Antonio de Ulloa y de la Torre Guiral y Jorge Juan y Santacilia
Primera descripción de las propiedades del platino
Expedición científica a la América Meridional
Al oficial de la Real Armada Española y científico Antonio de Ulloa corresponde la primera descripción físico-química del platino, su calificación como elemento químico, así como el haber sido quien lo trajo a Europa, lo promocionó, regaló donde fue oportuno y, además, contrató químicos de prestigio para llevar a cabo su investigación.
Antonio de Ulloa nació en Sevilla en 1716. A los trece años viajó a Cádiz para ingresar en la Real Compañía de Guardiamarinas, sin conseguirlo entonces. Por lo que, para conseguir experiencia y grado, decidió embarcarse bajo su propia responsabilidad en la escuadra de galeones al mando de Manuel López Pintado, lo que impulsó su propósito de aprender, y por los méritos contraídos ante su jefe aspirar a convertirse en guardiamarina. En 1732 regresaba a Cádiz tras este periplo iniciático en la mar.
En 1733 cursaba por fin en el Colegio Oficial de Guardiamarinas.
Su primer destino le llevó a Nápoles a bordo del navío Santa Teresa, con tropas de refuerzo para la guerra que allí se libraba. A su vuelta de esta misión militar en 1734, le esperaba una apasionante aventura de otra índole. Promotores franceses como el astrónomo Pierre Bouguer, el naturalista, matemático y geógrafo Charles-Marie La Condamine, el médico y botánico Antoine-Laurent de Jussieu y el astrónomo y matemático Louis Godin, con la bendición del monarca Luis XIV, iban a fletar una expedición científica con el objetivo de medir el arco del meridiano terrestre en el ecuador -otra expedición haría lo propio en el septentrión europeo-, es decir, en zona geográfica de posesión española, para lo que necesitaban la aquiescencia del rey de España, Felipe V; éste, a la sazón, eligió, bajo el asesoramiento del ministro José Patiño Rosales, a dos guardiamarinas, Jorge Juan y Santacilia y Antonio de Ulloa y de la Torre Guiral, en el acto ascendidos a tenientes de navío, para que integrados al equipo aseguraran la presencia española en esos lugares de su dominio y aportaran como hombres de ciencia y de mar, “inteligentes en la matemática y la astronomía”, sus conocimientos y deducciones.
Los españoles partieron del puerto de Cádiz en mayo de 1735, a bordo del navío Conquistador y la fragata Incendio en la que viajaba el nuevo virrey del Perú, José Antonio de Mendoza Caamaño y Sotomayor, Marqués de Villagarcía. El atraque y desembarco tuvo lugar en Cartagena de Indias, donde al poco se incorporó la expedición francesa; ambas ya en marcha conjunta remontaron el río Chagres para embarcar en Panamá. De allí a Guayaquil en barco, y desde este puerto a Quito por los caminos habilitados. Corría mayo de 1736 cuando dieron inicio a las mediciones de triangulación, y durante dos años transitaron por la cordillera andina.
Aprovechando la circunstancia del viaje sudamericano, el ministro de Hacienda, Marina, Guerra e Indias, Zenón de Somodevilla, había encomendado a Jorge Juan y Antonio de Ulloa la realización de un estudio pormenorizado y exhaustivo de la situación de las colonias: personas, recursos, estamentos, inmuebles, plazas, arsenales, mandos, funcionarios y administración en general.
Y aún más. Debieron vigilar la costa chilena y la de la isla de Juan Fernández embarcados en las fragatas Rosa, Nuestra Señora de Belén y Esperanza, las tres naves de la flota del general Pizarro, para atajar el acoso y saqueo pirata británico comandado por Anson en aquellas aguas del océano Pacífico: el lago español.
En 1746, año del fallecimiento del rey Felipe V y de la ascensión al trono de su sucesor, el rey Fernando VI, regresaba a España Antonio de Ulloa tras el periplo científico sudamericano, el de vigía, control y acción armada contra los británicos. Un percance bélico con la flota inglesa al acecho, condujo al marino español apresado hasta Londres; pero una vez desembarcado, el recibimiento a De Ulloa tuvo que ver con su fama como hombre de ciencia y no con su captura como militar en un episodio de la guerra entre las dos naciones, por lo que fue agasajado y al punto nombrado académico de la Real Sociedad de Ciencias.
