Adelantados y Adelantadas. Juan Órtiz de Zárate, Juana Ortiz de Zárate, Pedro de Mendoza y Juan De Garay
El Imperio en América del Sur: Las expediciones al Río de la Plata y la fundación de Buenos Aires
11 de junio de 1580 en el puerto de Santa María de Buenos Aires
Juana Ortiz de Zárate y Yupanqui, era hija del conquistador Juan Ortiz de Zárate y de la princesa inca Leonor Yupanqui. Tuvo en sus manos el destino del Río de la Plata, en las actuales Argentina y Paraguay. Protagonizó una novelesca historia de amor. Murió joven, encerrada en un convento, pero en su nombre y con sus títulos se emprendió la fundación definitiva de Buenos Aires.
Estamos en Perú en 1576. Han pasado cuarenta años desde la conquista del imperio inca. Lima, la capital elegida por los españoles, la Ciudad de los Reyes, es la residencia del virrey del Perú, que además cuenta con obispado y con la que fue primera universidad de América, la de San Marcos (o simultáneamente con la de Santo Domingo). La peruana es una sociedad encaminada al mestizaje y la cultura; numerosos conquistadores se han casado con aristócratas incas. Y ese mestizaje resultante es un timbre de gloria. Un mestizo eminente, el inca Garcilaso de la Vega lo expresa así:
"A los hijos de español y de india, o de indio y española, nos llaman mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y me honro en él."
"A los hijos de español y de india, o de indio y española, nos llaman mestizos, por decir que somos mezclados de ambas naciones; fue impuesto por los primeros españoles que tuvieron hijos en Indias, y por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su significación, me lo llamo yo a boca llena y me honro en él."
La mestiza Juana Ortiz de Zárate nace en Cuzco el año 1561. Poco tiempo después se traslada, junto con sus padres, a Chuquisaca, la actual Sucre, en Bolivia, y allí es criada conforme a su rango principesco.
El padre de Juana había nacido en la vizcaína ciudad de Orduña en 1521, y aún adolescente tomó parte en las campañas americanas de Pizarro. Tras la guerra entre Pizarro y Almagro, Juan Ortiz de Zárate se instaló en Chuquisaca (o Charcas), en la actual Bolivia, donde le fue concedido el título de Adelantado del Río de la Plata. (Adelantado es el que va delante, el que abre el camino o el campo, quien conquista y repuebla tierras, el que ejerce como gobernador y jefe militar; es un título que se remonta a la Reconquista). La zona que corresponde a Ortiz de Zárate es aún tierra virgen para los españoles.
Conquistado Perú, los españoles ponen sus miras en otros territorios: hacia el Sur, Chile; hacia el Este, el Río de la Plata.
Las expediciones españolas en dirección al Río de la Plata venían determinadas por los riesgos y los peligros. Dos grandes nombres de la conquista precedían a Ortiz de Zárate en el desempeño del cargo: Pedro de Mendoza y Álvar Núñez Cabeza de Vaca; ambos conocían bien las dificultades de ese nuevo mundo. Lo que no arredró al tercer Adelantado, decidido a todo, buen conocedor del Alto Perú.
Y comienza la aventura. En Asunción, actual capital de Paraguay y entonces capital de la llamada Provincia Gigante del Paraguay, el asentamiento estable de los españoles que delimita el territorio conquistado: el vasto Perú, de cara al océano Pacífico, y las incógnitas de igual o mayor inmensidad por descubrir del Plata, de cara al océano Atlántico, es el punto central en el que se instala como gobernador Juan Ortiz de Zárate.
Los ímprobos esfuerzos del ahora gobernador y capitán general del Río de la Plata le han costado también buena parte de su fortuna, pero llegado a donde ha importa más el reconocimiento regio que el dinero o las posesiones materiales. Es Felipe II en persona, tras un viaje a España en 1567 para tal propósito, quien le confirma en el preciado cargo y, asunto capital, legitima por Cédula Real a su hija mestiza Juana a la par que concede el título de marqués a quien la despose. Por tanto, Juana es por graciosa concesión aristócrata española.
