Real Expedición Botánica de Nueva Granada
Entre 1793 y 1808 en el virreinato de Nueva Granada
Médico, matemático, sacerdote, astrónomo, naturalista y botánico, que es su especialidad más conocida, José Celestino Bruno Mutis y Bosio, nacido en Cádiz en 1732, es una de las figuras precursoras y más destacadas del conocimiento científico en la América española.
Inició los estudios de medicina y cirugía en el Colegio de Cirugía de Cádiz, y los finalizó en la Universidad de Sevilla el año 1755. Desde esa fecha, se incorporó al Hospital de Cádiz durante cuatro años. A continuación, en Madrid, y por un periodo de tres años, amplió conocimientos en física, química, fisiología, patología e historia natural; en la capital de España fue donde recibió la influencia del maestro Linneo, la autoridad botánica de la época, mientras que la práctica de lo estudiado la desarrolló, hasta 1670, en el madrileño Jardín del Soto de Migas Calientes y en el Hospital Real de la Marina de Cádiz.
Grandemente interesado por la astronomía y la botánica, disciplinas que aprendió de los afamados Jorge Juan de Santacilia, en la primera, y Domingo Castillejo y Miguel Barnades, en la segunda. Jorge Juan y Antonio de Ulloa, eran pioneros de la práctica científica en América; y Barnades, a su vez, el protagonista del florecimiento de la ciencia botánica en España.
Actividad científica en el Nuevo Mundo
En septiembre de 1760, José Celestino Mutis zarpó con destino a Cartagena de Indias en la comitiva que acompañaba al nuevo virrey de Nueva Granada, Pedro Mesía de la Cerda; y posteriormente arribando a la ciudad de Santa Fe de Bogotá (o Santafé de Bogotá, fundada por el explorador y conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada el 5 de agosto de 1538), en Colombia, entrado el año 1761; concretamente en febrero. El territorio virreinal de Nueva Granada englobaba las actuales Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela, norte del Perú y Brasil, y oeste de Guyana.
Se le había designado para ocupar el puesto de médico del virrey Mesía, marqués de la Vega de Armijo y Teniente general de la Real Armada; no obstante, dada su capacidad e inquietud, obtuvo la cátedra de matemáticas en la Universidad de Bogotá. Pero su mayor inquietud científica pasaba por dedicarse a la botánica, con su implicación médica, y en especial al estudio de las quinas.
En aquella región atractiva y exuberante, de clima tropical, Mutis se dedicó a observar y describir el medio con estudioso detalle, con apasionamiento científico. El impacto del trópico fue en él muy notorio, hallando a cada paso una novedad botánica o zoológica.
Desde su desembarco en Cartagena, había destinado tiempo y atención a las observaciones astronómicas, además de recolectar plantas que en breve iniciaron un completo herbario.
Superado apenas el año de su llegada a Santa Fe ya sentaba las bases de una revolución científica en el virreinato de Nueva Granada. En su discurso de toma de posesión de la cátedra de matemáticas del Colegio Mayor Universitario del Rosario, expuso los principios elementales del sistema de Copérnico y la física de Newton.
Entre 1763 y 1764, Mutis propuso a la Corona española, ostentada por Carlos III, el apoyo financiero para la realización de una expedición botánica por el virreinato de Nueva Granada, al objeto de estudiar la flora y fauna americanas al más estilo de las expediciones patrióticas e ilustradas de su época. Aspiraba a la consecución didáctica de una Historia Natural de América, explorando la población indígena y la naturaleza en torno; impulsando la economía del virreinato. Pero no pudo ser, por lo que prosiguió su labor docente e investigadora, aprendiendo a partir de 1766 y hasta 1770 los fundamentos de la explotación minera en las minas de plata de La Montuosa, situadas en la provincia de Nueva Pamplona; luego amplió sus conocimientos en las minas del Sapo, cerca de Ibagué. Durante este período innovador, compartido con su socio Juan José de Elhuyar (o Delhuyar, físico y matemático quien junto a su hermano Fausto Fermín, químico e ingeniero de minas descubrió el wolframio), introdujo en la práctica el método de amalgamación para la extracción del preciado metal, y también avanzó en el descubrimiento de quinos, acompañado por el misionero jesuita Pedro de Ugarte, y su correspondiente estudio.