La corte española, y en especial el rey, estimaron grandemente las labores científicas y militares de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, ascendidos por méritos a capitanes de fragata y encomendados a la plasmación en extenso y en papel de todo lo realizado en el Nuevo Mundo, tanto el asunto de competencia científica como el relativo a la historia; esta parte correspondió a De Ulloa.
Terminada la importante relación, fue entregada al marqués de la Ensenada, Zenón de Somodevilla y Bengoechea, quien a su vez la trasladó a Fernando VI y éste convalidó el aprobado mandando su publicación, viendo luz con el título Relación histórica del viaje a la América Meridional, hecho de orden de S. M. para medir algunos grados de meridiano terrestre y venir por ellos en conocimiento de la verdadera figura y magnitud de la Tierra, con otras varias observaciones astronómicas y físicas, presentada en cuatro volúmenes el año 1748.
El ascenso a capitán de navío, para ambos oficiales, corroboraba la satisfacción real.
Hubo otro documento, de carácter secreto, también colaborado por Antonio de Ulloa y Jorge Juan, donde se vertieron las indagaciones propuestas por el entonces rey Felipe V, en el que destacaba la reseña de los abusos, de las desidias y de las intrigas que posteriormente iniciaron la rebelión de los distintos países de la América hispana. Tal documento no se hizo público hasta 1827, con el título Noticias secretas de América.
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La vida marinera de Antonio de Ulloa prosiguió por derroteros meridionales.
En una navegación doblando el cabo de Hornos, observó las auroras australes, harto menos conocidas que las boreales; fenómeno que puso en conocimiento de la ciencia.
A continuación, durante sus estancias en el mar y sus etapas en tierra firme, Antonio de Ulloa ejerció sus vocaciones, inquieto, estudioso, y docto, prestando variados y muy útiles servicios a España. A saber:
Avanzó en el conocimiento de la electricidad y el magnetismo artificial.
Visibilizó la circulación de la sangre.
Descubrió las propiedades del platino.
Reveló la existencia de conchas marinas en las cumbres andinas.
Dio las primeras noticias sobre el árbol de la canela y la del caucho.
Perfeccionó el mecanismo de impresión del papel, el arte de grabar en cobre y piedra, la relojería y los métodos para la práctica de la cirugía, además de seleccionar para la mejor instrucción de esta disciplina a jóvenes aspirantes a médicos en las cátedras de Suiza, París y Holanda.
Proyectó el canal de navegación y riego de Castilla la Vieja, dirigiendo su construcción hasta conseguir dejarlo navegable y hábil para la función prevista, en una longitud de cinco leguas, comprendiendo desde el río Carrión hasta la Tierra de Campos.
Formó escuela de técnicos para el levantamiento de los mapas de España, y bajo su dirección se realizó el del territorio en torno a Madrid, hasta las seis leguas de distancia.
En Madrid estableció el primer gabinete de metalurgia y el de historia natural. En la fábrica de paños finos de Segovia mostró el beneficio de las lanas llamadas churlas, semejantes a las de Cantorbery, en la Gran Bretaña.
Instruyó a los designados responsables del comercio ultramarino, para facilitar el transporte de frutos de España a los puertos de América; además de asentar las reglas para la fabricación de jarcias y lonas en ambas orillas.
En 1755 fue destinado al virreinato de Perú. En 1758 volvió a navegar por mares australes a bordo del San Rafael. Y de nuevo recaló en Perú para gobernar el territorio minero de Huancavélica.
Hombre de máxima confianza, experiencia y eficacia, valorado en todos los ámbitos, en 1760 alcanzó el grado de contraalmirante y de 1766 a 1768 fue gobernador de Luisiana, gran territorio en América del Norte que a no tardar, con su acostumbrados valor e inteligencia, bien acompañado por militares a la altura, pacificó para la corona española. También fue nombrado gobernador de la Florida en consonancia con los éxitos en la región vecina.
