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La extensión del dominio español en el océano Pacífico. Ruy López de Villalobos

El Imperio en el Mar del Sur: Las exploraciones y descubrimientos de Ruy López de Villalobos

Por orden del virrey Antonio de Mendoza, quien consideraba de gran importancia la extensión del dominio novohispano por el océano Pacífico, Ruy López de Villalobos, nacido en Málaga a finales del siglo XV, marino y explorador, partió hacia los mares del Sur el primero de noviembre de 1542, desde el puerto de Navidad (o puerto de Juan Gallego), en la provincia mexicana de Jalisco, al mando de una flota con 370 hombres. El título de López de Villalobos era el de Teniente de gobernador y Capitán general; como tesorero de la armada figuraba Gonzalo Dávalos, contador era Guido de Labezares y factor Martín de Islares; todos ellos nombrados por el virrey. El rey había nombrado factor a García de Escalante Alvarado, contador a Jorge Nieto, veedor a Onofre de Arévalo y tesorero a Juan de Estrada.

    La nao capitana era Santiago, con Gaspar Rico de piloto; las otras naos eran San Jorge, con el piloto Alonso Fernández Tarifeño, San Antonio, con el piloto Francisco Ruiz, y San Juan de Letrán (o simplemente San Juan), con el piloto y a la vez maestre Ginés de Zafra; la galeota San Cristóbal y la fusta o bergantín San Martín. Los capitanes nombrados por López de Villalobos fueron: Bernardo de la Torre, Alonso Manrique, Francisco Merino, Matías de Alvarado, Pedro Ortiz de Rueda y Cristóbal de Pareja. Embarcaron asimismo cuatro religiosos de la Orden de San Agustín y otros cuatro del clero secular.

Ruy López de Villalobos

Imagen de todoavante.es

A los ocho días de singladura, descubrieron el archipiélago que posteriormente se llamó de Revillagigedo; a partir de la isla Añublada, que hoy se llama Socorro, última del citado archipiélago, con rumbo de poniente y tras navegar ochenta leguas descubrieron la isla que llamaron Roca partida, hoy Clarión o Santa Rosa; navegando hacia Poniente, el día de Navidad arribaron a un archipiélago de islas bajas, arboladas, que denominaron Islas de los Corales, donde en una de ellas, que llamaron San Esteban (hoy el atolón Wotje en las islas Marshall), atracaron con dificultad. El 6 de enero de 1543 levaron anclas prosiguiendo el viaje; tras navegar 35 leguas pasaron por otras islas, parecidas a las anteriores, que denominaron Jardines (descubriendo el actual grupo de islotes Kwajalein, en las Marshall centrales).

Imagen de lanaova.blogspot.com

Navegando a cien leguas a poniente de Jardines soportaron una fuerte tormenta que alejó de la flota y, probablemente, hundió la galeota San Cristóbal; el 23 de enero, cincuenta leguas adelante, pasaron por una isla pequeña y poblada, hermosa, de la que en paraos surgieron nativos haciendo la señal de la Cruz y saludando en español con lo que entendieron un Buenos días, matalotes, y ese nombre de Matalotes (hoy Fais o Feis, en las Carolinas occidentales) le adjudicaron; a 35 leguas a poniente apareció la isla de Yap (también en las Carolinas occidentales), bautizada Los Arrecifes, donde iniciaron la última estrepada oceánica.

    Rumbo al archipiélago filipino, el 2 de febrero bautizan la bahía de una isla grande donde recalan un mes: Málaga, que resulta ser la isla filipina Mindanao, primera del archipiélago filipino, que bautizaron Cesarea Kareli. El viaje entre Puerto de Navidad y la bahía Málaga en Mindanao había durado ochenta días. Quiso López de Villalobos fundar en esta isla un asentamiento, pero la mala calidad de la tierra lo desaconsejó. Proa al sur, recorridas sesenta leguas de la costa de Mindanao, llegaron a fondear en la isla de Sarrangar (Sarangani, bautizada Antonia). Los nativos no deseaban en su territorio a los recién llegados, así que buscaron otro lugar más apacible. Villalobos mandó a Bernardo de la Torre a bordo de la nao San Juan que tentase la costa de Mindanao, pero no hubo noticias positivas que traer puesto que en un combate contra los nativos en la desembocadura de un gran río murió el maestre.

    Las islas de Sarangani y Mindanao no concertaban acuerdos con los españoles, por lo que, dejando en la primera isla tres naos y la mayor parte de la gente embarcada, Villalobos con una nao, la galeota y la fusta, más ciento cincuenta hombres, arrumbó al sur en demanda la isla de Santguin (Sangihe); a treinta leguas. A mitad de camino hallaron cinco islas pequeñas (el grupo de Kawio), fondeando en la única habitada.

Imagen de docplayer.es

La solución de ir costeando la isla de Mindanao o descubrir lugares que facilitaran la permanencia fue desechada, y se retomó la idea de averiguar la ruta del tornaviaje. Este plan le fue encomendado a Bernardo de la Torre con la nao San Juan, que zarpó el 4 de agosto de 1543, y a la galeota San Cristóbal, también en esa fecha, se le encomendó la provisión de suministros en las islas norteñas, ya por ellos llamadas Felipinas, en honor al príncipe Felipe. El proyecto de tornaviaje fracasó tras pasar por las islas de los Ladrones (islas Marianas) y por el archipiélago japonés de Kazan Retto, donde se encontró con violentas tempestades que destrozaron parte de su flota.