Interesaba especialmente a la Corona española el conocimiento botánico de aquellas plantas que sirvieran a la medicina y a la química. Esa era la tarea principalmente encomendada a Mutis por las autoridades gubernativas, y motivo de intercambio epistolar, con transmisión de documentos, entre científicos en el viejo continente como los suecos Carlos Linneo (Carl Nilsson Linnæus) y Klaus Alstroemer (Clas Alströmer) y el botánico y naturalista español Antonio José de Cavanilles. Pronto ascendió a categoría la fama de Mutis, al punto que la universidad de Upsala lo nombró académico y varias de sus reseñas científicas fueron publicadas en revistas suecas.
En 1777 envió una colección de plantas disecadas al Jardín Botánico de Madrid y otra a Linneo.
José Celestino Mutis
Imagen de laexpedicionbotanica.blogspot.com
Real Expedición Botánica en Nueva Granada
En 1776, fue organizada desde la metrópoli la primera Real Expedición Botánica en el Perú, grandemente avalada por Antonio de Ulloa, quien expuso en su obra Noticias americanas, publicada en 1772, la conveniencia económica, científica y cultural para España que suponía el profundo conocimiento del continente americano. Y más tarde, en el año 1783, con idéntico patrocinio, el virrey, y arzobispo, Antonio Caballero y Góngora constituyó la Real Expedición Botánica del Virreinato del Nuevo Reino de Granada nombrando a José Celestino Mutis como su director, primer botánico y astrónomo.
Durante los primeros seis meses de vida la expedición (cuya vida efectiva alcanzó las tres décadas) funcionó provisionalmente, sostenida por un equipo humano de cinco integrantes: Mutis, el botánico y sacerdote Eloy de Valenzuela Mantilla, Antonio García como ilustrador y Luis Esteban y Roque Gutiérrez en calidad de herboristas.
El 23 de noviembre de 1783, la expedición fue confirmada por real cédula y se trasladó a Mariquita, población ubicada entre dos cordilleras, bien comunicada con Santa Fe, en el camino del puerto de Honda, centro comercial de mercaderías y a poca distancia de un enclave minero donde poner en práctica las técnicas innovadoras de extracción.
Mutis comisionó a personas de su confianza y valía el reconocimiento de territorios inexplorados, y previamente hollados, del virreinato en busca y recolección de plantas y minerales, además de proceder a observaciones científicas registradas por escrito y todo detallado en dibujos de la máxima calidad; entre los elegidos para la tarea investigadora figuraban los ilustrados fray Diego García, cronista, zoólogo y botánico; Pedro Fermín de Vargas y Sarmiento, naturalista y economista; Bruno Landete, doctor en filosofía y asesor de Mutis; el geógrafo José Camblor y Francisco José de Caldas y Tenorio, apodado el Sabio, científico, militar, geógrafo, botánico, astrónomo, naturalista y periodista.
A partir de 1791, a la Real Expedición se agregaron los científicos Francisco Antonio Zea, científico, político y periodista; y los naturalistas Juan Bautista Aguilar, Jorge Tadeo Lozano y José y Sinforoso Mutis, sobrinos de José Celestino; también se creó el cargo de oficial de pluma (escribiente) ejercido por José María Carbonell. Así pues, la Real Expedición llegó a contar en 1808 (año de la muerte de José Celestino Mutis, y a los 34 de su inicio) con un total de 35 personas.
Transcurridos ocho años se dio por concluida esta fase de la expedición, retornando sus componentes y sede a Santa Fe, por orden del virrey José de Ezpeleta; de inmediato se fundó en la capital la Casa Botánica.
La expedición científica se había prolongado durante treinta y cuatro años, abarcando un territorio de aproximadamente ocho mil kilómetros cuadrados, en los actuales límites de Colombia, teniendo como eje de actuación el río Magdalena vértices en los alrededores de Santa Fe, la laguna de Pedro Palo, la Mesa de Juan Díaz, Guaduas, Honda y en torno a Mariquita. De Mariquita, adonde arribaron en los expedicionarios para iniciar su tarea, comprendiendo una etapa de ocho años, entre 1783 y 1791, se pasó a establecer la base en Santa Fe, desde 1792 a 1808.
El resultado científico arrojó un gran balance, a modo de inventario de flora y fauna de la región investigada, con la recolección y clasificación de veinte mil especies vegetales y siete mil animales, además de fomentar el desarrollo industrial de la minería, y de propiciar una nómina de científicos y naturalistas, la fundación del observatorio astronómico de Santa Fe de Bogotá, uno de los primeros en Sudamérica y la concientización de las riquezas naturales del Nuevo Mundo. También se procedió al estudio de las lenguas indígenas para sistematizar todos aquellos vocabularios susceptibles de constitución léxica, por encargo del rey Carlos III; la monarquía española daba otra muestra de su interés por las culturas autóctonas y su defensa.