En 1769 aureolado por el éxito militar y diplomático, ascendió a Jefe de escuadra, navegando entre la metrópoli y el virreinato de Nueva España los años 1776 y 1778, ambos inclusive, por aguas atlánticas de la ruta de ultramar.
La cima de su carrera militar en activo llegó en 1779 al ser nombrado Teniente general de la Real Armada Española. Con tal empleo, al mando de cuatro navíos y dos fragatas, y en apoyo del general Luis de Córdova, participó en la declarada guerra contra el Reino Unido protegiendo la incursión española en el Canal de la Mancha desde la línea náutica de las islas Azores.
En el aspecto político consiguió otro hito, al ser nombrado ministro de la Junta de Comercio y Moneda del Reino.
En el aspecto científico fueron sus logros de mayor enjundia, con independencia de sus estudios y escritos, el establecimiento del primer gabinete de Historia Natural que hubo en Madrid y el primer laboratorio Metalúrgico, y la descripción exhaustiva y correcta del aspecto de la corona durante el eclipse total de Sol ocurrido el 24 de junio de 1778, siendo el primero en hacerlo de esta manera por lo que su estudio dio paso a la investigación de los eclipses por los más prestigiosos astrónomos.
Títulos honoríficos y académicos
Miembro de la Real Sociedad de Londres, correspondiente de las Academias de Ciencias de París, Estocolmo y Berlín; del instituto de Bolonia; de la Sociedad de Leipzig; de las patrióticas de Vizcaya y Sevilla y de la Academia de Nobles Artes de Madrid.
Obras destacadas vinculadas con la ciencia, la Armada y la navegación
Relación histórica del viaje a la América Meridional (1748, en colaboración con Jorge Juan y Santacilia), Tratado físico e historia de la aurora boreal (1752), Modo de facilitar los correos de España con el reyno del Perú (1765), Noticias americanas (1772), La marina y fuerzas navales de la Europa y del África (1773), El eclipse de Sol con el anillo refractario de los rayos: la luz de este astro vista del través del cuerpo de la Luna (1779) y Conversaciones de Ulloa con sus tres hijos en servicio de la marina (1795).
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Antonio de Ulloa falleció en la Isla de León en 1795, siendo Director General de la Real Armada. Fue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres, donde una placa reza:
A LA MEMORIA DEL EXCMO. SR. D. ANTONIO DE ULLOA Y DE LA TORRE BERNARDI [la razón del cambio en el apellido materno nos es desconocida]; CABALLERO DE LA ORDEN DE SANTIAGO Y COMENDADOR DE OCAÑA, TENIENTE GENERAL DE LA ARMADA ESPAÑOLA. SOCIO CORRESPONDIENTE DE LAS REALES ACADEMIAS DE PARÍS, LONDRES, ESTOCOLMO, BERLÍN y BOLONIA. ENVIADO CON ALGUNOS ACADÉMICOS PARISINOS A LA PROVINCIA DE QUITO PARA MEDIR ALGUNOS GRADOS TERRESTRES, EN LA REGIÓN EQUINOCCIAL CON LO QUE SE ACLARA MAS LA MAGNITUD DEL MAR Y LA FIGURA DE LA TIERRA Y DESPUÉS OCUPADO EN MUCHOS TRABAJOS PÚBLICOS, SE MOSTRÓ SIEMPRE CON LOS SERVICIOS PRESTADOS. FIEL AL REY Y APARECIÓ COMO MODELO DE AMOR A LA PATRIA QUE, AGRADECIDA, LE DEDICA ESTA LÁPIDA EN EL BICENTENARIO DE SU MUERTE. SEVILLA. 1716 – REAL ISLA DE LEÓN, 1795.
Antonio de Ulloa y de la Torre Guiral
Imagen de http://www.revistaecclesia.com
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El platino
Antonio de Ulloa es pionero al dar noticia del metal llamado platino. Afirma en 1748 que “en el Partido de Chocó [jurisdicción de Chocó], habiendo muchas minas de lavadero, tal vez se hallan minerales donde la platina, piedra de tanta resistencia que no es fácil romperla ni desmenuzarla con la fuerza del bloque sobre el yunque de acero, es causa de que abandonen, porque ni la colación la vence ni hay árbitro para extraer el metal que encierra sino a expensas de mucho trabajo y costo” (Antonio de Ulloa y Jorge Juan: Relación histórica del viaje a la América Meridional).