En 1572, Ortiz de Zárate organiza una expedición de reconocimiento y toma de posesión del territorio a descubrir; con éxito alcanzado un año después, 1573, al desembarcar en el estuario que dibujan la unión de los ríos Paraná y Paraguay. Primer objetivo cumplido. Cuando va a por el segundo, remontar el curso del Río de la Plata, el cerco de los indígenas para impedir cualquier progresión le obligó, junto con su ejército expedicionario, a sentar posición en la isla de San Gabriel hasta 1574, momento en que se hizo efectivo el auxilio enviado desde la plaza fuerte de Asunción por Ruy Díaz Melgarejo y Juan de Garay (a la postre gobernador interino del Río de la Plata, y Paraguay, Teniente general, fundador de la ciudad de Santa Fe en 1573 y fundador definitivo de la ciudad de Buenos Aires en 1580), pariente de los Ortiz de Zárate.
Superado el inconveniente prosigue la conquista, y ya juntos Ortiz de Zarate y Juan de Garay derrotan en 1574 a los charrúas (naturales de un territorio inserto en el actual Estado de Uruguay) a orillas del río San Salvador. Poco después, en este mismo año, Ortiz de Zárate funda la ciudad de Zaratina del San Salvador, localidad que convierte en la capital de un nuevo territorio que bautiza Nueva Vizcaya (hubo una Nueva Vizcaya en México cuarenta años antes), con una jurisdicción nada desdeñable que se extendía por los hoy Uruguay, el centro de Argentina, Paraguay y mediodía de la provincia brasileña de Río Grande del Sur.
Sirva como referencia histórica para la comprensión de lo expuesto, que tuvo lugar aproximadamente en el año 1520 el desembarco de los españoles en la tierra regada por el río San Salvador. Fue la dotación de la nao Santiago, al mando de Juan Rodríguez Serrano quien holló tal territorio pero no la que fundó el primer asentamiento, un fuerte con añadido de puerto, honor que se debe a Juan Caboto en 1527, cerca de la desembocadura del San Salvador. Ese era a localización elegida para iniciar la penetración al corazón del continente en esas altitudes. Un dato más: en este lugar, y en 1528, se lleva a cabo la primera plantación de trigo en la América recién descubierta.
* * *
Corre el año 1576 cuando Juan Ortiz de Zárate siente la presencia insalvable de la muerte. Quebrantado y enfermo otorga testamento, nombrando Adelantado a su hija Juana. Puede hacerlo en teoría, puesto que el rey de España le ha concedido el adelantazgo por dos vidas, la suya y la de quien escoja para sucederle; y decimos en teoría porque contaba con esa capacidad pero no precisamente para dispensar el honor y la responsabilidad a una adolescente de quince años. Otras mujeres habían desempeñado cargo semejante y otros de notoria relevancia, pero a una edad más acorde. Lo que significa de hecho que el verdadero Adelantado, en masculino, será el afortunado que matrimonie con la bella Juana. Escrito quedó de la pluma del cronista Martín del Barco Centenera:
Dejó en su testamento declarado
que sea su legítimo heredero
la hija que en los Charcas ha dejado,
y aquel que fuese esposo y compañero
suceda en el gobierno y el estado,
según como lo tuvo él de primero.
Y mande y rija, en tanto que ella viene,
su sobrino Mendieta que allí tiene.
En efecto, el sobrino Mendieta ejerció el cargo, de grado o por fuerza, pero en todo caso de mala manera.
La última providencia de Ortiz de Zárate inmiscuía a su familiar, colega de armas y conquistas Juan de Garay, nombrándolo albacea testamentario.
Martín del Barco Centenera y Juan Ortiz de Zárate
Imagen de taringa.net
Juana Ortiz de Zárate elige entre sus pretendientes al menos principal, al que tiene menos influencia social y política: Juan Torres de Vera oficial Oidor en Chuquisaca Juan Torres es hombre versado en armas y leyes, jalonado por blasones y pasadas glorias, noble de toga y espada, pero carente de bienes tangibles; es pobre.
El albacea Juan de Garay cumple con la voluntad de Juana por lo que avala el matrimonio. Y así, por este contrato nupcial, Juan Torres de Vera, que había pasado a América desde su natal Estepa en busca de mejor fortuna, la consigue y se convierte en el cuarto Adelantado del Río de la Plata.