Y junto a los resultados científicos, estrictamente considerados, los pedagógicos y económicamente cuantificables. Se coleccionaron 5.393 láminas magistralmente realizadas, compuestas por 2.945 estampas en color y 2.448 dibujadas a pluma, que representan 2.696 especies y 26 variedades; aunque un elevado número de ellas carecía de clave identificativa y de una correspondencia directa entre las láminas y su debida descripción. Sin olvidar, porque es de justicia, que la Real Expedición Botánica contribuyó decisivamente a la conformación de una clase criolla culta.
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José Celestino Mutis implantó en el virreinato de Nueva Granada una proyección científica equivalente a la llevada a cabo por las instituciones europeas que él conocía. Todavía inmerso en las tareas de la Real Expedición, pero ya ubicado en Santa Fe, fundó la Sociedad Patriótica del Nuevo Reino de Granada, también conocida como Sociedad Económica de Amigos del País de Bogotá, inauguró el Observatorio astronómico de Santa Fe, y elaboró un plan de estudios de Medicina. Al hilo de esto, impulsó la actividad de ciencias relacionadas con los procesos industriales de la minería y el cultivo y la producción de ron.
Dentro del ámbito académico fue el introductor de la ciencia moderna en la Universidad de Bogotá, de reformas en los estudios de medicina y su aplicación práctica y de campos de investigación en astronomía.
Los intercambios científicos
José Celestino Mutis fue adquiriendo renombre en la esfera cultural europea gracias a su constante relación epistolar con los principales científicos españoles y del resto de Europa. Hemos citado a no pocos en líneas precedentes, y ahora abundamos en la relación con los nombres del naturalista, médico y botánico francés Aimé Bonpland y el geógrafo, astrónomo, explorador y naturalista alemán Alexander von Humboldt, quien rindiendo visita a Mutis durante su viaje expedicionario por América del Sur en 1801 lo calificó de príncipe e ilustre patriarca de los botánicos y declaró, posteriormente, de muy prestigiosa la biblioteca científica de Mutis.
Prolongada la correspondencia que mantuvo con Linneo en su hijo, Carlos Linneo el joven, Mutis le remitió ejemplares de una especie diferente a la planta cinchona oficiales; en su honor, el joven Linneo denominó Mutisia a un género de plantas con flores perteneciente a la familia Asteraceae.
La quina
La Corona española solicitó de José Celestino Mutis una especial dedicación al estudio de la quina, corteza extraída del quino, árbol de la familia de las rubiáceas, usado en medicina por sus propiedades febrífugas. Querían conocerse todas las especies de árboles dadores de quina y de ella todas las propiedades aplicables para beneficio humano.
La quina era ya conocida en Europa con el nombre de “polvo de los jesuitas”, porque fue el jesuita Bernabé Cobo quien la descubrió como medicamento eficaz contra las fiebres palúdicas y la malaria en 1638. Varios naturalistas dedicaron esfuerzos al estudio de la quina, destacando el naturalista, matemático y geógrafo francés Charles-Marie de La Condamine y el médico español Pedro Virgili, a la sazón maestro de Mutis. Este último, a instancias de Antonio de Ulloa, promovió la creación del monopolio de la quina originaria de Perú.
En 1772 Mutis descubrió una especie de quino en los bosques de Cundinamarca, región de Colombia, lo que supuso un hallazgo de relevancia porque hasta entonces se daba por cierto que el quino sólo habitaba zonas del Ecuador. Posteriormente descubrió otras especies de cinchona, quinos. Sobre la quina como planta medicinal, sus diferentes especies, las formas de cultivo, recolección, tratamiento y conservación, sus propiedades y utilidad farmacéutica, dedicó gran parte de su tiempo científico.
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Sinforoso Mutis, sobrino de José Celestino, completó el trabajo sobre la quina de su insigne tío publicando en 1809 la obra de contenido médico-botánico titulada Historia de los árboles de la Quina. En ella describe siete especies del género cinchona: lancifolia, cordifolia, oblongifolia, ovalifolia, longiflora, parviflora y flora; y de cada una comenta sus propiedades medicinales.
La obra póstuma de José Celestino Mutis es El arcano de la quina; trata de las propiedades médicas de las cuatro especies de quinas oficiales, sus virtudes eminentes y su legítima preparación, publicada en Madrid en 1818 por el doctor Manuel Hernández de Gregorio.