El Imperio en Norteamérica: La colonización de La Florida, la fundación de San Agustín y el aseguramiento del Caribe y el canal de Bahamas
¡Por España, fuego!
Hijo de militar notable que luchó en la última campaña de la Reconquista a las órdenes de los Reyes Católicos, Pedro Menéndez nació en la villa asturiana de Avilés el año 1519. Desconsideradamente minorada su figura y la intensidad de su obra en la historiografía al uso, Pedro Menéndez de Avilés fue un gran marino y militar con traza heroica, Adelantado de La Florida, Gobernador de Cuba y La Florida, Capitán General de la Mar Océana y fundador de la primera ciudad de los actuales Estados Unidos de América, San Agustín de La Florida. Nosotros lo incluimos en la nómina de los españoles ilustres.
Cincuenta y cinco años de vida entregada al servicio de España contemplan a Pedro Menéndez. En Europa y América, en el océano Atlántico y el mar Caribe, actuó en defensa y beneficio de la patria, venciendo a los poderosos enemigos que se interponían en las rutas terrestres y marítimas y en los asentamientos del Imperio, y no pocas veces con grave quebranto de su hacienda y merma de su honor a causa de las inefables envidias burócratas y cortesanas. Pero tales intrigas, al cabo rechazadas, no podrán empañar entonces ni ahora la inteligencia y el valor —semejantes a los de Blas de Lezo, otro extraordinario marino y militar del que siempre es merecida la ponderación elogiosa— de quien manifestó su genialidad en la estrategia y su anticipadora visión de los acontecimientos. Por justicia le corresponde la iniciativa en la correcta navegación de la Flota de Indias: diseño de los barcos, número de tripulantes, travesía idónea, logística e intendencia convenientes para los largos y arriesgados trayectos; y las cartas náuticas propias de un consumado cartógrafo que además ejerció de consejero privado real.
Pedro Menéndez de Avilés
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Precoz y valiente, a los catorce años se alistó como grumete en la Armada basada en Santander con misión de limpiar de piratas el litoral cantábrico.
A los dieciséis ya había decidido tener su propia flota y a los diecinueve dio buena cuenta del enemigo en acción naval. Corría 1539 en aguas de la ría de Vigo, un navío de pabellón francés y tres zabras de acompañamiento habían capturado a una excursión civil; de inmediato, el arrojo director de Pedro Menéndez reúne una tropa de cincuenta efectivos, arma un barco, autónomo de los guardacostas de la Armada presentes, y sale a por los secuestradores atrapando a dos de esos barcos intrusos.
Un episodio parecido tuvo lugar en 1544, esta vez siendo el secuestrador el también francés Jean Alphonse de Saintogne, que con su flota en la zona del cabo Finisterre apresa dieciocho barcos españoles que dirige al puerto de La Rochelle. Fue en busca del capturador, y tras la audaz incursión en el citado puerto lo mató a espada y recuperó cinco de los barcos; posteriormente, el hijo del finado quiso tomar venganza, pero recibió el mismo trato que su padre. La hazaña de La Rochelle valió a Pedro Menéndez el reconocimiento del emperador Carlos I, que con buen criterio le concedió patente de corso para que prosiguiera liquidando a sus competidores extranjeros en la ruta de las Indias occidentales.
El siguiente encargo del emperador fue que mandara la flota que había de trasladarlo a Flandes; y dentro de ese año 1554, Pedro Menéndez embarca como pasajero principal en la flota que acudió a los esponsales de Felipe II con María Tudor.
El rey Felipe II tuvo en la más alta consideración a Pedro Menéndez, como militar y consejero, como persona de confianza y como leal cumplidor de las importantes encomiendas que en él recayeron. Dedicado al comercio mercante con el Nuevo Mundo, el de Avilés tantea aquellos territorios ultramarinos que posteriormente agrandaron su fama. En 1554 el monarca lo nombra Capitán General de la carrera, y en 1556 Capitán General de la Escuadra de Armas, consistiendo su labor en el apoyo a los Tercios que luchan en Francia y Flandes.
Cumplidas las misiones, el objetivo de Pedro Menéndez se sitúa en América del Norte. Pone rumbo a La Florida, territorio explorado antes por Juan Ponce de León, Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Hernando de Soto, con la encomienda real de acabar con la invasión de franceses protestantes, los hugonotes, empeñados en instalarse allí habiendo ya dispuesto un asentamiento: el fuerte Caroline, que gobernaban René Goulaine de Laudonnière y Jean Ribault, muy activos en sus ataques a los españoles y sus bienes. Una vez expulsados, había que colonizar La Florida con españoles.