    El camino de retorno de Filipinas a México, el tornaviaje, se logró con fray Andrés de Urdaneta en 1565.

    Llegado el mes de octubre, en Sarangani apareció la galeota San Cristóbal con los ansiados víveres. Sin embargo, la enemistad con los nativos y el hambre aconsejaron buscar otro sitio adecuado para el asentamiento. Los hombres de la galeota propusieron viajar a la provincia de Buio (Leyte), en la zona más septentrional del intrincado archipiélago filipino, y así lo resolvió López de Villalobos. Y de nuevo el infortunio se cebó con la expedición. Los fuertes vientos contrarios desviaron la flota hasta las costas de Gilolo (la actual isla de Halmahera), dominada por los portugueses que guerreaban contra los nativos. La paradoja es que el rey de Gilolo deseaba la amistad con los españoles, y les invitó a emplazarse en una zona segura, aunque la tierra era pobre e insalubre.

    Envió Villalobos un emisario, Pedro de Ramos, que hablaba las lenguas de la región porque había llegado a las islas Molucas previamente con la flora de García de Loaísa y vivía desde entonces en Ternate, a la isla de Tidore cuyo reyezuelo era amigo de los españoles. Una visita infructuosa de la que salieron únicamente buenas palabras.

    En cierto modo a resguardo y con alimento, el 28 de mayo de 1544 Villalobos mandó a García Escalante de Alvarado y Pedro de Ramos a recuperar los barcos que habían partido de Sarangani hacia el norte tiempo ha. Hasta el 17 de octubre de ese año navegó Escalante, desde Tidore y a Tidore en ida y vuelta de cuatro meses y tres semanas, reconociendo las islas Célebes septentrionales, el grupo de Sangihe, Sarangani, Mindanao, MazaguaPanal, y Abuio (Leyte). En la bahía de la Resurrección en la isla de Mindanao, Escalante recogió dos cartas: una del prior de los agustinos, fray Jerónimo de Santisteban, fechada en abril de 1544, narrando la peripecia que sufrieron los españoles a bordo de un bergantín en busca de López de Villalobos, muriendo quince a manos de indígenas y conviviendo pacíficamente veintiuno en Tandaya (Samar); la otra carta era de Bernardo de la Torre, escrita cuando había desistido de su viaje a Nueva España, anunciando que había recogido en Tandaya a los españoles que allí habitaban y que continuaba hacia el sur para reunirse con el general Villalobos.

    Al fin, Escalante, Santisteban, Alonso de Alvarado y Bernardo de la Torre, en diferentes etapas, arribaron a Tidore.

    Villalobos y sus hombres residieron temporalmente en el dominio portugués de Tidore, a la espera de poder zarpar de regreso a España. La permanencia en Tidore, isla de las Molucas, contravenía las órdenes del virrey de Nueva España y del rey de España que no deseaban enconarse con el vecino portugués en una disputa de posesiones. Con todo, hubo alianza entre españoles y portugueses, solicitada por el capitán de éstos, Fernando de Sousa, y aceptada por el Capitán general Villalobos, para tomar Gilolo en noviembre de 1545. La buena relación de ambos militares propició una salida embarcada a los españoles que lo desearan.

    El 18 de febrero de 1546 zarparon las naves hacia la Península Ibérica, solar de españoles y portugueses. Pero la travesía para Ruy López de Villalobos concluyó enseguida; en la isla de Amboina (o Ambón) tuvo que desembarcar aquejado de fiebres palúdicas, y en ella falleció asistido por san Francisco Javier.

Descubrimientos atribuidos a Ruy López de Villalobos

Isla de Clarión o Santa Rosa, que bautizó Roca Partida, la más occidental del archipiélago de Revillagigedo.

Isla Wotje, que llamó San Esteban, en la zona oriental de las islas Marshall. También entonces, fue anotada en la cercanía de la isla citada una serie de islas bajas y arboladas que recibieron el nombre de Islas de los Corales.

Grupo insular de Kwajalein, llamado por los expedicionarios españoles Los Jardines, en las islas Marshall centrales.

Isla de Fais (o Feis), en el sector occidental del archipiélago de las Carolinas, bautizada Matalotes.

Isla de Yap, la principal de un pequeño grupo en las Carolinas occidentales, bautizada Los Arrecifes.  

Las crónicas de la expedición corresponden a García de Escalante Alvarado: Relación del viaje que hizo, desde la Nueva España a las islas de Poniente, Ruy López de Villalobos, año de cuarenta y dos [1542], por orden del virrey don Antonio de Mendoza; a fray Jerónimo de Santisteban: Relación de la navegación y sucesos del armada de Ruy López de Villalobos, que salió del Puerto de Juan Gallego, en la costa del Mar del Sur de Nueva España, a 1.º de noviembre de 1542, al descubrimiento de las islas de Poniente; la relación anónima titulada Libro segundo, que trata del fundamento y principio del armada que llevó Ruy López de Villalobos; la obra genérica del historiador Antonio de Herrera y Tordesillas, cronista de España y de Indias, titulada Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano; la relación Conquistas de las islas Philipinas, de fray Gaspar de San Agustín; y por último, la Colección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, obra de Martín Fernández de Navarrete, capitán de navío y director de la Real Academia de la Historia y del Depósito Hidrográfico.

Artículos complementarios

    Andrés de Urdaneta y el tornaviaje

    Miguel López de Legazpi

    Álvaro de Saavedra Cerón

    Noticia española de las islas Hawaii




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