Jorge Juan y Santacilia, en el prólogo de Observaciones astronómicas y phisicas hechas de orden de S. M. en los Reynos del Perú (obra escrita con Antonio de Ulloa en 1748), escribe que Antonio de Ulloa considera al platino como el metal peculiar y previo, que debía haber minas especiales de este metal como las había de oro y plata. Y esta es la gran aportación de Ulloa a la química y a la metalurgia, sin ser químico ni metalúrgico, la de declarar al platino como simple, un metal más puro, más perfecto y por cualidades sobresalientes al oro; lo cual se demostraría posteriormente al denominarlo elemento. A su vez, De Ulloa es quien contrata a químicos célebres de la época, François Chabaneau, William Bowles y Agustin de la Planche, para que investiguen sobre la platina.
Carlos III reconoció en un memorial fechado en 1789 los servicios prestados a la Armada por Antonio de Ulloa y el “hecho particularísimo de haber sido el primero que trajo a España y dio noticia del metal de platino en el año 1747, calificándole de laborable”.
A partir de su descubrimiento y revelaciones intuitivas sobre el preciado metal, De Ulloa envía muestras de platino por toda Europa y así lo convierte en un metal muy solicitado que debe ser regulado en su exportación.
El platino comienza a elaborarse en los laboratorios del Real Seminario Patriótico de Vergara en 1784, a cargo del químico Francisco Chavenau; fundado en las postrimerías del siglo XVIII por el conde de Floridablanca, José Moñino Redondo, con la aprobación de Carlos III. Este laboratorio dio solución a los problemas de metalurgia del Ejército y la Marina respecto a la aleación usada para sus cañones, que por aquel entonces se cuarteaban con las frecuentes andanadas.
Antonio de Ulloa expone en un informe con fecha de 1788 la manera más adecuada para explotar racional y ventajosamente para España las minas de platino en el Nuevo Mundo.
La política científica de la monarquía española
Aprender, comparar y compartir para aplicar es un lema académico. La política científica de los Borbones, dinastía iniciada con Felipe V, comprendió diversas acciones; una de ellas, la relativa a este artículo, consistió en el envío de Estudiantes a las más prestigiosas universidades y escuelas de Europa, pensionados por el Estado, con el propósito de que adquirieran una sólida formación. En uno de los primeros viajes a la sazón organizados partieron Jorge Juan y Antonio de Ulloa.
Los mismos elegidos para la expedición científica sudamericana en líneas precedentes resumida; al regreso de la cual, en 1746, como se dijo, dedicaron ambos todo su esfuerzo a publicar los resultados. Lo que consiguieron en 1748 con el título de Relación histórica del viaje a la América Meridional.
El marqués de la Ensenada, conocedor en primera persona de la actividad de Jorge Juan y Antonio de Ulloa, los dirige en viajes a Europa como representantes dilectos para llevar a cabo su política de despegue comercial y militar; deben averiguar los adelantos científicos y técnicos de mayor calado y trascendencia para los intereses de España. El recorrido de Ulloa, comenzado en 1749, lo llevó por Francia, Holanda, Dinamarca, Suecia y Prusia.
Contribución de Antonio de Ulloa al conocimiento y estudio de la química y la metalurgia en España
Con anterioridad al siglo XVIII, la química era profesionalmente ejercida por farmacéuticos y algunos médicos. Desde el año 1700, en Sevilla se asienta la Regia Sociedad de Medicina y otras Ciencias, integrada por destacados científicos, quienes introducen en España parte de las teorías químicas provenientes mayoritariamente desde Francia. Pero los principales introductores de la ciencia química en España son químicos contratados por el gobierno, tales como Francisco Chavenau, ya citado, Luis Proust, discípulo de Lavoisier, y el capitán Juan José Munárriz, a su vez discípulo de Proust.
