguel.
    El 20 de agosto de 1567 arribaron desde Nueva España (ya efectiva la ruta del tornaviaje de Urdaneta) dos galeones con buena carga de subsistencia y doscientos soldados de refuerzo encabezados por Juan y Felipe de Salcedo, enviados por el virrey Martín Enríquez de Almansa, cuarto de Nueva España, sucesor de Gastón de Peralta quien a su vez había sustituido en el cargo por fallecimiento a Luis de Velasco, a instancias de Felipe II.
    En esta época había partido para Nueva España el San Juan, al mando de Juan de la Isla, para gestionar el envío de refuerzos.

Sometidas las islas de Panay, Masbate y Mindoro, donde Legazpi y su nieto Juan limpiaron de piratas la zona y rescataron a los esclavos chinos con intención de establecer relaciones de amistad, una iniciativa que resultó fructífera, continuó la travesía decidido a ocupar toda la isla de Luzón; con dieciocho embarcaciones, malayas casi todas. Es Panay el punto de arranque de la conquista en mayo de 1570: embarcaron arcabuceros, artilleros, marineros y voluntarios indígenas en número apreciable
    Tras la belicosa expedición de sondeo por Mindoro a cargo del artillero, y persona de confianza de Legazpi, Martín de Goyti, y de Juan de Salcedo, nieto de Legazpi y ya capitán con dieciocho años, los españoles se iban aproximando al poblado de Maynila, futura Manila, con arte diplomático. Así, detuvieron la descubierta en Cavite por dos días en preparación del desembarco. Aprovecharon las disensiones entre tres rajás musulmanes para obtener, negociando, tierras en las proximidades del río Pasig, aunque hubo que batallar. De este y otros sucesos dieron cuenta Goyti y salcedo a Legazpi, habiendo dejado en Maynila al régulo Matandá, en quien confiaron los españoles para que actuara como gobernador delegado de España.
    A finales de junio de 1579 llegaron a las Filipinas las tres naves que mandaba Juan de la Isla con los suministros y refuerzos necesarios para continuar la exploración y colonización; con tales auxilios, también figuraba una cédula real nombrando a Miguel López de Legazpi Adelantado de aquellas tierras con facultades militares, gubernativas y judiciales.
    En abril de 1571, ya renombrada como Ciudad del Santo Nombre de Jesús la original Villa de San Miguel y puesto al frente del ayuntamiento, en el que se han empadronado cincuenta familias españolas, el tesorero Guido de Labezares, con veinte naves Legazpi se apresta a completar la conquista de Luzón, previa visita a Manila, ciudad ubicada en un paraje llano, con un magnífico puerto natural, oficialmente fundada el 24 de junio de 1571, capital de la provincia y centro de las zonas de soberanía española en el archipiélago desde entonces. A finales de agosto arribaron por primera vez al puerto de Manila las naves españolas, concretamente el San Juan y el Espíritu Santo, comandadas respectivamente por Juan López de Aguirre y Juan Lorenzo Chacón.
    Dominada la isla de Luzón, que Legazpi bautizó Nueva Castilla, el siguiente paso era el de posesionarse de las aproximadamente 7.100 islas del archipiélago; sólo Mindanao y Joló, islas meridionales, de entre las grandes, quedaron fuera por el momento del dominio español.

Imagen de chrismielost.blogspot.com

Buen administrador, Legazpi dispuso un sistema de organización política basado en las instrucciones generales de Felipe II. Cada ciudad sería doble: una, intramuros, española; otra, extramuros, indígena; la gobernarían dos alcaldes, doce concejales y un secretario. Gracias a la presencia española y dominio se pacificó el archipiélago que guerreaba constantemente, se evangelizó rápidamente el territorio, se extendió asimismo el uso de la rueda y el arado, se crearon caminos y puentes y rutas estables de navegación; y el español se convirtió en la lengua franca. En 1611 los dominicos fundaron en Manila la primera universidad de Asia: la de Santo Tomás. En Filipinas se centralizó el tráfico comercial con el Sudeste asiático, muy intenso y productivo.
    Legazpi fue un notable diplomático y un audaz negociador, habilidades que junto a su valor, arrojo y serenidad, utilizando el poder de las armas cuando fue imprescindible y el de la persuasión cuando convino, conquistaron la voluntad de los jefes tribales y en suma del archipiélago filipino. Finalizado el siglo XIX, la obra de los españoles durante más de tres siglos en Filipinas había conseguido un conjunto de islas vertebradas por una conciencia nacional, lo que nunca fueron antes, que guardaban y guardan amor y gratitud a España.

Monumento a Legazpi en Zumárraga.

Imagen de vascongados.blogspot.com


Artículos complementarios

    El tornaviaje

    El galeón de Manila

    Segundo viaje a las islas Salomón y travesía hasta Filipinas

    Prudencia y realismo en la acción

    Los heroicos últimos de Filipinas

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