Monumento a Pedro Menéndez de Avilés en el el Parque de la fuente de la juventud de San Agustín de La Florida
La Florida y el Caribe
La flota expedicionaria de Pedro Menéndez zarpó de Cádiz el 29 de junio de 1565, arribando a su destino en la costa oriental de La Florida el 4 de septiembre de ese mismo año. El lugar de recalada para los aproximadamente quinientos embarcados, entre soldados, colonos y religiosos, fue la desembocadura del actual río Saint John, en las proximidades de la hoy ciudad de Jacksonville. Surtas en aquel litoral aparecían cuatro galeones de guerra franceses, que no obstante su armamento y dotación levaron anclas hacia mar abierto, dejando expedita la exploración y el desembarco. En este lugar, con fecha 8 de septiembre, Pedro Menéndez de Avilés levantará el primer asentamiento estable en nombre del rey de España y bajo la advocación de San Agustín; y así se bautizó la que sería primera ciudad fundada en los Estados Unidos de América.
El asunto colonizador estaba en marcha, pero de nada serviría el asentamiento y los colonos a su amparo sin liberarse de los ataques franceses. Por lo que dispuso una descubierta armada para encontrarse con ellos y plantarles batalla definitiva. Ochenta kilómetros de recorrido por terreno inhóspito y desconocido, con la climatología propia del trópico, no impidieron a los españoles dar con el fuerte Caroline el 20 de septiembre, asaltarlo por sorpresa y tomarlo, cambiándole el nombre por el de San Mateo. Había que seguir y no dar tregua al enemigo para que se repusiera del golpe; la persecución fue implacable hasta que a primeros de noviembre no quedaba un francés en La Florida.
Entonces la actividad derivó, según lo presupuestado, hacia la colonización; en dos años era un hecho, incrementada la presencia en la costa oriental con los asentamientos de San Mateo y Santa Elena, al norte del viejo fuerte, (en el actual Condado de Beaufort, Estado de Carolina del Sur). Para asegurar los enclaves civiles estableció una línea de fortines desde Cabo Cañaveral hasta los límites de San Agustín y San Mateo. En calidad de Adelantado y Gobernador, organiza la vida civil y militar, también la espiritual que se adjudicó a los misioneros jesuitas por vez primera, pues antes la tarea evangelizadora se encomendaba a franciscanos, dominicos y frailes mercedarios. Embarcado en 1556 para tarea de inspección, durante dos meses visitará además del litoral de La Florida las islas de Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba; aprovechando su presencia en esta última para solicitar vituallas, materiales y refuerzos para los colonos de La Florida, sin conseguirlo. Este revés le impulsó de vuelta a España en 1567 y allí, entrevistándose con el rey, logró la ayuda y, de paso, su nombramiento como Gobernador de Cuba, entre 1568 y 1573, donde reforzó las defensas de La Habana e impulsó la construcción de La Fortaleza, y Capitán general de la Armada de guarda y defensa de las aguas del Caribe. Satisfecho con lo obtenido, dedicó sus desvelos a los habitantes españoles de La Florida y a la expansión en dirección al interior del continente: Georgia y Carolina del Norte; y por mar, controlando el vengativo tránsito de piratas y corsarios por el vecino canal de las Bahamas.
Conmemoraciones en San Agustín
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Vuelta a España
Pedro Menéndez de Avilés regresó a España en 1573 llamado por Felipe II, quien lo tenía como uno de sus principales consejeros. No obstante, previamente a la partida había asegurado la defensa de la bahía de Tampa, en la costa occidental de La Florida, y con plazas fortificadas una importante extensión del Caribe, enclave estratégico para los intereses nacionales.
Su habilidad para desempeñar a satisfacción las misiones adjudicadas, y su inteligencia para levantar cartas náuticas y el diseño de barcos, le otorgaban una calidad asesora proverbial e indiscutible.
El rey le confió la organización de una Armada destinada al apoyo de Los Tercios en Flandes, a las órdenes de Luis de Requesens. Pero la deteriorada salud de Pedro Menéndez le impidió hacerse a la mar, pues aunque a bordo de su nave capitana en la partida, no pudo seguir y transcurrida una semana de enfermedad falleció en Santander el 17 de septiembre de 1574.
Día de la Hispanidad en San Agustín
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La calle en homenaje a Pedro Menéndez de Avilés en San Agustín
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Una estatua en el parque de El Muelle de su Avilés natal le rinde cumplido homenaje. Reza el texto:
“A Pedro Menéndez de Avilés, 1519-1574, Caballero del Hábito de Santiago, Capitán General del Mar Océano, Adelantado y Conquistador de La Florida, donde fundó la ciudad de San Agustín en el año de 1565. Modelo de caballeros y patriotas, su pueblo y la Patria agradecidos le consagran este recuerdo. Año 1917.”
En San Agustín de La Florida es un personaje admirado y querido al que se recuerda en los libros de texto, con el nombre de la calle principal, con una estatua en el ayuntamiento, con multitud de banderas españolas en su honor y con el disparo horario de un cañonazo allá donde desembarcó el grupo expedicionario, zona de La Misión, al grito de: “¡Por España, fuego!”