El Imperio en Norteamérica: Exploraciones en el virreinato de Nueva España
Ascendiendo el Popocatepetl y remontando el Orinoco
El zamorano de Castroverde de Campos (h. 1480) Diego de Ordás fue un navegante, militar, explorador y adelantado español. También conocido por Diego de Ordax u Ordaz, falleció en un naufragio en la península de Paria, actual Venezuela, el año 1532.
Joven inquieto, en 1509 viajó a Cartagena de Indias con la expedición de Alonso de Ojeda; y un año después integró el equipo investigador a las órdenes del cartógrafo y navegante Juan de la Cosa. De 1511 a 1519 combatió en la campaña de Cuba a las órdenes de Diego Velázquez de Cuéllar, cuya expedición debía conquistar la isla para anexionarla a la Corona española. Posteriormente formó parte de las primeras exploraciones de reconocimiento en los territorios hoy conocidos como Colombia y Panamá.
Sin solución de continuidad se unió a Hernán Cortés para colaborar en la conquista de México hasta 1530. Episodios de la misma con intervención destacada de Diego de Ordás son la batalla de Centla, contra el ejército maya, en la región de Tabasco, el 25 de marzo de 1519, y la conquista de la ciudad azteca de Tlaxcala en 1520, al mando de una pequeña tropa. A poca distancia de Tlaxcala emerge majestuoso el volcán Popocatepetl, entonces en erupción, lo que supuso una doble hazaña para Ordás al obedecer la orden de Cortés de que ascendiera a su humeante y atronadora cima a por azufre para fabricar pólvora. Acompañado en el tramo más peligroso sólo por dos soldados españoles desafió la amenaza del volcán y puso pie en la cima, el primer europeo en hollar aquel santuario. La admiración de propios y extraños fue unánime y hasta el rey de España, el emperador Carlos I, enterado del suceso y de las sucesivas proezas en los hechos de armas, a su vuelta a España decidió otorgarle en 1525 el derecho de poseer un escudo de armas que incluyera una vista del volcán. Así lo registra Bernal Díaz del Castillo en su crónica de la conquista de aquella parte del Nuevo Mundo titulada Historia verdadera de la conquista de la Nueva España; y concederle una capitulación para emprender la exploración y conquista de nuevos territorios.
Ese mismo año de 1525 regresó a México donde mantuvo su tarea y su vocación, conciliando ambas, fiel capitán de Hernán Cortés, de quien además era amigo; al extremo de que Diego de Ordás figura como el único afamado conquistador de Nueva España que asistió como invitado de honor a la segunda boda del ya mítico Cortés en 1929. En ese año se le concedió la propiedad del peñón de los Baños, en la demarcación de la ciudad de México.
A partir de esa fecha abandonó la región para perseguir otros afanes, como el de localizar el anhelado lugar de El Dorado, que en aquella latitud se creía localizable en el frondoso interior de la actual Venezuela. En España obtuvo la licencia real para explorar y colonizar y el título de Gobernador de Amazonia, embarcando el 20 de octubre de 1530, en Sanlúcar de Barrameda y en Tenerife a mediados de noviembre, sus esperanzas más 500 hombres y 30 caballos para vía marítima, rumbo sur, llegar al punto de partida e iniciar el camino hacia el intrigante paradero de la jugosa leyenda.
El encargo de Ordás recogía la orden real de explorar la costa meridional del mar Caribe y la septentrional de América del Sur, cosa que con esmeró realizó, descubriendo y remontando el río Orinoco varios centenares de kilómetros hasta su confluencia con el río Meta. Demasiadas penalidades y fatigas, aunadas a la carencia de víveres en buen estado impidieran seguir la exploración.
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El descubrimiento y exploración del río Orinoco
Una nave capitana y tres carabelas formaban la expedición de Diego de Ordás que penetró el estuario del Amazonas. Al poco naufragaron las tres carabelas a causa de una climatología adversa y un medio que no le iba a la zaga. Ordás advertido del peligro de los bajíos se alejó del Amazonas en dirección Noroeste con el barco que le quedaba, conquistando esa vasta región litoral comprendida entre el río Marañón (Amazonas) y el territorio de Maracapana (predios alrededor de Caracas), desembarcando en Paria y tomando a su servicio la guarnición del fuerte de Sedeño. Fundo la ciudad de San Miguel de Paria en 1531.
Dedico un tiempo a explorar el litoral y, satisfecho con el reconocimiento por suficiente o insuficiente, optó por remontar el curso del río Orinoco.
Dos meses bastaron para construir la flota expedicionaria, compuesta por 280 hombres. El viaje supuso navegar contra la corriente del Orinoco ya en su último tramo, el de la desembocadura, a través de un terreno llano, de pradera salvaje por sus cambios estacionales: pasaba de extensión inundada a extensión desértica, surtida de hostilidad en sus habitantes ribereños, de lluvias torrenciales, acoso de insectos por doquier y descomposición intestinal.
Los guías autóctonos, embarcados para tal cometido, señalaban arbitrariamente direcciones o fenómenos, confundiendo a los españoles. Pero es que, en realidad, nadie sabía nada de lo que se buscaba. Por fin, quizá por un acuerdo de necesidad, el rumbo tomado se dirigía al río Meta, afluente del Orinoco, nacido en las estribaciones orientales de la cordillera andina. No obstante, ante la falta de concreción en las señales o las intuiciones, Ordás enfilaba el Orinoco, remontándolo como al principio, hasta que topando con las cataratas de Ature, la aventura concluyó obligando al retroceso.
La alternativa de seguir el curso del río Meta también quedó frustrada, pues era época de sequía y había disminuido tanto su caudal que era imposible navegarlo.
Sólo restaba poner proa a Paria, río abajo.
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Las circunstancias de su muerte no han sido plenamente aclaradas, aunque el año se sabe que es el 1532. Pudo morir en el naufragio del barco que le retornaba a España o cerca del golfo de Paria, también embarcado, pero a manos de algún enemigo.
Como fuere, Diego de Ordás ha cosechado el reconocimiento de sus paisanos y el del gobierno de Venezuela, el año 1952, que fundó la ciudad de Puerto Ordaz, en su honor, a orillas del gran río Orinoco.