Estudiante aplicado y marino vocacional de gran intuición, José Domingo de Mazarredo y Salazar, nacido en Bilbao el año 1745, fue unánimemente elogiado por sus profesores y superiores en sus épocas de Guardiamarina y de primeras navegaciones. A sus cualidades como marino se unieron las de científico, excelente piloto, hábil maniobrero y el mejor táctico de su tiempo.
Ya como oficial de la Real Armada española, solicitó embarcar en la fragata Venus, a las órdenes del comandante Juan de Lángara y Huarte, también con su compañero Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza, para integrarse en la expedición de Cádiz a Manila del año 1772. Ocasión náutica en que por primera vez se utilizaba el método de las distancias lunares para fijar la longitud.
Mazarredo recogió las incidencias de la travesía, así como las observaciones de las que era protagonista y de las que fue partícipe, en un exhaustivo diario. Pero la fiabilidad de las mediciones exigía más que la simple, aunque empeñada, observación. Para suplir las carencias, ideó unas tablas que deducían la posición del buque en alta mar mediante la triple medición de la altura de la Luna, de la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro, y la distancia entre estos dos astros. Gracias a su esfuerzo científico se debe mucha de la actividad náutica española del último cuarto del siglo XVIII. Con estos elementos tan válidos para la náutica y la maniobra, descritos por él en los libros: Rudimentos de táctica naval, Colección de tablas para los usos más necesarios de la navegación e Instrucciones y señales, colaboró decisivamente en la formación de los guardiamarinas.
Dedicado a poner en práctica sus conocimientos, en 1774 fijó la posición exacta de la isla de Trinidad del Sur, frente a las costas de Brasil, adonde llego la fragata Rosalía en la que viajaba como miembro de la expedición, también dirigida por Juan de Lángara, en la que figuraba el astrónomo José Varela y Ulloa.
Un año después, en 1775, fue requerido como Oficial de Estado Mayor para integrarse en la expedición militar a Argel como ayudante del mayor general de la Escuadra Pedro González de Castejón. Su pasión por aplicar los conocimientos atesorados durante años de investigación lo llevó a determinar en la travesía numerosas longitudes y latitudes de las costas de España y África. Todos los datos recogidos fueron posteriormente utilizados por Vicente Tofiño de San Miguel para la elaboración de su mundialmente famoso Atlas Marítimo de España.
Por los méritos contraídos en el desempeño naval, Mazarredo fue promovido a brigadier en 1781, y como en anteriores cometidos, formó equipo con su ayudante el capitán de navío Antonio de Escaño. Ambos representaban magníficamente a la Armada.
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Siendo necesario recopilar todas las Ordenanzas vigentes en la Armada, en 1784 Mazarredo fue escogido para ello. Partió del estudio de los problemas que tal ordenación suponía hasta decidir que sin disposiciones organizadas y vigentes de nada servía una Armada. La obra que presentó fue utilizada como modelo y directriz en otras marinas para la redacción de sus códigos. Avalado nuevamente por el cumplimiento de su tarea, en 1789 ascendió a Teniente general.
En 1792, tras haber sido ascendido primero a Jefe de Escuadra y luego a Teniente general de la Real Armada, apoyó la organización de la expedición de Cosme Damián Churruca y Joaquín Francisco Fidalgo para elaborar el Atlas hidrográfico de la América Septentrional.
Pero la actividad de José de Mazarredo no se limitaba al campo de la náutica, aunque los estudios y desarrollos que paralelamente llevó a cabo tuvieran mucho que ver con el mar. Demostraba un gran interés por lograr la fabricación de instrumentos científicos óptimos para sus cometidos, y participaba infatigable como organizador en la formación de constructores españoles, localizando a los candidatos adecuados en la Escuela de Relojería puesto que entonces los cronómetros eran esenciales para determinar la longitud de una posición determinada. Nombrado Capitán general del departamento de Cádiz y terminadas las obras del nuevo Observatorio de Marina en la Isla de León en 1798), ordenó su traslado, creando la sección de efemérides donde se instalaron dos talleres de relojes-cronómetros y uno de instrumentos náuticos.
A José de Mazarredo se debe el movimiento del anteojo paralelo al plano del aparato en los sextantes.
La pericia marinera de José de Mazarredo y sus excelentes conocimientos de las corrientes marinas y los fenómenos atmosféricos, fueron siempre proverbiales para los marinos y los buques de la Real Armada. Ningún ramo de la Marina se ocultó a su inteligencia y a su celo.