Movido por su afán patriótico e investigador, habiendo adquirido por estudio in situ, en varios destinos, empirismo y experiencia importantes conocimientos de química, mineralogía y botánica, Antonio de Ulloa propone al marqués de la Ensenada el envío al extranjero de jóvenes oficiales y científicos españoles que, como obraran él mismo y Jorge Juan en las expediciones científicas, vayan a conocer técnicas, ciencias y artes necesarios para el desarrollo de la Marina y del comercio en general para beneficio de España, al tiempo que contrataban a los mejores profesionales gavieros, maestros de jarcias, relojeros, grabadores, ingenieros y constructores navales. Así lo entiende también Ensenada y actúa en consecuencia.
La especialización de los colegiales de Cádiz, los guardiamarinas, empieza en 1749 y 1750 con el envío de los primeros a las universidades de Bolonia, Lovaina, Leyden y París.
Uno de los estudiantes destacados fue Juan Manuel de Aréjula y Bruzet, considerado uno de los introductores de la ciencia química en España y autor en 1788 de la obra Reflexiones sobre la nueva nomenclatura química.
El impulso de la autoridad nacional, encabezada por el rey Fernando VI y el marqués de la Ensenada, hacia la conquista de ciencia y descubrimientos, posibilitó que el célebre farmacéutico, botánico, médico y poeta español Casimiro Gómez Ortega viajara por toda Europa en busca de corresponsales para la Academia de Ciencias que se iba a edificar, que al transcurrir de los años se convertiría en la Academia de Medicina de Madrid.
Antonio de Ulloa cofundó con Jorge Juan la Asamblea Amistosa y Literaria de Cádiz en 1775, con el propósito de que sirviera de prueba para la creación de la Sociedad de Ciencias que Jorge Juan quería fundar en Madrid. En la Asamblea, reunida semanalmente, se leían memorias sobre matemáticas, navegación, física, geografía, medicina, higiene, historia, seguidas de discusión y coloquio.
De Ulloa da noticia en sus Noticias Americanas de 1772 de que es miembro de las Reales Academias de Ciencias de Berlín y Estocolmo y a la Royal Society de Londres. En 1748, con su obra Relación histórica, figura como miembro de la Academia de Ciencias de París. Y en España lo es de la Real Academia de Bellas Artes, de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, de la Real Sociedad Económica de Madrid y de la Real Sociedad de Amigos del País de Sevilla.
A consecuencia de las reformas de Ulloa, también de Latre y Estrachería, fundamentalmente ellos tres, se implanta el nuevo método de fundición en la Fábrica de Artillería de Bronce, en Sevilla, entre los años 1757 y 1760. La política de apertura de España hacia nuevas tecnologías está en gran parte canalizada por los informes que oficiales como Antonio de Ulloa remiten al mando, recabando la contratación de personas especializadas en distintos campos de la ciencia y de la técnica.
Es la época en que la Marina, a sugerencia de Ulloa, trata de fomentar la investigación científica de España, concretamente en el campo de la metalurgia, financiando la investigación en los laboratorios de Vergara y de Madrid. Fue en el Seminario patriótico de Vergara donde se realizó la investigación más importante llevada a cabo en España sobre la platina y la que mayor repercusión tuvo.
Para conseguir un alto posicionamiento de la industria militar española se encomendó a José Vicente de Mazarredo, capitán de Navío y profesor de la Academia de Guardiamarinas de San Fernando, unos informes y unas propuestas, que le fueron aceptados y puestos en práctica. Entre las propuestas figura la creación de dos cátedras: de Química y metalurgia y de Mineralogía y Ciencias Subterráneas. Por consiguiente, el platino empieza a elaborarse en 1784 en los laboratorios del Real Seminario Patriótico de Vergara, fundado en las postrimerías del siglo XVIII por el conde de Floridablanca, con la aprobación de Carlos III, resultando una solución a la metalurgia española.
Fuente principal
Estudios de Luis Fermín Capitán Vallvey (catedrático de la Universidad de Granada) y Fernando Paredes Salido (Capitán farmacéutico), presentados en el apartado Comunicaciones durante el 2.º Congreso de Historia Militar, celebrado en Zaragoza el año 1988.