La maquinaria legal y política del virrey del Perú, contrario a esta unión, se pone en marcha con fueros y tropas. Ese matrimonio es inválido según los preceptos legales del virreinato. Juan Torres tiene frente a sí, y también delante y detrás, poderosos enemigos, alguno antes rival, que no aceptan ni la insumisión a las leyes ni la usurpación del prestigio. Y el resultado es la detención de Torres de Vera y la reclusión de Juana en un convento a sus diecisiete años y, asunto espinoso, con un hijo de su marido en el vientre.
Fin de la historia de la breve Adelantada Juana Ortiz de Zárate.
* * *
La vida continúa, siempre ha sido igual y que así sea en el futuro.
Juan de Garay retomó las exploraciones. Precisamente el confinado Juan Torres le había encomendado que fundara una ciudad en el estuario del Plata. Cuenta el historiador José Javier Esparza, de quien hemos tomado buena nota de sus estudios al respecto de lo tratado en este artículo, que Juan de Garay organizó la expedición con doscientas familias de indios guaraníes, setenta y seis familias de colonos españoles y treinta y nueve soldados, a bordo de una carabela y dos bergantines río abajo. Al llegar al estuario desembarcan, y allí Juan de Garay fundará por segunda vez la ciudad de Buenos Aires. La primera fundación la llevó a cabo medio siglo antes Pedro de Mendoza, el primer Adelantado; pero el asentamiento, sucesivamente atacado por los indígenas, fue abandonado. La nueva fundación, situada algo al sur de la precedente, será la definitiva.
Juan de Garay planta el rollo de la Justicia y proclama solemnemente el nacimiento de la ciudad, que entonces tuvo dos nombres:
Hoy sábado día de San Bernabé, once días del mes de junio del año del nacimiento de Nuestro Redentor Jesucristo de mil y quinientos y ochenta años, estando en este puerto de Santa María de Buenos Aires, que es en las provincias del Río de la Plata intitulada nuevamente la Nueva Vizcaya, hago y fundo en dicho asiento y puerto una ciudad. La iglesia de la cual pongo su advocación de la Santísima Trinidad, y la dicha ciudad mando que se intitule la Ciudad de la Trinidad.
Monumento a Pedro de Mendoza en Buenos Aires.
Imagen de forocoches.com
Mientras, enlazadas las historias personales con el relato de la historia común, Juana permanecía encerrada ausente de todo acontecimiento ajeno a los muros de custodia y a su pensamiento. Puede que de pena, de hastío o de alguna enfermedad sabida o ignorada, murió en enero de 1584, casualidad o no, el mismo año en que también fallecía el virrey Francisco de Toledo, artífice del amor frustrado de Juana Ortiz de Zárate y Yupanqui.
El hijo de Juana, llamado Juan Alonso de Vera y Zárate, pasado el tiempo viajó a España en compañía de su abuela la princesa Yupanqui para reivindicar sus derechos. La Corona los reconoció y Juan Alonso llegó a ser gobernador de Tucumán y, nada menos, promovió la Universidad argentina de Córdoba.
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Refiere José Javier Esparza, al hilo de lo anterior, que a lo largo de la dilatada y prolífica conquista del Nuevo Mundo, muchas mujeres desempeñaron un papel relevante que ni la historiografía ni las crónicas del momento señalan con la debida importancia, o sin el acento que correspondería a sus gestas y actitudes.
Valga la siguiente relación, concisa y bienintencionada, como homenaje a ellas y memoria a conservar, y si es posible difundir y ampliar: Beatriz Estrada, casada con Francisco Vázquez de Coronado, que sufragó la expedición de su marido en Norteamérica; María de Zárate, que cubrió la exploración de su pariente Lucas de Zárate en el Río de la Plata; María de Toledo, nuera de Cristóbal Colón, virreina de las Indias Occidentales, que saneó la herencia del descubridor; Catalina Montejo, que sucedió a su padre en el cargo de Adelantado de Yucatán; e Isabel Manrique y Aldonza Villalobos, gobernadoras de la isla venezolana de Margarita.
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Pariente de los Ortiz de Zárate, Juan de Garay fue un hombre valiente y eficaz, depositario de confianzas, decidido en las misiones, leal, de buen trato con españoles y aborígenes, y destacado explorador del Río de la Plata.